No soy experto militar, pero si fanático de las películas de guerra. Desde muy joven me senté a ver las películas con mi papá. John wayne como un boina verde, «por quién doblan las campanas», «el puente sobre el río kwai». Rambo, Chuck Norris, y las miles mas que han salido en los últimos 30 años al menos. Libros como «la batalla de Inglaterra» y muchos otros mas. En todos esos casos la guerra se mostraba de una manera uniforme: dos enemigos, luchando por derrotarse y hacerse de las pertenencias del contrario. Dos enemigos conocidos, identificados, que se sabían de que lado estaban y lo que hacían. Y en los casos en que aparecían ninjas, la inteligencia lograba identificarlos. Al final toda guerra, tanto las reales como las imaginarias, terminaban con golpes certeros de parte de alguno de los involucrados, con lo cual el contrario asumía su derrota y era el final.
Guerras por doquier
En mi paso por la Escuela de Ingenieria de Sistemas conocí la Investigación de Operaciones. Nacida básicamente en la guerra, buscaba los métodos que aseguraran la mayor efectividad en cuanto a lograr ganar la guerra. Y la inteligencia militar ha sido históricamente imprescindible y factor fundamental para descubrir a tiempo los planes del enemigo, para anularlos y así lograr el triunfo.
En Venezuela estamos en guerra. Bueno, mas que en guerra, estamos en «guerras». Educativa, ambiental, impositiva, farmacéutica, medica, histórica, escatologica, infantil, senil, ideológica, sismológica, teológica, piramidal, sinusoidal, psicológica, pedagógica, termologica, ancestral, transexual y muchas guerras mas han sido anunciadas por nuestro presidente, pero de todas la que destaca es la económica. Esta resulta ser una guerra que, de acuerdo al presidente, afecta solo a Venezuela, y de tal manera que desde no tener con que limpiarse los intersticios anales hasta la caída de los precios del petróleo son consecuencia del ataque de nuestros súper enemigos. A diario y con mucho orgullo nos informan en cadena nacional que todo cuanto nos pasa es por la guerra económica. En lo personal, agradezco al presidente que me mantenga informado. Pero presidente, de vez en cuando quiero saber que hacemos algo en contra del buró del mal, del congreso del infierno, del ejército del Malamén. Pero no! Pareciera que ni las armas, ni los militares, ni nadie en este país pueden contra el escurridizo enemigo.
Noticias como «atrapado Lord Voldemort mientras introducía acciones explosivas en la bolsa de valores de Caracas», o «interceptada Cruela de Vil mientras vendía a los buhoneros harina pan rendida con yuca rayada», «citado Lex Luthor por solicitudes falsas de divisas», dejarían ver que estamos avanzando en la defensa. Pero no. Aquí no hay enemigo. «Ellos», «los que ustedes saben», «el pelucón», «la oligarquía», son, según nos narra el presidente, los culpables. Y lo mas triste es que mientras seguimos bajo el ataque económico que nos mata de gediondez, hambre y desesperación, nuestros militares nos aturden con el campaneo de sus medallas, medallas que se supone los identifican como expertos en defensa y ataque, que es para lo que entiendo se entrenan, pero que a la luz de los resultados, parecieran ser premios que venían en las cajas felices de McDonalds.
Churchil dijo: «La guerra es una invención de la mente humana; y la mente humana también puede inventar la paz». Ya que la guerra no ha funcionado como argumento, intenten con la paz, lo cual eliminará las diferencias sembradas de manera maliciosa e interesada entre los venezolanos, y definitivamente nos llevará, como pueblo unido, a rescatar el país que necesitamos y merecemos.