El vídeo de Juan Caldera. La grabación de Mario Silva. La grabación de Maria Corina Machado. Las pruebas del intento de magnicidio. Los vídeos porno de gente famosa que venden en los semáforos y hasta las pruebas de espionaje que Carreño denunció que se hacía por DirecTV. Aunado a eso, a nivel internacional, el caso Snowden, wikileaks, Assange. La denuncia de espionaje de EEUU al resto del mundo, los casos de dopaje en los deportes, mas todas las series y películas a las que nos vemos sometidos, que van desde las de guerra, de policías, hasta las de infieles en canales como discovery, definitivamente generan un ambiente en el que fácilmente uno se puede llegar a sentir como un James Bond del siglo XXI.
Pero no es sólo una percepción, un constructo mental creado a partir de la esquizofrenia generalizada a la que nos hemos visto sometidos en los últimos años. No es sólo eso. Es un hecho fáctico, que en esta Patria, Patria, Patria Queriiiiida, nos hemos convertido en expertos en despliegues de operaciones de espionaje. Operaciones donde hacemos gala de elementos como observación, seguimiento, comunicación de la Informacion y consecución de los objetivos; actividades todas que ni el propio James Bond haría con tanta solvencia y efectividad. Veamos un solo ejemplo.
Caso: búsqueda y rescate del elemento primordial para el mantenimiento no hídrico de las partes pudendas del ser humano (búsqueda de papel toalé)
Día y hora: cualquiera (el papel toalé no descansa en su intento por no ser encontrado)
Detalles de la operación:
Independientemente del medio de transporte que se utilice, la visión periférica se mantiene activa ante la presencia del elemento disparador: una bolsa de supermercado. El solo hecho de detectar a un portador de una bolsa de mercado permite establecer un objetivo claro y conciso al cual se le debe escudriñar de manera de determinar el contenido de dicha bolsa. Para ello, se hace objetivo primordial dejar el medio de transporte en el que se ande, para emprender el seguimiento a pié. Si se anda acompañado, se procede a coordinar la operación de manera de asegurar que no se pierda el objetivo establecido.
A continuación, se procede a determinar, ya mas de cerca, el contenido de la bolsa. Esta operación, aunque parezca sencilla, no lo es, puesto que quienes portan la bolsa, buscan camuflajear su contenido bien sea con bolsas dobles, ecológicas, o cualquier otra forma que permita que pase desapercibido el contenido de la misma. Por ello, así como hacen en las instancias militares, donde hacen que los soldados se aprendan de memoria las siluetas de aviones amigos y enemigos para reconocerlos en la distancia, asimismo se hacen las practicas para detectar los objetos de la necesidad en Venezuela: un rollo de papel toalé, un pote de margarina, un litro de aceite mazeite, un paquete de leche en polvo, o de jabón, o una pasta de dientes. A través del camuflaje, se determina por las formas el contenido, lo cual dispara la ejecución del plan de determinación del sitio de adquisición del bien deseado. Esta acción se traduce en el establecimiento del vector de movimiento, con lo cual se establece la ruta recorrida, y se puede llegar al punto de partida, donde debe estar el sitio de adquisición de lo tan anhelado y necesitado. Una pregunta que se hace a menudo mucha gente es «y por que no le preguntan a la persona y ya?» Esta pregunta solo denota un profundo desconocimiento del tema, y permite introducir el elemento de comunicación y ataque en cada operación de adquisición de elementos de supervivencia como los anteriormente indicados. Como sabe todo experto en la materia, cuando se consigue un objeto de los descritos, los mismos se ofrecen con limitaciones importantes de adquisición, supeditados a un numero especifico, único y bajo de unidades por persona. Por ello, en toda operación de adquisición se hace imprescindible la comunicación.
Por medio de la comunicación, una vez se determina el sitio, se confirma el inventario y se conocen las limitaciones de adquisición, se procede inmediatamente a determinar el numero de operadores requerido para adquirir las cantidades suficientes para el mayor tiempo posible. Con dicho parametro determinado, se procede a contactar a aquellas personas con las cuales se lograría la consecución efectiva del objetivo. Pero, la determinación de dichas personas es un acto de demostración de alta preparación psicológica, ya que se requiere gente de confianza, que no traicione y se quede con el producto adquirido, además de que debe poder soportar el escrutinio de la cajera cuando le pregunte «y usted no viene con la señora que acaba de comprar? Porque es UNO por persona!» Ante tal pregunta, cualquier demostración de titubeo, sudor, temblor o muestra de temor, hará que la operación falle en forma estrepitosa.
Entonces, el ojo mas experto logra determinar un patrón de despliegue de personas con la misma bolsa de supermercado, que sin temor a equivocarse son familia en segundo y hasta tercer grado de consanguinidad, y hasta vigésimo de afinidad; vecinos, compadres y al menos compañeros de trabajo. Y, ante la pregunta de «y donde encontró papel?», la respuesta se hace esquiva, o simplemente un insulto hiriente, que no tiene mas intención que despistar al interrogador, pero también alertar a los otros miembros del equipo para que rompan la formación acordada, tomen las vías de contingencia para verse finalmente en el lugar acordado. Además, no se da la información solicitada, con lo cual se aumenta la probabilidad de poder regresar al día siguiente y repetir la operación con el mismo éxito.
Si! Si en algo nos hemos convertido, es en espías de bolsas. Ante una bolsa, perdemos la forma y hasta la razón, y procedemos como se describió anteriormente. Es una verdadera lástima que hayamos llegado a esto. Es muy triste ser espías de bolsas, por bolsas!
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