El arte de delegar (o cómo sobrevivir al síndrome del esfínter agotado)


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Por: Fernando J. Castellano Azócar

Siempre pasa.

Siempre llega el momento en que se requiere hacer un trabajo sumamente importante. Se tiene la presión de alguien más, que requiere respuesta inmediata del equipo que uno lidera. La actividad ha sido programada esperando este momento. Se preparó todo. Se practicó lo que se debía hacer. Todo listo para cuando llegara este momento, pero justo ahora, no están disponibles ninguno de los que se prepararon (dos para tener plan A y B); no se sabe cómo organizaron las cosas, ni siquiera donde están, y la presión aumenta. Llaman a reunión. Sale a relucir la frase “sabíamos a ciencia cierta que esto lo íbamos a hacer”, y se debe resolver. Confías en que no tienes un grupo sino un equipo. No puede ser nadie imprescindible. Sin siquiera mostrar una gota de sudor, aseguras que se hará el trabajo.

Sales, verificas entre los disponibles quienes pueden asumir el reto. Los llamas, les explicas, exiges que deben dejar lo que estén haciendo, que surgió una necesidad mayor. Si lo llamas ”emergencia” se viene abajo el mundo, ya que asume la solución quien está por encima de ti. Buscas los recursos, “pares” las piezas, y en un arrebato de energía, envías a resolver al equipo recién conformado. Informas que se va a atender el caso, que la gente va en camino, y cuando te preguntan “y si van a saber hacerlo?”, no vacilas en dar tu respuesta: ” por supuesto que si!”, esto, mientras aprietas el ano y, si eres adepto a alguna religión, imploras que todo salga bien…

Al final, desastre total. Había que coordinar con el cliente, y no se hizo. No consiguieron todas las piezas. No supieron como conectarlas, así que básicamente, se perdió el esfuerzo, la confianza del cliente, y en cierto porcentaje, la capacidad de controlar el esfínter.

Delegar es sinónimo de confiar. Se confía, dependiendo de la tarea que se esta delegando, en la madurez, en la experiencia, en la capacidad de resolución de problemas o, en el mejor de los casos, en la combinación de estos y otros factores. Por ello, no siempre se puede delegar en la misma persona, lo cual es una ventaja de contar con un equipo. Pero, como se logra conformar un equipo? Eso depende, y definitivamente es un tema que da para otro artículo.

Y, para delegar, se requiere una confianza recíproca, porque a quien se le delega una responsabilidad, debe confiar en que si se hace es porque se esta seguro que puede cumplir a cabalidad con dicho compromiso, lo cual requiere, definitivamente, mucho de Liderazgo.

Total, que quienes tienen como tarea diaria liderar equipos de trabajo, deben aprender a convivir con ese “síndrome de esfínter agotado”. Y el mejor ejercicio que pueden hacer para combatirlo, es contar con equipos maduros, cohesionados y efectivos, de manera que se disminuya al mínimo cualquier duda con respecto a la capacidad de cada uno de sus miembros.

Disciplina y Constancia


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A menudo me pregunto cómo hacer la diferencia y la respuesta es que debo amar lo que hago. Pero qué significa eso?

Mi mamá todo lo hacía con mucha pasión y en mis días de adolescencia llegué a pensar que tenía un poder superior porque siempre estaba segura que las cosas sucederían, y la mayor parte del tiempo efectivamente lo hacían, y con el tiempo terminé entendiendo que esa pasión la complementaban dos elementos: Constancia y Disciplina.

Y es que la pasión es indudablemente fundamental, pero no es suficiente ya que no asegura que uno ejecute las acciones necesarias cuando son difíciles o cuando uno ve que los demás se detienen, o incluso cuando los resultados no son evidentes ni visibles. Un caso que viví lo recuerdo constantemente como ejemplo del impacto de la constancia y disciplina que se requieren para lograr las metas propuestas: cursaba por primera vez la materia fundamental de mi carrera con un Profesor que tenía una fama de infranqueable. Entre lo difícil de la materia y mi falta de concentración la última oportunidad que tenía era lo que se conocía el examen de reparación, que daba la oportunidad de aprobar la materia en un último esfuerzo suicida. Por supuesto que estudié como un loco para esa última oportunidad, pero la noche anterior al examen me entró el miedo y me convencí que no pasaría el examen, por lo que decidí no no presentarme. Al día siguiente me llegó el inmenso impacto del destino con lo que llamaría un milagro: pasados unos minutos de comenzar el examen el Profesor le pidió a todos los presentes que entregaran lo que habían hecho ya que había decidido que todos estaban aprobados.

El secreto para alcanzar las metas es muy simple pero nada fácil. Cualquiera puede hacer algo una vez, pero no todos lo hacemos de forma consistente. Hacer una comida sana un día es fácil, pero hacerlo toda la semana no. Hacer ejercicio ocasionalmente es fácil; hacerlo varias veces a la semana no. Muchos no somos consistentemente disciplinados cuando los tiempos son buenos, muy pocos lo son en tiempos de estrés.

Fácil es plantearse una meta independientemente de cómo se le considere, pero para asegurar que se alcanza, lo necesario es la constancia y la disciplina que desarrollemos porque son éstas habilidades las que nos permitirán hacer cosas ordinarias por períodos de tiempo extraordinariamente largos, incluso cuando los resultados apenas se noten. Porque como lo dijo Seth Godin: “Los resultados extraordinarios provienen de gente ordinaria que tiene una disciplina poco común”.

Primero en llegar, último en salir


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Por: Fernando J. Castellano Azócar

En algún momento escuché que «los consejos tienen la virtud de que se pueden tomar o dejar«. En mi vida han sido muchos los que he recibido, de los cuales algunos no corrieron la suerte de ser considerados, y entre los que si tengo siempre presente cuando me dijeron: «para que seas un Líder, debes dar el ejemplo. Siempre debes ser el primero en llegar, y el último en salir«.

Nunca me ha costado cumplir con mi horario de trabajo, de manera que no representaba un mayor esfuerzo el adaptarme a ese consejo. Lo interesante es que me lo decía quien me daba la oportunidad para crecer como profesional, quien se ganó mi confianza, y a quien he considerado como un Mentor. Siempre estaba presente en los momentos críticos, además de que me impresionaba con lo acertado de sus comentarios, así como por la puntería que tenía en sus predicciones.

Hoy en día, luego de muchos años ejecutando el consejo que me dió, veo la importancia que tiene: es un tema de lograr en el equipo al cual se pertenece el desarrollo de uno de los factores de mayor impacto: la disciplina. Entender esto me ha abierto una ventana de oportunidades que busco aprovechar para guiar a quienes forman parte, ahora, del equipo al cual pertenezco. La tarea complicada es cuando se quiere lograr que se cambien constumbres con disciplina, siendo la constancia el medio por el cual se puede alcanzar la meta final.

A pesar de las opiniones, siempre busco ser el primero en llegar, y el último en salir. No es una posición autoimpuesta, sino por el contrario, una oportunidad diaria de darlo todo, de transmitir el compromiso y la energía necesarias para cumplir con las responsabilidades que se tienen, así como convertirse en quien siempre está para quienes lo necesiten.

Cada día, cuando salgo o regreso, recuerdo claramente cuando me dieron el consejo, y me sonrío… muchas veces debo ser incomprendido por hacerlo, pero siempre estaré convencido de que es la actitud correcta.

Gracias Sr. Luis, por la enseñanza. Gracias, sobre todo, por la paciencia y la Fé en mi.-