Guerra a la Esperanza (pero no ganarán!)


Recuerdo cuando en la universidad anunciaban las visitas de las empresas que iban a reclutar gente. Las grandes iban y los mas avanzados, quienes buscaban pasantias, tesis o simplemente trabajo, llenaban las planillas para ser entrevistados. Sólo los mejores eran elegidos.
También recuerdo cómo celebrábamos cuando algún amigo entraba a trabajar en Intesa, PDVSA, sidor o cualquiera de las empresas básicas de guayana, donde en particular había mucha relación con la Escuela de Ingenieria de Sistemas. Y gran admiración se tenia también por aquellos que lograban entrar a la universidad como Profesores, o los que por algún proyecto terminaban trabajando en, por ejemplo, el IVIC.
Ahora, no existen las empresas básicas del estado; tampoco están todas aquellas empresas que iba a reclutar personal, y las que quedan, por experiencia propia, no necesitan salir a buscar los mejores, ya que les llegan miles de CV a diario de todos los que egresan de las universidades, en ese periplo temporal mientras logran irse del país (ambos); PDVSA… Ya ni procesa petroleo, básicamente por la destrucción voluntaria de todo cuanto la componía; las universidades pasan por uno de sus peores momentos, en el que el valor de un Profesor equivale a unas milésimas de militar; y el IVIC, ahora oficialmente condenado a muerte.

Miles de profesionales buscan como sobrevivir en un país donde se desprecia la excelencia. Un país que es reconocido en el exterior por la calidad y excelencia de todos cuantos han salido de nuestras universidades y ahora generan bienestar donde les ha tocado vivir. Y, así como recursos naturales, aun quedamos aquí muchos, miles, millones de personas con todo lo necesario para sacar este país adelante.

Seguirán intentando acabar con nuestra esperanza, pero jamás lo lograrán! Los que estamos aquí seguiremos luchando por nuestro futuro, seguros de que llegado el momento, contaremos con el apoyo de todos cuantos están afuera, preparándose, aprendiendo y definitivamente listos para regresar a darlo todo, como siempre, por Venezuela.

Guerras por doquier


No soy experto militar, pero si fanático de las películas de guerra. Desde muy joven me senté a ver las películas con mi papá. John wayne como un boina verde, «por quién doblan las campanas», «el puente sobre el río kwai». Rambo, Chuck Norris, y las miles mas que han salido en los últimos 30 años al menos. Libros como «la batalla de Inglaterra» y muchos otros mas. En todos esos casos la guerra se mostraba de una manera uniforme: dos enemigos, luchando por derrotarse y hacerse de las pertenencias del contrario. Dos enemigos conocidos, identificados, que se sabían de que lado estaban y lo que hacían. Y en los casos en que aparecían ninjas, la inteligencia lograba identificarlos. Al final toda guerra, tanto las reales como las imaginarias, terminaban con golpes certeros de parte de alguno de los involucrados, con lo cual el contrario asumía su derrota y era el final. 

En mi paso por la Escuela de Ingenieria de Sistemas conocí la Investigación de Operaciones. Nacida básicamente en la guerra, buscaba los métodos que aseguraran la mayor efectividad en cuanto a lograr ganar la guerra. Y la inteligencia militar ha sido históricamente imprescindible y factor fundamental para descubrir a tiempo los planes del enemigo, para anularlos y así lograr el triunfo.
En Venezuela estamos en guerra. Bueno, mas que en guerra, estamos en «guerras». Educativa, ambiental, impositiva, farmacéutica, medica, histórica, escatologica, infantil, senil, ideológica, sismológica, teológica, piramidal, sinusoidal, psicológica, pedagógica, termologica, ancestral, transexual y muchas guerras mas han sido anunciadas por nuestro presidente, pero de todas la que destaca es la económica. Esta resulta ser una guerra que, de acuerdo al presidente, afecta solo a Venezuela, y de tal manera que desde no tener con que limpiarse los intersticios anales hasta la caída de los precios del petróleo son consecuencia del ataque de nuestros súper enemigos. A diario y con mucho orgullo nos informan en cadena nacional que todo cuanto nos pasa es por la guerra económica. En lo personal, agradezco al presidente que me mantenga informado. Pero presidente, de vez en cuando quiero saber que hacemos algo en contra del buró del mal, del congreso del infierno, del ejército del Malamén. Pero no! Pareciera que ni las armas, ni los militares, ni nadie en este país pueden contra el escurridizo enemigo. 
Noticias como «atrapado Lord Voldemort mientras introducía acciones explosivas en la bolsa de valores de Caracas», o «interceptada Cruela de Vil mientras vendía a los buhoneros harina pan rendida con yuca rayada», «citado Lex Luthor por solicitudes falsas de divisas», dejarían ver que estamos avanzando en la defensa. Pero no. Aquí no hay enemigo. «Ellos», «los que ustedes saben», «el pelucón», «la oligarquía», son, según nos narra el presidente, los culpables. Y lo mas triste es que mientras seguimos bajo el ataque económico que nos mata de gediondez, hambre y desesperación, nuestros militares nos aturden con el campaneo de sus medallas, medallas que se supone los identifican como expertos en defensa y ataque, que es para lo que entiendo se entrenan, pero que a la luz de los resultados, parecieran ser premios que venían en las cajas felices de McDonalds.
Churchil dijo: «La guerra es una invención de la mente humana; y la mente humana también puede inventar la paz». Ya que la guerra no ha funcionado como argumento, intenten con la paz, lo cual eliminará las diferencias sembradas de manera maliciosa e interesada entre los venezolanos, y definitivamente nos llevará, como pueblo unido, a rescatar el país que necesitamos y merecemos.

Dicotomía Venezolana: Guerra y Unidad


LA GUERRA ES PAZ
LA LIBERTAD ES ESCLAVITUD
LA IGNORANCIA ES PODER

En Venezuela, según el gobierno, vivimos en Guerra. Guerra económica, guerra a la corrupción, guerra al imperio, guerra al contrabando, guerra al capitalismo y últimamente, guerra a la Unidad.
Por otro lado, tenemos una Unidad en guerra, y una guerra por la Unidad. Total, que de un tiempo para acá todo lo que nos rige tiene que ver o con la guerra, o con la unidad, o con cualquier forma de combinación entre ambos conceptos.

La guerra es bastarda. Bastarda porque no tiene apellido, y si se le coloca, no hay apellido que le quede bien. Guerra es Guerra. Es un enfrentamiento entre dos partes opuestas. Y para un pueblo como el venezolano que no ha vivido en guerra desde hace 200 años, la guerra es solo un argumento para una buena película. Por eso es que nos quedamos tan tranquilos ante la insistencia de que estamos en guerra, simplemente porque no sabemos lo que ese concepto es.

La Unidad es la propiedad que tienen las cosas de no poder dividirse ni fragmentarse sin alterarse o destruirse. En Venezuela el termino está como secuestrado por el ámbito político, ya que definirse en unidad se interpreta como perteneciente al conjunto de personas «unidas» por el deseo de un cambio de rumbo. En mi criterio, mas que unidad, a eso debería llamársele «cambio» o cualquier otro epíteto, pero no unidad.
La unidad siempre será un prefijo positivo a cualquier palabra o concepto. «Unidad democrática» suena muy bien, aun cuando no se haya logrado tal fin; «unidad socialista», «unidad pragmática» y hasta «unidad nazi» suena bien. El problema está cuando se quiere aprovechar el termino de la unidad sin considerar las implicaciones intrínsecas. Unidad no es «estar juntos». Unidad es ser indivisibles en el tiempo a pesar de cualquier circunstancia.

No se trata, entonces, de decidir si estamos en guerra o en unidad. Se trata de contar con la libertad de poder decidir, simple y llanamente, sin preocuparse por consecuencia alguna, todo a la sombra de un sistema político que asegure el bienestar de todos y cada uno de los venezolanos por igual.

La realidad venezolana se parece cada día mas a lo escrito por George Orwell en su libro 1984. En el libro, se puede leer:

«…Se espera que hasta el mas modesto de los afiliados al Partido sea competente, trabajador y hasta inteligente, dentro de los limites estrechos, pero también se requiere que sea un fanático iluso y crédulo, en cuyo humor prevalezcan el temor, el odio, la adulación y un triunfalismo frenético. En otras palabras, es necesario que tenga una mentalidad apropiada para un estado de guerra. No importa que la guerra acontezca en realidad porque, como no es posible una victoria decisiva, tampoco importa si la guerra va bien o mal. Sólo se requiere que exista un estado de guerra…»

En un resumen del libro se encuentra la siguiente información:

El Partido es la organización a la que han de pertenecer todas las personas, a excepción de los «proles», que con todo, constituyen la inmensa mayoría de la población. Estos últimos están mantenidos en la miseria más abyecta, pero se les entretiene de diversas formas por parte del Partido para preservarlos contentos en su situación. Prácticamente sólo saben obedecer órdenes y se los considera incapaces de rebelarse; se les conceden los mismos derechos que a los animales y, de hecho, la Policía del pensamiento apenas los vigila: «a los proles se les permite la libertad intelectual porque no tienen intelecto alguno».
La familia es apenas tolerada por la ideología del Partido; es una práctica común la denuncia de traición al partido por parte de hijos pequeños a sus padres.
Los lemas del Partido son:
«Guerra es Paz, Libertad es Esclavitud, Ignorancia es Fuerza»
En la novela un miembro del Partido, O’Brien, explica su significado, invirtiéndolos.
  • La Guerra es Paz: ya que la guerra provoca que los ciudadanos no se levanten contra el Estado ante el temor al enemigo; de esta manera se mantiene la paz. Por eso O’Brien dice que su verdadero sentido sería: «Paz es Guerra»
  • La Libertad es Esclavitud: pues el esclavo se siente libre al no conocer otra cosa, de este modo; «Esclavitud es Libertad»
  • La Ignorancia es Poder: debido a que la ignorancia evita cualquier rebelión contra el Partido, por lo cual «El Poder es Ignorancia», concluye O’Brien.

A la luz de lo indicado hasta ahora, se hace evidente la intención de mantenernos imbuidos en el concepto de guerra. Para todo estamos en guerra, incluso por y para la unidad. Por ello, se hace urgente olvidar ese concepto, no comportarnos como en guerra contra estar en guerra, y simplemente estar en Paz. Solo cuando lleguemos a ese punto, lograremos reconocernos como pares y unirnos para mantener el estado sociopolítico que decidamos. Porque si seguimos como vamos, solo seguiremos siendo parte del proceso de acompañamiento por la guerra, en lugar del de unidad por la paz.