De Wikipedia: Doppelgänger es el vocablo alemán para definir el doble fantasmagórico o sosias malvado de una persona viva. La palabra viene proviene de doppel, que significa «doble», y ganger: «andante». El término se utiliza para designar a cualquier doble de una persona, comúnmente en referencia al «gemelo malvado» o al fenómeno de la bilocación.
Por el año 2000 trabajaba en un organismo público, que realizaba eventos a los que asistía mucha gente en Mérida, una ciudad en el occidente de Venezuela, y en muchos de esos eventos participaba como moderador, por lo cual me vestía con traje y corbata y siempre al llegar me confundían con «el de la televisión», que era un reportero del canal del Estado, de nombre Ricardo Durán, y que era quien básicamente cubría los eventos del Presidente de la República. Entonces, era muy común que cuando yo llegaba a los eventos, muchos decían «Llegó VTV» (Venezolana de Televisión).
En Marzo del año 2007, el Gobierno no renovó la concesión al canal Radio Caracas Televisión (lo cual representó su cierre), lo cual acentuó la polarización política en el país, que ya venía agravándose, de manera que dependiendo en qué lugar se estaba en Caracas, podías recibir agresiones en función de cualquier señal que te identificara con cualquiera de los dos sectores. Justo algunos días después del cierre de RCTV, un grupo de compañeros de trabajo decidimos ir de visita al Teleférico del Avila. Tenía también una concesión la infraestructura del Teleférico en manos de un grupo económico identificado como opositor al gobierno. Teníamos mi esposa y yo como un año de habernos mudado a Caracas, por lo cual era nuestra primera visita a ese ícono de la capital. Decidimos ir luego de salir de la oficina, con el objetivo de disfrutar la vista nocturna que ofrecía el sitio. Como parte de la experiencia, y por la hora, decidimos comer en el restaurante que había allí, donde por la hora sólo tenía una mesa grande ocupada con gente que daba muestras de su alegría y entusiasmo ayudados por las bebidas espirituosas que disfrutaban. Cuando llegamos nos recibieron con mucha amabilidad, y nos sirvieron los primeros tragos. Seguidamente pedimos la comida, y mientras la disfrutábamos en la mesa vecina comenzaron a cantar una canción que era como el himno con el que se reclamaba el cierre de RCTV. Al comienzo no nos pareció extraño, sin embargo notamos que tardaban más en atendernos, así como que se volvían más altos los cantos, y ya se sentían más agresivos los comensales de la mesa vecina. Como notamos mucho lo pesado del ambiente, íbamos a reclamarle al mesonero, pero en medio de la situación les comenté al grupo que creía saber lo que estaba pasando: me estaban confundiendo con el de VTV. Les pedí que termináramos y nos fuéramos, ya que se veían lo suficientemente entusiasmados como para agredirnos, y de hecho el regreso era en los carros del teleférico, y podría suceder que terminara yo metido en uno con quienes me confundían en un viaje como de media hora, durante el cual podrían dar rienda suelta a su rabia y frustración con la persona equivocada. Al final, sobrevivimos sin reencontrarnos con ese grupo.
Por proyectos que atendía, me tocaba ir a sitios en el centro de la ciudad, el cual estaba identificado como territorio del gobierno, por lo cual el ambiente era, por el contrario, totalmente favorable conmigo, ya que me confundían con su «camarada», lo cual producía sonrisas cómplices y mucha amabilidad.
La oficina donde trabajaba quedaba en el Multicentro Empresarial del Este (MEDE), justo frente al Centro COmercial Sambil, que en esos días era quizás el más concurrido de la ciudad. Iba yo cruzando desde el Sambil hacia el MEDE con un compañero de trabajo, cuando de repente se me lanzan encima dos mujeres. En una ciudad como Caracas, eso es una amenaza inmensa, de manera que de inmediato me puse en guardia. Una de las mujeres me saludó con mucha cercanía: «Hoooola! cómo estás? Si te acuerdas de mi!!??«. Eso me alarmó más, que me hablara con esa confianza, ya que de ninguna manera la conocía, pero esa cercanía buscaba hacerme bajar la guardia. Miraba a mi alrededor, viendo si alguien estaba al acecho; veía a mi compañero que estaba como tranquilo ya que pensaba, como me dijo después, que efectivamente eran conocidas; y no veía a ningún policía cerca, que siempre los habían en la zona, pero no justo en ese momento en que los necesitaba. Por mi reacción la chica que me había saludado se quedó también como confundida, por lo cual me preguntó: «porque tu eres…«, y antes de que finalizara, entendí lo que estaba sucediendo: nuevamente me confundían con mi doble. Bajé un poco la guardia, y comencé a pensar en cómo salir de esa situación. No tuve otra opción sino decir «si» antes de que finalizara su pregunta, a lo cual vi somo suspiraba como aliviada, y se volteó hacia su compañera y, tomándola del antebrazo, la acercó mientras le decía «viste que te dije que lo conocía!«, y acercándomela me dijo con mucho orgullo «te presento a una amiga». Yo ya estaba envestido en el personaje, de manera que la saludé con mucho cariño y hasta un beso en la mejilla le dí, a lo que ella comenzó a decirme que me veía todos los días en la televisión, que era mi admiradora… y yo sonreía con cara de interés. Ahí hablamos algunas cosas, o mejor dicho respondí onomatopéyicamente a sus comentarios, hasta que al final mi amiga dijo «vámonos, que Ricardo debe estar ocupado«, no sin antes sacar un cuaderno y pedirme un autógrafo. En cuestión de segundos invertí unas neuronas para determinar cómo firmaría su hoja, y al final decidí irme por la opción más sencilla: colocar simplemente su nombre y ya! Luego de eso, pude ver cómo se iban mis fans muy contentas por su encuentro con su ídolo.
En vista de que la oficina estaba frente al Sambil, todas las operaciones bancarias las manejábamos en una agencia en ese centro comercial donde también tenía mi cuenta personal. Como era uno de los que tenían firma autorizada en la oficina, era común que fuera a la agencia, pero siempre me quejaba de que a pesar de lo seguido que iba por distintas razones, pues no me daban el trato de alguien a quien conocían, tal como sucedía con el dueño de la empresa cuando los visitaba. Un día necesité ir a hacer alguna operación complicada, cobrar un cheque para quedarme con una parte en efectivo y la otra depositarla en mi cuenta. Cuando llegué a la puerta caí en cuenta que era día de pago no sólo de la quincena, sino también a los adultos mayores, quienes iban a cobrar su pensión, de manera que la agencia, que no era muy grande, estaba a reventar. Todavía se hacía fila, y al menos pude entrar en el zigzag dentro de la agencia, lo cual me aseguraba que si por la hora la cerraban, yo podría estar adentro hasta que me atendieran. Así, me dispuse a dedicar mi día a esperar mi turno desde el final de la fila, pero para mi sorpresa, una de las cajeras cuando se retiró la persona a la que estaba atendiendo, dijo con la voz más autoritaria que he escuchado, y apuntándome: «usted, no haga fila, atiendo al próximo y después pasa usted!!«. En medio de mi sorpresa, asumí que finalmente me trataban como alguien no sólo conocido, sino importante!, de manera que me salí de la fila y me paré cerca de la caja donde me iban a atender. Realmente me daba un poco de pena con los viejitos y la gente que estaba antes que yo, pero bueno, era mi prerrogativa por ser un VIP para el banco. Al finalizar con el cliente que atendía, la cajera hizo señas al siguiente en la fila de que esperara, y me pidió que me acercara para ser atendido. Me acerqué con una sonrisa de oreja a oreja, y le pasé el cheque y las planillas de depósito. En los primeros segundos y mientras revisaba los papeles, me dijo «yo siempre había querido conocerte en persona«. Ahí, nuevamente, se dispararon todas mis alarmas!. Quizás iba a ser víctima de un robo, sabiendo la cajera en la empresa en la que trabajaba y el movimiento de dinero de la misma. No pude más que quedármela mirando y decirle «ajá???!!!», y ella, tapándose la boca con mis papeles como para que no la captaran las cámaras de seguridad, me dijo: «en mi casa todos estamos con el proceso, pero aquí no podemos decir nada porque no nos lo permiten«. De inmediato caí en cuenta de la situación en la que nuevamnte me ponía la vida. Quizás por mi reacción, se me quedó mirando como dudando, y en voz muy baja me preguntó: «porque tu si eres…«. Mientras hacía la pregunta, mi mente casi me dolía por todo lo que estaba procesando. Lo más fácil era decirle que si, que si era Ricardo Durán, con lo cual saldría rápidamente del predicamento, pero el problema era que ella tenía en su mano todos mis documentos, entre los cuales estaba mi identificación oficial, necesaria para poder precisamente demostrar quien era y que me pudieran pagar el cheque, de manera que me iba a meter en un problema cuya consecuencia podría ser que así como usó su autoridad para pasarme por encima de todas las personas, podría mandarme al último. La misma consecuencia tendría decirle que no, de manera que en milésimas de segundo tuve que definir mi plan, así que apenas finalizó su pregunta, mi respuesta inmediata y sin dudar fué «no!», con lo cual se congeló el tiempo, pero seguidamente y antes de que reaccionara le dije: «pero soy su primo!». Había pensado decir que era su hermano, pero al ver mi identificación iba a ser evidente que no teníamos el mismo apellido, lo cual podría justificarse o bien diciendo que éramos medios hermanos, o que su nombre real no era Ricardo Duran, pero se me hizo demasiada explicación delante de un público que ya me odiaba, así que la mejor opción que se me ocurrió fué la de ser «el primo». Su emoción se redujo, y comenzó a realizar mis gestiones, y al mismo tiempo me preguntaba si lo veía a menudo, si le podía dar sus saludos, de manera que al final, antes de entregarme el dinero y los comprobantes, nuevamente se tapó la boca para decirme: «dile a Ricardo que estamos con el, que estamos con el proceso, y que le dé saludos al Presidente«. Le devolví mi mejor sonrisa y airoso me fuí.
Aparte de estos eventos, hubo varios más. Restaurantes donde los mesoneros me trataban muy bien pensando que era mi doble; otros donde concluyo que les pagaban para que me trataran mal, con lo cual me hicieron pasar momentos bien amargos. Hay libros, películas y telenovelas que tratan el tema, y la verdad es que a uno se le hace prácticamente imposible creer que eso pueda suceder en la vida real. De hecho, un día mi doble estaba en un programa en vivo, y yo llamé a mis tías y les dije que me vieran en una entrevista en televisión, y por unos minutos creyeron que sí era yo, lo cual da cuenta de lo parecidos que éramos.
Un día, por pura casualidad, me enteré que mi doble había fallecido trágicamente. Con eso desaparecía la probabilidad de que nos siguieran confundiendo. También al mudarme de país se redujo esa posibilidad aún más, pero lo que si es cierto es que puedo dar garantía de que la teoría de que todos tenemos un doble, al menos en mi caso fué cierta.