Mentir como Líder: el costo invisible que destruye equipos


Fernando J. Castellano Azócar

En el liderazgo las mentiras no viajan solas. Llegan con tres compañeros inseparables: confusión, fricción y desalineación.

Un líder (y cualquier persona) puede recuperarse de un error, pero rara vez de una mentira, no porque la gente sea rencorosa sino porque la mentira rompe algo más profundo que la confianza: rompe la capacidad del líder de generar claridad, y sin claridad, no hay ejecución.

Para entender cómo las mentiras afectan la gestión y el liderazgo voy a usar un marco sencillo que encontré (no tengo la fuente) que es muy revelador al definir los tipos de mentiras que se dicen y a quién. De ahí surgen cuatro comportamientos que todos hemos visto… y que todos debemos evitar.


El Engañoso – Miente sobre los hechos a otros

Este es el líder que manipula, oculta o distorsiona información.

No es que no sepa: no quiere que otros sepan.

  • Cambia cifras.
  • Omite detalles críticos.
  • Presenta medias verdades como si fueran hechos completos.

El resultado es inmediato: la gente deja de creerle.

Y cuando un equipo deja de creer en su líder, deja también de seguirlo.


El Delirante – Miente sobre los hechos, pero a sí mismo

Este es más peligroso aún. Es el líder que se cree su propio cuento.

  • No enfrenta la realidad.
  • Gira instrucciones en base a deseos, no a hechos.
  • Mantiene un optimismo que sustituye la disciplina.

Este tipo de mentira destruye la capacidad de priorizar, corregir y aprender.

Un líder que no ve la realidad no puede liderar nada.


El Doble Cara – Miente a otros sobre sus valores

Aquí no se trata de datos. Se trata de carácter.

  • Es quien predica integridad, pero actpua por conveniencia.
  • Exige responsabilidad, pero no rinde cuentas.
  • Pide respeto, pero no respeta.

La conscuencia es siempre la misma: La cultura se corrompe.

La gente aprende rápido que los valores son opcionales… y cuando los valores pierden fuerza, la empresa también.


El Desmoralizado – Se miente a sí mismo sobre sus valores

Este es más silencioso, pero igual de destructivo.

Es quien se cuenta historias para justificar lo que sabe que está mal:

  • «No tuve opción».
  • «Todos lo hacen».
  • «Es solo esta vez».

El problema es que cada pequeña mentira moral erociona la identidad. Y un líder sin identidad se derrumba desde adentro (termina agotado, cínico, sin convicción).


Liderar no es sólo mover recursos o tomar decisiones. Liderar es ser un punto de referencia ético y operativo.

Las mentiras -grandes o pequeñas- producen tres efectos inevitables:

Reducen la velocidad del equipo

  • La gente comienza a verificar todo.
  • Pierden tiempo.
  • Pierden energía.

Dañan la calidad de las decisiones

  • Las decisiones se basan en la realidad, no en narrativas.
  • Cuando la realidad se distorsiona, la estrategia también.

Erosionan la autoridad moral del líder

  • Puedes liderar por posición un rato, pero solo puedes liderar por influencia si hay confianza.

Lo interesante de éste tema es que no hay combinación posible de los comportamientos presentados. Un líder no debe mentir, y para ello debe tener:

  • Valentía para ver la realidad como es.
  • Transparencia para compartirla aunque sea incómodo.
  • Responsabilidad para sostener los valores incluso cuando no conviene.

Porque ese es el estándar del liderazgo que crea equipos fuertes, culturas sanas y resultados sostenibles.

Ese es el liderazgo que deja huella.

Ese es el liderazgo que NO necesita excusas.


Comentarios

Deja un comentario