Fuí al baño, como de costumbre, para aliviar la presión regular que causa la combinación de café y agua. Entré y por casualidad era el único presente, y unos segundos después mi concentración fué interrumpida por un señor del grupo de limpieza que comenzó a verter una gran cantidad de hielo en cada mingitorio. Con extrema precisión, llenó los dos previos al que yo ocupaba. Al tocar el que usaba, se me quedó mirando, y al final se movió al siguiente.
Jugó ese día México contra Suecia, por lo cual se organizó en la oficina un espacio para ver el partido. Hubo tacos, frutas, vegetales y bebidas, que fueron disfrutados por todos, quienes celebraban el pase de la selección gracias al juego de Korea.
Mientras me lavaba las manos, pensaba en la razón por la cual habían vaciado el hielo en los urinarios. El frío debía ser una de las razones principales: con toda seguridad mataba las bacterias del líquido amarillo en un proceso bioquímico de defensa. Al mismo tiempo se me ocurría que al colocar el hielo, su forma irregular y consistencia haría que al caer el líquido caliente, este, en el proceso de derretirlo, aparte de reducir el efecto de las bacterias que lo contienen, evitaría su esparcimiento por el área aledaña al mingitorio, lo cual representaba una medida sanitaria para mantener la limpieza. Mientras me sacudía las manos y procedía a secármelas, se apareció nuevamente el señor que había vaciado el hielo. No pude aguantar la tentación, y procedí a preguntarle la razón por la cual había ejecutado tal acción, con la seguridad de que me proveería la confirmación de alguna de mis teorías. Con una extrema amabilidad, me dió la respuesta que menos me esperaba: le habían dado la instrucción de vaciar en los baños el hielo que había sobrado del evento recién concluido…
Por alguna razón, en muchas oportunidades nos empeñamos en darle las explicaciones mas complicadas a los hechos inéditos o desconocidos a los que nos enfrentamos, cuando en la mayoría de los casos, la respuesta es la mas simple.