La Magia del Contexto


Desde que supe que iba a ser Papá, decidí que le dejaría a mi hij@ toda la información posible para que cuando le llegara el momento de preguntarse «de dónde vengo?», pues tuviera las respuestas a la mano, sin que dependieran de que alguien, como yo, se las dijera. Esta decisión estuvo basada en mi experiencia personal, ya que las circunstancias de la vida no me permitieron llegar al momento de poder sentarme con mis padres y preguntarles todo sobre todo.

Como elemento interesante, me dejaron muchos recuerdos, la mayoría en fotografías, de distintos momentos que vivimos, pero nuevamente, más allá de disfrutar las mismas, siempre me surgen preguntas, y es cuando extraño el contexto en el que están envueltas cada una de esas imágenes.

Desde que tuve oportunidad me dediqué a documentar todo cuanto hago, de manera que cuento con muchas miles de fotos, pero el punto es que sólo yo recuerdo la razón por las cuales las tomé. Aprovechando la pasión por escribir que afortunadamente heredé, desde meses antes de que naciera mi hija comencé a escribirle acerca de todo el proceso por el cual pasábamos todos a su alrededor. En aquellos días comencé con un cuaderno, que hoy en día se ha convertido en un libro en formato digital, lo que me permite aprovechar de agregarle todos los documentos multimedia que tengo, y en el proceso de actualizarlo, se me acumulan mas cosas en la cabeza de las que puedo capturar con la velocidad de mis manos, y caigo en cuenta de lo relevante que es el contexto en todo lo que hacemos.

En medio de esos pensamientos, escucho la canción de Cat Stevens Father and Son, y recuerdo cómo hace unos 30 años la escuchaba y me imaginaba a mi papá hablando conmigo, y ahora me tengo que preparar para, en algún momento, dar respuestas a mi hija, quizás aprovechando las lecciones de la canción. Definitivamente el contexto tiene un impacto, una magia que puede cambiarlo todo, y está en nosotros buscar la manera de sacarle el mejor provecho.

La Lucha con la Inspiración


Quizás sólo me sucede a mi. Quizás es que trato de hacer algo que no me corresponde, pero siento en lo profundo ese llamado que me empuja a arriesgarme. No resulta fácil coordinar todo lo que se agolpa en mi cabeza. Leo, leo mucho con lo cual lleno ese espacio infinito, y se me ocurren ideas. De allí a concretarlas requiero pasar por este proceso de organizar lo que pienso, con lo que quiero compartir, el efecto que quiero crear, y lo que más se hace presente es la espera… Espera por el momento correcto, por la palabra perfecta, por el párrafo perfecto, por la combinación perfecta… Pero eso no es más que ilusión.

Aquí estoy apostando que al escribir lograré que surja la inspiración. Ese anhelo esquivo que no avisa su llegada sino prácticamente cuando se está retirando. Y lucho, lucho por retenerla, por atraparla entre la combinación de letras que generan mis dedos guiados por ese «algo» que no conozco, pero que reconozco cuando se hace presente.