Sueños de un Presente sin Futuro


Eran las 8 de la mañana, y como inicio de su plan de trabajo se sentó en su escritorio a anotar las acciones del día. En ese preciso instante se le vino a la mente, como por arte de magia, una lista de cosas por hacer. Fue anotando todo en su agenda, constatando que era lo que efectivamente necesitaba hacer ese día, ni más ni menos. Estaría al día con todas sus responsabilidades; atendería todas las solicitudes que le habían hecho y, en fin, no habría nada importante por hacer una vez llegara el final del día.
Comenzó entonces a trabajar, y no hubo ninguna interrupción, ni llamada ni visita que lo desviara de sus metas del día. A la hora precisa se detuvo para almorzar, y regresó sin la preocupación de estar retrasado a pesar de la excelente conversación que sostuvo con algunos de sus compañeros de trabajo sobre los planes que estaba preparando para irse de vacaciones. Atendió todas y cada una de las citas que tenía para ese día, sin que ello le quitara ni un segundo de su planificación. Una a una, y en el mismo orden en el cual había escrito sus tareas, fué marcándolas como finalizadas, y al llegar a la hora de salir, todo el plan había sido cubierto. Su buzón de correos quedaba, religiosamente cada día, sin ninguno por leer. Y es que ese era un mundo en el cual el tiempo era el mejor aliado de cada uno de sus habitantes, ya que no había manera de que obrara en su contra.
En ese mundo el tiempo era el mejor y más democratizado capital de todos los habitantes. No había nadie que no tuviera la justa medida que necesitaba para vivir feliz. Lo que se planificaba era ejecutado en forma milimétrica, por lo cual no existía ni la preocupación por la tarea que quedaría pendiente, ni las consecuencias del sometimiento constante a la misma. Era ese un mundo donde la industria del tabaco y del alcohol se había extinguido hacía mucho y solo en muy pocos lugares se consumían como parte de tratamientos para gente con profundos problemas de falta de ansiedad. Las vacaciones consistían en viajes para conocer en persona los sitios históricos alrededor del mundo, ya que al no existir la preocupación, no se requerían métodos para “liberar la mente”.

De repente, la puerta se abrió de golpe y alguien le gritaba gestionando con los brazos. Sin entender lo que sucedía fue cayendo en cuenta que había estado soñando, y que le estaban reclamando que no había enviado el correo con la información que se requería para la reunión que se había convocado hacía tan sólo 1 hora. Se puso de pié para volver en sí y vió su escritorio lleno de papeles sin orden alguno, y su agenda mostraba todo lo que tenía semanas anotando como pendientes por hacer sin que ninguno estuviera marcado como finalizado. Y su computadora parecía un árbol de navidad encendido con todas las luces que le indicaban las llamadas perdidas, los correos sin leer, las tareas vencidas… Como todos los días, cerró los ojos, suspiró profundo, y se hundió en el mar de imposibles que pululaban como zamuros alrededor de aquellas láminas que con tanta esperanza había presentado, y que contenían su plan. Un plan que, como todos los años, sería sólo utilizado para mostrarle que todo su esfuerzo había sido en vano ya que no había podido alcanzar ninguna de las metas que había establecido.

Un año en perspectiva…


Mi última publicación fué casi hace un año. No tomé la decisión de dejar de escribir; de hecho, no he dejado de hacerlo, pero las circuntancias comenzaron a sobrepasarme y puse en una prioridad menor el compartir lo que pienso como lo he hecho desde hace tanto tiempo. Lo que sí hice fué mantenerme escribiendo sobre la base diaria, o al menos intentándolo, y al leer todo lo que ha sucedido, veo que tengo material como para un libro que podría llegar a ser un Best Seller. Muchas veces uno sueña con oportunidades esperando que se presenten con Bombos y Platillos anuciándose como tales, pero la realidad es que sólo al mirar atrás y ver lo que se ha logrado, es que se pueden ver los logros y resultados de dichas oportunidades.

Retos en áreas que jamás pensé que me tocarían; Roles simultáneos; Situaciones muy delicadas; Decisiones radicales sobre cambios de planes… Y aquí estoy! Sintiéndome renovado y con mucha fuerza para asumir muchas y mayores responsabilidades.

En un evento reciente con todo el equipo de Líderes con quienes tengo el honor de trabajar, comentaba cómo en el útimo año habí logrado alcanzar las metas laborales que me había propuesto. Y me preguntaron cómo lo había logrado. Mi respuesta se remontó a una de las primeras oportunidades que tuve, hace unos 30 años, y cómo la actitud que afortunadamente tengo me ha llevado dónde estoy. Les decía que debían establecer sus metas, trabajar de manera constante, y aprovechar cada oportunidad. Eso sí, aclaraba yo, «las oportunidades no se presentan anunciándose como tales». Les comenté que la única manera de saber si se había aprovechado una oportunidad era luego de haberlo hecho. Suena un poco disparatado, pero no conozco otro método que el que yo mismo he utilizado. Se presenta una situación que de entrada presenta retos que van más allá de lo que uno considera que debe o puede atender; las dudas lo inundan a uno; generalmente salen a la luz pensamientos como «no me pagan para eso», o «por qué yo y no otro»; y al final, sólo hay una persona que puede decidir: uno mismo. Se puede pensar en la suerte, pero no es determinante su influencia. Solo la decisión tomada, la constancia y la preparación previa son las que guían el proceso, hasta que un día, cuando se ve lo alcanzado, la impresión hace que surja el orgullo y la incredulidad por lo alcanzado…

Sigo adelante, confiado en mis capacidades, y preparándome cada día para lo que me pueda deparar el destino. Ya no me preocupa qué me tocará, sino estar preparado para lo que llegue. Y, compartir, compartir mi experiencia para que otros, en su proceso de preparación, la puedan utilizar como guía.

LA VINOTINTO: Ejemplo de Constancia, Esperanza de un País!


Como de costumbre, hago algo en mi computadora. Es inevitable tener el televisor sintonizado en el juego de fútbol en el cual juega nuestra Vinotinto. Como no soy realmente aficionado (a ningún deporte), sólo escucho, de espaldas entretenido en mis divagaciones digitales. De repente, toda la urbanización se oye en un sólo aliento, todos al unísono gritan: «GOOOOOOOOL!». Como es normal, me emociono, volteo, y celebro ese Gol, que minutos después, le da la victoria a nuestro equipo. Y entonces pienso en eso de «nuestro equipo», y recuerdo que no todo el tiempo fué así. Quizás algún fanático y conocedor del tema (como @jmonsalveleal) corregirá mucho de lo que expreso, pero hablo desde mi punto de vista, de un venezolano no fanático, como indiqué anteriormente, de ningún deporte.

Aún recuerdo la emotividad que expresé cuando me enteré de las palabras que, ahora se supone que no, dijo Hugo Sánchez. Tampoco es que recordaba mucho la trayectoría del en ese momento acusado, aunque si recordaba que era un jugador famoso. A pesar de todo, sentí que se habían metido con algo mío, y en respuesta, proferí los insultos más soeces, esperando que el acusado se viera abrumado por la fanaticada del equipo vituperado, lo cual se logró. Pero, nuevamente, y después de recibir algunos consejos de que «bajara el tono», nuevamente me sentí extrañado de estar defendiendo a la Vinotinto de esa manera, cuando realmente no soy fanático (por tercera y espero última vez lo digo) ni del fútbol ni de ningún deporte. Pero es que sentía que se habían metido con «los perolitos del pesebre». Pero no entendía muy bien el exceso de emotividad que me había inundado. Sólo pensaba que si la Vinotinto era un mal equipo, era NUESTRO equipo, y nosotros, quienes vivíamos por el mismo, éramos los únicos con derecho a hablar mal del mismo. Pero definitivamente, seguía extrañado por la actitud asumida, lo cual me llevó a pensar que si como yo estábamos todos, pues entonces el país entero estaba unido en una causa no sólo noble, sino engrandecedora, como es el Orgullo Nacional. Y eso se lograba por la constancia de quienes han pertenecido a la Vinotinto, en todos los puestos (Directores Técnicos, directivos, Jugadores, etc.), quienes han seguido adelante, independientemente de las vicisitudes por las cuales ha tenido que pasar, lo cual incluye, irremediablemente, aquello que confieso que tanto dije: «jugaron como nunca, perdieron como siempre». No se amilanaron ante nada, y hoy nos ofrecen una oportunidad de triunfo, que realmente no importa si lo logran o no (Ojalá que si!); lo importante es que ya son ganadores, ganadores del aliento de 25 millones de personas, que sufrimos cuando vemos que viene el gol (propio o ajeno), que celebramos los que metemos, sufrimos por los recibidos, pero que en cualquier caso, independientemente de los colores que llevemos por fuera, por dentro somos todos VINOTINTO!
Ahora bien, inevitable es relacionar el tema del Orgullo Nacional con la situación actual de nuestro país. No se trata de politizar el deporte, cosa que sólo pueden hacer quienes sufren de profundos males sociales, pero definitivamente, la vida de un país puede afianzarse con una buena política deportiva. Aquí, leía como se ofreció la entrega de una instalación para la selección nacional, que «por ahora» es, como muchas otras cosas, sólo planos y maquetas. A pesar de que no es sólo la entrega del Pabellón Nacional, sino el apoyo irrestricto a nuestros atletas, en todas las disciplinas, nuestra Vinotinto (y en honor a la verdad, muchos otros compatriotas en distintas disciplinas) ha salido adelante. Pero, por qué no ir más allá? Por qué no unirnos seriamente alrededor de nuestra selección, así como en la historia que inspiró la película «Invictus»?. Esa película trata de Nelson Mandela y su uso de la Copa del Mundo de Rugby de 1995 como una oportunidad para unir al país. Ese torneo significó el regreso de la selección Sudafricana a las competencias oficiales, tras no participar en las justas anteriores por las sanciones impuestas al país debido a su política de apartheid. A pesar del tiempo pasado y de las circunstancias, el equipo local terminó consiguiendo el título, uniendo al país en torno al deporte. El título de la película viene del hecho de que Mandela tuvo el poema en una hoja de papel mientras estuvo en prisión, lo cual le ayudó a sobrellevar su encarcelamiento. Ante las dudas, Mandela le escribe el poema al capitán de la selección surafricana antes del comienzo del campeonato. Una versión del poema Invictus de William Ernest Henley, en español, es la siguiente:

Fuera de la noche que me cubre,
Negra como el abismo de polo a polo,
Agradezco a cualquier dios que pueda existir
Por mi alma inconquistable.
En las feroces garras de la circunstancia
Ni me he estremecido ni he llorado en voz alta.
Bajo los golpes de la suerte
Mi cabeza sangra, pero no se inclina.
Más allá de este lugar de furia y lágrimas
Es inminente el Horror de la sombra,
Y sin embargo la amenaza de los años
Me encuentra y me encontrará sin miedo.
No importa cuán estrecha sea la puerta,
Cuán cargada de castigos la sentencia.
Soy el amo de mi destino:
Soy el capitán de mi alma.

Como dato importante, en la realidad Mandela le dió a Francois Pienaar, capitán de la selección, un extracto de un discurso de Theodore Roosevelt, «The Man in the Arena», el cual dió en la Sorbona, Francia, el 23 de Abril de 1910. A continuación se trascribe en una traducción al español, el fragmento más notable y famoso de ese discurso, citado en el discurso de renuncia de Richard Nixon el 8 de Agosto de 1974:

No importan las críticas; ni aquellos que muestran las carencias de los hombres, o en qué ocasiones aquellos que hicieron algo podrían haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece a los hombres que se encuentran en la arena, con los rostros manchados de polvo, sudor y sangre; aquellos que perseveran con valentía; aquellos que yerran, que dan un traspié tras otro, ya que no hay ninguna victoria sin tropiezo, esfuerzo sin error ni defecto. Aquellos que realmente se empeñan en lograr su cometido; quienes conocen el entusiasmo, la devoción; aquellos que se entregan a una noble causa; quienes en el mejor de los casos encuentran al final el triunfo inherente al logro grandioso; y que en el peor de los casos, si fracasan, al menos caerán con la frente bien en alto, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas que, frías y tímidas, no conocen ni victoria ni fracaso.

Ya se puede ver, entonces, como nuestros «Hombres en la Arena» han sabido sortear cuanto han tenido, para unirnos a todos. En días como hoy, al ver cómo jugó NUESTRO equipo, recuerdo también una película que vi hace mucho tiempo, llamada FUGA A LA VICTORIA (Victory era su nombre original), que mucho tiempo después me enteré que estaba inspirada en un hecho real llamado El Partido de la Muerte, realizado el 9 de agosto de 1942, donde el FC Start, un equipo de ex-jugadores del FC Dinamo de Kiev (en su mayor parte) se enfrentó al más potente equipo alemán, en la época en que Ucrania estaba ocupada por el III Reich. Los jugadores, a pesar de ser advertidos que de no perder morirían todos, ganaron y humillaron a los alemanes para el delirio colectivo. Pocos días después las amenazas se cumplieron…

El ejemplo de la Vinotinto es importante. Es un ejemplo de lo que se puede lograr. No importa el sacrificio por el que haya que pasar, si se mantiene la constancia, se obtendrá la Victoria. Y esa Victoria, precisamente, es la demostración de que siempre hay esperanza. La esperanza de Venezuela está en la Vinotinto, y la Vinotinto, es la esperanza de Venezuela. SI HAY FUTURO!

Agradezco a Juan Zambrano (@zrjc) por la idea de escribir sobre el tema…