Agricultura Urbana: la utopía de un sueño trasnochado


Recuerdo cuando en la escuela hicimos el experimento del semillero. Agarrábamos una compota, que luego de disfrutarla, le quitábamos a la tapa la goma negra (para usarla como pulsera), y el frasco lo llenábamos de algodón, colocándole por los lados las caraotas, y mojando con agua el algodón. Así, día a día se iba viendo como las caraoticas iban germinando. En algunos casos muy extraños para la época, se tenía la oportunidad de ir tomando una foto diaria para al final mostrar el proceso de germinación de la plantica. Por lo general uno se entusiasmaba y la casa se llenaba de potecitos de compotas llenos de plantas germinadas. En mi caso, experimenté con distintas semillas, hasta que llegué a los frijoles, de donde comenzaron a salir los frijolitos chinos. Esa fué toda una revolución ya que al ver que se podían producir los frijolitos chinos, comenzó en mi casa la etapa de la comida china casera. Logramos generar todo un proceso donde teníamos muchos frascos de compota llenos de semillas en proceso de germinación, que luego eran pasados a unas servilletas, donde se secaban y quedaban listas para ser utilizadas. Creo que luego hasta las empacábamos en bolsas plásticas y las guardabamos en la nevera, para finalmente disfrutar de un exquisito «chop suey» casero por lo general hecho por mi mamá. Todo funcionó a la perfección hasta que un día la «asistente logística» que teníamos nos recibió con una versión del alimento de origen chino que parecía mas para los perros (que tampoco se lo iban a comer). En medio del escándalo que mi mamá formó por el invento, que no se le puede restar crédito por la iniciativa que tuvo la señora, ella explicó que vió que eso se preparaba picando «chiquitico» de todo lo que había en la nevera… incluyendo los «trompicones» (o cuanta comida queda de los días anteriores) y literalmente todas las verduras que encontró…

Quien iba a pensar que en ese entonces, a comienzo de los años 80, estaríamos haciendo lo que sería la propuesta de un gobierno del siglo XXI. Estábamos siendo precursores de lo que ahora es la «agricultura urbana», uno de los 14 motores de nuestro actual gobierno y en el que pretende basar la recuperación económica del país. La idea no es ni mala, solo que, para comenzar, necesitaríamos las compotas (que no hay), el algodón (que ni en los hospitales se consigue), y las caraotas (o cualquier grano que lo sustituya) que es más difícil de encontrar, o si se logra, es equivalente a comprar caviar, lo cual reduce la posibilidad de su adquisición.
Yo de verdad que he pensado en el escenario. Consideré que podríamos tener unos 20 millones de hogares donde potencialmente podriamos generar, digamos, tomate. Si en cada uno de esos 20 millones de hogares se siembran las maticas de tomate, podriamos tener en un mes unos 100 millones de tomates, lo cual sería una cifra digna de toda una larga cadena nacional, donde no cesarían los aplausos y los vitores de «Chavez vive, la Patria sigue!!!». Luego, dividiríamos esos 100 millones de hermosos y consentidos tomaticos hogareños entre, digamos, 30 millones de hambrientos habitantes de venezuela, lo cual significaría que nos tocarían, redondeando, 3 tomates a cada uno. En un hogar de 4 personas, se pararían en la cocina todos, abrazados y temblando de la emoción, a decidir qué hacer con esos 12 tomates. Una ensaladita? Una salsa de espagueti?, un guiso para un pollo? Lo interesante es que esos 3 tomates por persona se producirían una vez al mes y si tooooodos nos dedicamos, con mucha seriedad, a su producción. El problema está en que para la ensalada faltaría la cebollita, lechuguita y demás componentes de la misma, para la salsa de espagueti faltarían precisamente los espaguetis, y así sucesivamente…

Yo, en esa búsqueda del equilibrio mediático, incluso me he imaginado que se podría tener una vaca en cada hogar. Así, tendríamos un sistema autosuficiente donde de la vaca obtendríamos la leche, y la alimentaríamos con los desechos de las matas de tomate. Para resolver el problema de la basura, podríamos tener también un cochinito, y para los huevos, una gallinita ponedora. Lo que no he logrado resolver es cómo aprovechar la carne de cualquiera de esos animalitos. Sería ideal poder sacarle unos bistecs a la vaca cada vez que se necesitara, y colocarle unas curitas para que la herida sane y se pueda seguir teniendo leche y mas carne. Aprovechando la intención de producción tecnológica de alguno de los otros motores, podríamos generar prótesis para animales, de manera que cada diciembre podríamos sacarle al cochino una paleta o el pernil, y colocarle su protesis, y así hasta electricidad ahorraríamos!

Por ahora, espero impaciente los detalles del tren ministerial sobre cómo vamos a implementar la puesta en marcha de ese importante motor. Mientras tanto, recuerdo la famosa «Zafra de los 10 millones» que implementó Fidel Castro en 1970, con la cual se iba a mejorar la situación financiera de Cuba. Si seremos tan eficientes como en ese entonces, pues sálvese quien pueda!!!!

Rescatando la Oposición


Estoy seguro que al menos en Venezuela, o quienes de alguna manera siguen mis opiniones, comenzaron pensando que estoy hablando de la oposición que actualmente existe en Venezuela en contra del actual gobierno. Pues aclaro que no, no voy a plantear el rescate de esa oposición, sino que por el contrario buscaré recuperar el concepto de Oposición.

En Venezuela, desde hace demasiados años, nos han inculcado el concepto de que oponerse a cualquier idea o acción que provenga del gobierno (de chávez & sons) es equivalente a ser apátrida, demoníaco, cachorro y/o lacayo del imperio y cualquier otra cantidad de epítetos más, todos negativos, ofensivos, y que además conducen, irremediablemente, a la muerte (física, política, intelectual o todas juntas) en alguna cárcel escondida (más no secreta). Pero, resulta que, aunque no se puede negar que el método les ha funcionado suficientemente bien, ese concepto no es más que la gran aspiración y base sobre la cual se busca extender ese gobierno. Y como toda mentira, ya comienza a caer tanto el concepto como quienes lo propugnan.
Existe el concepto físico de la oposición, que por supuesto aplica a cualquier otro campo. Por lo general, los jóvenes son opositores por excelencia. Cuando se está en los años de la adolescencia, todo lo que le dicen a uno es considerado equivocado, por lo cual, uno se opone. «No puedes salir porque es peligroso», y uno se opone porque piensa que es mentira, que no hay ningún peligro en salir. «Tienes que quedarte a estudiar», y uno se oponía porque consideraba que tenía tiempo suficiente para disfrutar y luego estudiar. Al final, con el tiempo uno cae en cuenta de que casi todo a lo que uno se oponía, terminó siendo cierto.
Oponerse es un acto propio del ser humano. Y, por lo general, quienes se oponen a algo, lo hacen convencidos y conscientes de la razón que los asiste, pudiendo argumentar plenamente el motivo de su oposición. Obviamente, ante cualquier opinión, siempre habrá quienes se opongan, de manera que si ante una idea alguien se opone y otro se opone a la oposición de quien se opuso a la idea original, entonces estamos ante un evento intrínsecamente recurrente… Lo cierto del caso, es que el oponerse es parte del libre albedrío, y debería constar en la declaración universal de los derechos humanos!

Piense por un momento en algunos opositores famosos de la historia:

  • Adán y Eva (aunque realmente la de la idea fué Eva)
  • Galileo Galilei
  • Cristóbal Colón
  • Simón Bolívar
  • Martin Luther King Jr.
Entonces, es malo ser opositor? Mi respuesta es que NO! Y si el marco en el cual se aplica el concepto es el político, pues la oposición surge en forma automática como respuesta a la falta de los resultados esperados. Obviamente, quienes son objeto del acto de oposición se sentirán ofendidos y reaccionarán demostrando que los opositores están equivocados, y esa respuesta será tan apabullante como el poder y su abuso lo permitan. 
En Venezuela, debemos defender el concepto de oposición. Ser opositor no es pertenecer a la MUD. Muy por el contrario, ser opositor, al menos en el campo politico, es defender el bienestar que debe prevalecer a través de la acción del gobierno de turno, independientemente de la ideología que lo enmarque. La oposición termina siendo la exteriorización de los dictámenes de la conciencia. Uno terminará, irremediablemente, oponiendose a muchas cosas que haga incluso el gobierno por el que votó o en el cual trabaja. Si por cualquier razón usted deja de escuchar a su conciencia, y decide no oponerse a todo lo que considera malo, efectivamente no llega a ser opositor, pero si un Colaborador Automático de Bajos Resultados Obteniendo Nada (o C.A.B.R.O.N.). Afortunadamente, está en cada uno de nosotros decidir que se quiere ser…

En espera de su [última] palabra…


Necesito comenzar declarando que Venezuela es un solo país. De eso debemos estar conscientes cada uno de los venezolanos, y la tarea para tal fin no es nada fácil. Venimos sufriendo muchos años de división política, donde se nos ha requerido, o peor aún, se nos clasifica de acuerdo a nuestro nivel de necesidad. Todos aquellos que declaran sentirse plenos en salud, seguridad y confianza en la bonanza económica de Venezuela son declarados patriotas, mientras que quienes expresamos nuestra inconformidad, falta de confianza e incomodidad por las condiciones en las que vivimos, de inmediato somos clasificados como «Pitiyankees», «apátridas», «jalabolas del imperio» y demás denotaciones. Mientras hubo algo de bienestar socio-económico la división era evidente pero no nos diferenciaba tanto, pero ahora, definitivamente es imposible entender como alguien pueda defender la situación por la que estamos pasando todos los que habitamos en Venezuela. Y dejo claro que no se trata de un tema político ni mucho menos ideológico. Respeto profundamente las creencias ideológicas de cada quien, por lo que ni siquiera busco hablar sobre ellas con nadie. Cada quien tiene sus razones para creer en lo que mejor se adapte a sus circunstancias, sin embargo, lo que no es aceptable, es cuando se pretende vulnerar los derechos ajenos en función de las creencias personales. Eso, definitivamente, no puede ser.

Quedo profundamente contrariado cuando veo en la Asamblea Nacional como los representantes del Gobierno se burlan de las situaciones que presenta la bancada de la Oposición. Y antes de que cuaquiera piense que mi contrariedad es producto de mi posición psico-social mediante la cual odio al pueblo que ha sido oprimido desde los tiempos de la Independencia por ser desde tiempos inmemoriales un lacayo del imperio (discurso con el que siempre pretenden terminar todo, y que uno, por decencia, calla, cometiendo el error de otorgar ante tamaña absurdez), quiero expresar que ahora, a diferencia de lo que pudo suceder hace 2, 3 o más años, todo lo que se ha presentado no es mas que la triste realidad que, abusando de redundar, realmente vivimos quienes estamnos en Venezuela. Ya el pueblo se expresó en las elecciones, entonces, no tiene cabida seguir como si estuvieran en campaña electoral, con esa práctica vil donde no se busca mostrar por qué se es mejor, sino convencer que el contrario es peor. En este momento, no nos interesa quien es mejor o peor. Lo que necesitamos es que se asuma la responsabilidad de buscar la solución a cada uno de los problemas que nos aquejan, y en ese sentido, realmente no importa de parte de quien venga la acción, incluso si es de parte de quienes consideramos responsables, siempre y cuando se atiendan los gravísimos problemas por los que atravesamos.
Tuve la oportunidad de ver en la Asamblea como un hijo relataba como vivió la muerte de su madre; tambien como un padre relató como, impotente, tuvo que vivir la muerte de su hijo de 3 años. Los detalles de cada caso, no me importan. Lo que me indigna es que la respuesta del oficialismo fué burlas, acusaciones sin sentido, sonrisas (y quien quiera puede buscar los videos y validar lo que indico). Son un ejemplo viviente del mal que definitivamente vive en cada ser humano, y de cómo la impunidad produce ese efecto de sentirse de otra casta, a la cual nunca le va a pasar lo mismo. Es un espectáculo que ni siquiera Dante pudo haber imaginado. Y todo lo que pedimos es que apelen a su humanidad; esa que tanto dicen que los acompañó junto con Chávez, pero que ahora pisotean abruptamente cada vez que en sus caras se dibuja una sonrisa ante el ruego de un pueblo por solución a sus males.

El que el precio del petróleo suba, que las reservas internacionales aumenten, que se respete la propiedad privada o que el dólar baje a 6,30 es absolutamente inútil mientras no exista una pizca de humanidad en quienes conforman el actual Gobierno. La lucha ya la tenemos perdida en cuanto recuperar tanto que hemos perdido. Las miles de vidas perdidas por falta de alimento, delincuencia, emigración, jamás podrán ser recuperadas, de manera que solo nos aferramos a la Fé de que resurgirá la humanidad en cada uno de quienes consideran que aquí «no está pasando nada». La discusión no es quien renuncia, quien cede, quien va preso o quien no. El punto es si seguirán empeñados en continuar manteniendo funcionando al país cual campo de concentración Nazi, o si, por el contrario, están dispuestos a redimir sus errores, asumiendo por supuesto las consecuencias propias de los mismos, en función de un futuro mejor para TODOS.

La palabra es ahora de ustedes… y piénsenla bien, porque sin lugar a dudas, dependiendo de que decidan, terminará siendo la última para todos.