
Muchos de mis amigos y familiares mas cercanos me llaman «cable negro» por aquello de que solo transmito lo negativo, sin embargo hace muchos años hice un curso que se llamaba «Comerciacilina» que me dejó como gran experiencia, entre muchas otras, el hecho de que cuando me preguntan ¿Cómo estás? respondo enérgicamente «EXCELENTE!!!». Hay toda una teoría detrás de ésto ya que por una parte para responder «bien» se requieren muy pocos músculos de la cara, mientras que para responder «Excelente» se requieren muchos más, y si se gesticula y se dice así con convencimiento y energía, no sólo se transmite esa sensación sino que uno hasta se lo cree. Pero desde hace algún tiempo para acá me ha llamado la atención que cuando saludo de ésta manera por lo general la respuesta termina siendo «pero también trabajas aquí?!», e incluso hasta he llegado a sentir que el hecho de ser muy optimista pareciera ser algo malo, pero entre las cosas que tengo la oportunidad de leer hay un artículo que me pareció muy bueno y del que extraigo algunas cosas muy interesantes con respecto a ser o no optimista.
De acuerdo al diccionario de Inglés Cambridge el optimismo es (traducción mía) la tendencia de estar esperanzado y de enfatizar la parte buena en una situación en lugar de la mala, o el sentimiento de que en el futuro es mas probable que sucedan cosas buenas que malas. En el artículo de Hannah Ritchie An End to Doomerism (Or why I’m coming out as an impatient optimist) leemos que se confunde el optimismo con el optimismo ciego que sería aquel que denota la esperanza de que las cosas siempre mejorarán lo cual es, aparte de estúpido, peligroso, así que yo coincido con el hecho de que no es ese optimismo el que predico. Por el contrario, coincido con la visión de que el optimismo es ver los problemas como retos que se pueden resolver. Es tener la seguridad de que hay cosas que podemos hacer para establecer la diferencia.
De forma equivocada muchos ven el optimismo como una posición de comodidad en la que al tener la seguridad que de manera misteriosa y milagrosa las cosas saldrán bien entramos en un punto de inacción, mientras que la incomodidad del pesimismo es lo que genera el cambio, y resulta que es todo lo contrario. Los optimistas son los que buscan que sucedan las cosas ya que enfocan sus esfuerzos y se arriesgan al 100% porque ven al menos una oportunidad para atender una situación mientras que los pesimistas llegan incluso a bloquear las soluciones porque ni siquiera ven la necesidad de hacer nada convencidos de que pase lo que pase las cosas terminarán igual o peor de mal.
Ser optimista es un riesgo que asumo plena y conscientemente. Se que me expone a mayor probabilidad de fallar, pero en las fallas está el aprendizaje por lo que siempre me mantendré optimista sin que nada me haga cambiar de posición.