Mes: octubre 2013
El Efecto Melamed
Recorro la ruta del tercer medio maratón que hago en el año. Como de costumbre, se me hace presente la emoción en forma de nudo en la garganta cuando lo veo. Todo plan, toda estrategia, toda duda desaparece en ese momento. Me uno a la celebración de todos los que lo ven y pasan: «vamos Maickel!» gritan muchos, excepto yo impedido por el flujo de emoción que me inunda. La emoción se mantiene y recuerdo ese camino que me llevó a estar compartiendo con él, a ese momento en que decidí aventurarme, a estar buscando, simplemente, ser como él.
Aquel 24 de diciembre del 2010 íbamos de madrugada a estar con nuestra hija en casa de sus abuelos. En la vía, bajando a Morón, siento que la vía se mueve. Luego de caer en cuenta que no era la vía, busco orillarme antes de perder el sentido. Detengo el carro, y en medio de un sudor muy frío le digo a mi esposa que estaba muy mal. El colesterol y los trigliceridos producidos por mis casi 160 kilos me pasaban factura. Luego de recuperar el aliento, decido continuar, y en esa larga ruta hasta Valera pienso, reflexiono. Pudimos tener un accidente. Pudimos perder todo. No puedo seguir como si nada. Decido comenzar de inmediato a tomar decisiones. La primera, comenzar a cuidar lo que comía. A pesar de las risas y los comentarios, paso los días decembrinos sin hacer lo de costumbre: comer y beber sin límite.
El 24, o el 31, llega el momento en que se comienzan a hacer las promesas. Acompañado de mis dos concuñados, y mi amigo Johnny, prometemos, no recuerdo por qué, que el año siguiente estaríamos los 4 corriendo la Caracas Rock.
De regreso a Caracas, decido comenzar a hacer ejercicios. Como mil veces comencé, alentado (y muchas veces obligado) por mis padres y mis tías Aura y Sara. Cuanta preocupación de todos por esa gordura que me caracterizaba, y que ahora, finalmente, se hacia mía. Me puse mis shorts, mis zapatos de goma, y bajé al parque de la urbanización. Esa bajada, que luego medí y pude saber que era de 1,5kms, no representó dificultad alguna. Algunas vueltas en el parque, cada una de unos 300 mts, y ya me estaba sintiendo cansado. Decidí regresar por la otrora bajada, envocándola con decisión, pero a mitad de camino no pude más. Tuve que sentarme en la entrada a uno de los edificios, y llamar por transporte usando el celular. Sabia decisión el habérmelo llevado, aunque la falta de aire prácticamente no me dejaba ni hablar.
Me mantuve fiel a la dieta, y empeñado en el ejercicio. A los 4 meses ya daba mas vueltas y subía caminando, pero no era suficiente. Un día, decidí combinar trote con la caminata. Daba una vuelta al parque caminando, y una trotando. Así me mantuve como un mes más, hasta que decidí irme a conocer el perímetro de la urbanización: la cota mil. Es de esos detalles que se hacen invisibles. Años viviendo allí y nunca se me había ocurrido ir a la cota mil. Así comencé a recorrerla. Primero no mas de 3 kms entre ida y vuelta. Pensaba que dominaba las subidas, y era solo una de las de la urbanización. Las de la cota mil eran otra cosa! Domingo a domingo iba, e incrementaba la distancia, hasta que un día decidí no caminar mas. Al poco tiempo, se presentó la oportunidad de inscribirme en una carrera. La tercera valida del circuito gatorade de aquel 2011 fue mi primera carrera. Sobre esa carrera escribí en su momento (ver De metas dementes). Comencé a seguir gente que me recomendaban en twitter, como runners venezuela, soymaratonista.com y muchos más. Comencé a manejar la jerga, los detalles, y por supuesto comencé a escuchar sobre Maickel Melamed. Leí sobre el, y me pareció impresionante lo que hacía. Compartí con el carreras, y se convirtió en un ejemplo a seguir.
Llegó Octubre de aquel 2011, y cumplimos nuestra promesa de hacer el Caracas Rock. Por esos días, al final de la carrera de Unicef, discutíamos las razones por las cuales era peligroso hasta pensar si participábamos en la media maratón CAF. Argumentabamos, esgrimiamos razones por las que debíamos esperar mas tiempo, hasta que vimos que pasaba Maickel, en su entrenamiento para el Maratón de Nueva York (si no recuerdo mal). Obviamente se hizo un silencio sepulcral entre nosotros, el cual era roto por los aplausos y vítores que le daban a Maickel. Luego que pasó, no pude mas que decir «coño, el va para un maratón, y nosotros decidiendo si hacemos media maratón?». Luego de algunos minutos de mas silencio, quedamos en que ese mismo día nos inscribiriamos en la media maratón de Caf. La hicimos, y 2 años después, pasaba a Maickel, ya considerado MI amigo, en vías a finalizar mi tercera media maratón del año, logrando un nuevo PR.
Pero, que es lo que ha logrado Maickel Melamed?
Siento tanta vergüenza cuando en una carrera, dicen que darán salida a los atletas «discapacitados»… Atletas que salen antes que yo, y llegan mucho pero mucho antes que yo haciendo tiempos que ni en sueños lograría, poniendome a dudar de su discapacidad, y palpando la mía. Quienes han tenido oportunidad de correr una carrera saben lo que significa mantener un ritmo por hora y media o dos horas (nosotros los terrestres). Saben lo que significa escalar la llamada «pared», responderse positivamente la pregunta de qué se está haciendo en esa bendita carrera, o lo que se requiere para vencer la merma del rendimiento por el esfuerzo realizado y sacar energía para rematar en el último kilometro, en los últimos metros… Maickel ha pasado por eso en jornadas de 18 horas y más, para finalizar incluso celebrando, y ya planificando su participación en el siguiente evento, aun mas exigente que el que está terminando. Es una prueba fehaciente del milagro en que todos nos podemos convertir, eso si, con disciplina, esfuerzo y dedicación. Es una alarma ante esos «peros» que nos autoimponemos. Es la demostración viviente (y andante) que para lograr hasta las metas mas dificiles, imposibles, no es la fuerza, el físico, los músculos ni el equipo lo que se necesita para alcanzarlas, sino la voluntad. La voluntad y, imposible no reconocerlo, una mezcla de muchos otros factores, entre ellos los mencionados, que en conjunto y bien orquestados nos llevarán a hacer eso que cualquiera, con un pensamiento lógico y una visión cuando menos tradicional, asegurarán que es imposible.
Espero poder mantenerme como compañero de rutas de Maickel. Que a pesar de mi incapacidad, pueda alcanzarlo y, con ese nudo en la garganta, aplaudirlo para seguir en la vía hacia mis sueños. Y, para el año que viene, espero poder entrar en la liga de Maickel, al finalizar el Maratón Caf, en el cual ya me inscribí, y para el que entreno, siempre contando con el «Efecto Melamed» como guía.