El precio del petróleo baja abruptamente
Mes: noviembre 2014
Guerra a la Esperanza (pero no ganarán!)
Recuerdo cuando en la universidad anunciaban las visitas de las empresas que iban a reclutar gente. Las grandes iban y los mas avanzados, quienes buscaban pasantias, tesis o simplemente trabajo, llenaban las planillas para ser entrevistados. Sólo los mejores eran elegidos.
También recuerdo cómo celebrábamos cuando algún amigo entraba a trabajar en Intesa, PDVSA, sidor o cualquiera de las empresas básicas de guayana, donde en particular había mucha relación con la Escuela de Ingenieria de Sistemas. Y gran admiración se tenia también por aquellos que lograban entrar a la universidad como Profesores, o los que por algún proyecto terminaban trabajando en, por ejemplo, el IVIC.
Ahora, no existen las empresas básicas del estado; tampoco están todas aquellas empresas que iba a reclutar personal, y las que quedan, por experiencia propia, no necesitan salir a buscar los mejores, ya que les llegan miles de CV a diario de todos los que egresan de las universidades, en ese periplo temporal mientras logran irse del país (ambos); PDVSA… Ya ni procesa petroleo, básicamente por la destrucción voluntaria de todo cuanto la componía; las universidades pasan por uno de sus peores momentos, en el que el valor de un Profesor equivale a unas milésimas de militar; y el IVIC, ahora oficialmente condenado a muerte.
Miles de profesionales buscan como sobrevivir en un país donde se desprecia la excelencia. Un país que es reconocido en el exterior por la calidad y excelencia de todos cuantos han salido de nuestras universidades y ahora generan bienestar donde les ha tocado vivir. Y, así como recursos naturales, aun quedamos aquí muchos, miles, millones de personas con todo lo necesario para sacar este país adelante.
Seguirán intentando acabar con nuestra esperanza, pero jamás lo lograrán! Los que estamos aquí seguiremos luchando por nuestro futuro, seguros de que llegado el momento, contaremos con el apoyo de todos cuantos están afuera, preparándose, aprendiendo y definitivamente listos para regresar a darlo todo, como siempre, por Venezuela.
Guerras por doquier
No soy experto militar, pero si fanático de las películas de guerra. Desde muy joven me senté a ver las películas con mi papá. John wayne como un boina verde, «por quién doblan las campanas», «el puente sobre el río kwai». Rambo, Chuck Norris, y las miles mas que han salido en los últimos 30 años al menos. Libros como «la batalla de Inglaterra» y muchos otros mas. En todos esos casos la guerra se mostraba de una manera uniforme: dos enemigos, luchando por derrotarse y hacerse de las pertenencias del contrario. Dos enemigos conocidos, identificados, que se sabían de que lado estaban y lo que hacían. Y en los casos en que aparecían ninjas, la inteligencia lograba identificarlos. Al final toda guerra, tanto las reales como las imaginarias, terminaban con golpes certeros de parte de alguno de los involucrados, con lo cual el contrario asumía su derrota y era el final.
Yo solo quiero…
Yo solo quiero tener una vida tranquila
Ni un minuto más
Suena el despertador, y luego de varias veces lo apagamos. Por lo general pensamos «un minuto mas y me paro», y seguimos durmiendo. Vuelve a sonar el despertador, y repetimos la acción anteriormente descrita. Así, quizás lo hacemos unas veces mas, hasta que ya lo que nos hace salir de la comodidad de la cama son las consecuencias que tendremos por no haber respondido al primer llamado a pararnos.
Así, tal cual, nos está sucediendo en Venezuela. El despertador ha estado sonando y seguimos dándole a la tecla «snooze». Pero ya no estamos en medio de un sueño que merezca la pena la consecuencia del llegar tarde. Por el contrario, estamos en medio de una pesadilla, que lo que hace es dejarnos ver en el sueño lo mal que estamos en la realidad. Necesario es que despertemos, que nos preparemos para enfrentar las nefastas consecuencias de no haber hecho caso al despertador en aquel momento en que se supone estábamos en medio de un sueño.
Aún estamos a tiempo. Aún, por la vía democrática, tan vilipendiada por quienes se autodenominan demócratas mientras obligan al pueblo a creerles a punta de constitucionazos, podemos despertar y, asumiendo las consecuencias, resolver lo necesario para retornar a una vida, que ya ni siquiera la queremos «normal», sino simplemente que sea vida. El seguir durmiendo pensando en que la pesadilla pasará sola, es el peor error que cometemos. No esperemos esos minutos más. Escuchemos el llamado, salgamos de la oscuridad de la noche en que estamos, y empecemos a trabajar en función de un nuevo dia.
Roguemos a Carolina Herrera
Jamas olvidaré aquellos olores que inundaban la casa en diciembre. Con certeza matemática se cumplía el plan, y orquestados por la rutina anual cada quien procedía a hacer lo suyo. En mi caso, era el encargado de la logística emergente: en medio del proceso, como los involucrados directos tenían las manos llenas de onoto, masa, guiso o adornos, yo me ocupaba de todo lo que se necesitara. Llenaba las copas de vino, buscaba las cervezas, salia a comprar mas pabilo, etc.
La casa se llenaba del olor de las hojas primero. Luego, venia el olor de los aliños del guiso, seguido del olor del guiso mismo, hasta que llegaba el olor de las hallacas, que nos acompañaba desde comienzos de diciembre hasta por ahí en marzo que era cuando se acababan las últimas.
Hoy, una triste realidad golpeó mi mañana cuando mi concuñado comentó que ya se acercaba navidad y que «ya huele a hallacas». Con la harina desaparecida en acción, los licores con precios puestos por la directiva de Alcohólicos Anónimos, las aceitunas y alcaparras vendidas en joyerías y seguramente nadie en el campo para producir las hojas, pues la única manera de poder sentir ese olor será rogándole a Carolina Herrera, quien es venezolana por lo que sabe de ese olor, que con sus dotes creativas fabrique una fragancia a hallaca, para que la regalemos este diciembre y podamos sentirlo nuevamente. Eso si, tendremos que pedir al cencoex que les de dolar sicad I a quienes lo vayan a vender, y a la superintendencia de precios justos que vele por un precio accesible… O conformarnos con la versión de Perfumes Factory.