El Momento Milagroso


Se acerca el fin del año y con el llega la definición del éxito en función de los resultados de lo que hemos hecho (o dejado de hacer) a lo largo del mismo, y dependiendo de lo lejos que estemos todos esperamos ese momento milagroso en el que nos vestimos de gloria.

El bamboo se toma hasta 5 años para desarrollar sus raíces y durante esos años nadie ve que haya progreso, pero el bamboo se mantiene haciendo crecer sus raíces y almacenando energía hasta que de repente toda esa energía acumulada se convierte en un crecimiento exponencial. Este es un ejemplo de cómo se llega a los resultados: lentamente y de repente se alcanzan. Ahora, el problema es que todos queremos los resultados, pero muy pocos (para no decir que ninguno) quiere seguir el proceso que conduce a ellos porque es, aparte de lento, aburrido.

Si con algo lucho a diario es con el hecho de no autoflagelarme porque lo que hago no es visible. Muchos apuntan asegurando que no se está haciendo nada y eso representa un peso enorme, pero lo importante es asumir que no todo progreso es visible. Hay fuerzas, como las del bamboo, que se van generando y acumulando y que al final llevarán al resultado esperado. Y si mi experiencia me ha enseñado algo es que la constancia es imprescindible para alcanzar los resultados. Resulta muy lógico esto, pero cuando se trata de hacer cosas que hasta causan aburrimiento se termina buscando otras por hacer que sean mas entretenidas, y la realidad es que son las cosas aburridas que se hacen de manera consistente las que llevan a un rendimiento extraordinario. La mayor parte del tiempo sabemos lo que debemos hacer pero como no vemos el resultado de forma inmediata nos detenemos; entonces se requiere ser lo suficientemente habilidoso para saber que se está avanzando hacia el resultado a pesar de no ver signos obvios de progreso.

Roma no se construyó en un día, pero fué construída poniendo un ladrillo a la vez.

Ser el Peón


Photo by Randy Fath on Unsplash

Por lo general, cuando a uno le mencionan la palabra «Peón», lo más inmediato es asociarla con el ajedrez, sin embargo, una rápida y sencilla búsqueda da cuenta de todas las distintas definiciones que existen. En cuanto al oficio se refiere, un Peón es un jornalero o trabajador que realiza labores no especializadas o trabaja como ayudante en algunos oficios (Wikipedia); en la jerga militar, hace referencia a un soldado raso (Wikipedia); en la mitología griega, Peón es el nombre de distintos personajes con distintas acciones en la historia (Wikipedia); y, por supuesto, en el ajedrez, es una pieza menor que se dice que originalmente representó a la infantería, pero que también se ha interpretado en la moralidad como los campesinos y la posibilidad de promoción, una metáfora de la posibilidad de movilidad social a través de un camino virtuoso (recto), que se vuelve más valioso a medida que aumenta la posibilidad de promoción (Wikipedia).

Mi suegro, como experto y extremadamente competitivo jugador de dominó, me dijo siempre que había que saber cuándo ser cabeza, y cuándo ser peón, refiriéndose a que según la capacidad para saber las piezas de los demás (él siempre sabía qué piezas tenía cada uno de los jugadores) si se sabía que «el vale» (o compañero) tenía un mejor juego, la estrategia entonces era jugar para que él fuera el que ganara. En mi caso, siempre he sido muy mal jugador, y siempre traté de apostarle a esa estrategia (con grandes éxitos producto de la suerte, sin lugar a dudas). Y es mi experiencia personal que en la vida, y particularmente en el campo profesional, esta estrategia es fundamental para lograr avanzar en el camino del crecimiento.

En el ámbito laboral, independientemente de la posición que se ocupe, siempre hay alguien por arriba de uno, y con alta probabilidad por debajo, pero siempre, siempre, llega el momento en que se debe actuar sujeto a las instrucciones que se reciben, o bien jugar un papel secundario en alguna situación con la información que se tiene, pero totalmente a ciegas con respecto a la información que manejan los demás. Y es en ese momento cuando siempre recuerdo aquellas palabras de mi suegro, y simplemente paso a ser un peón en medio de la batalla que se gesta en el tablero al cual pertenezco. No es nada fácil, en realidad, pero a nivel estratégico es una de las mejores opciones, además de que no es de entera decisión propia. Pero, en el ajedrez, existe la «Coronación del Peón«, donde el Peón tiene la posibilidad de convertirse en torre, caballo, alfil o dama una vez que haya llegado a la octava fila. Así, a medida que el peón avanza, su valor relativo aumenta y se debe evitar que sea bloqueado por las piezas del adversario, que movilizará esfuerzos para impedir su avance, con lo cual el peón se convierte en una figura principal en el juego.

Entonces, con la actitud correcta, y con los objetivos claros, el ser el peón puede resultar uno de los pasos fundamentales en la carrera o la vida de cada uno de nosotros, y que abre la posibilidad de estar en medio de una estrategia donde cada jugada conduzca a su coronación.

En mi caso, han sido muchas las oportunidades en las cuales he tenido que ser el peón. Algunas, muy a mi pesar al comienzo, en otras de forma totalmente voluntarias, pero en todas, tarde o temprano he podido ver y entender la relevancia de ser el peón, lo cual me ha permitido disfrutar, en algunos casos, el momento de mi coronación. Pero sí es difícil asumir ese rol. Se requiere luchar con la frustración de ver otros roles que en principio son de mayor relevancia, y en algunos casos, se debe jugar en equipo, confiando plenamente en que cada quien jugará su posición de forma correcta, para al final, contar con un juego ganado, y esperar que vuelvan a alinear las piezas, para descubrir si se seguirá siendo el peón.

El éxito y la humildad…


El éxito y la humildad se fueron al campo un día. Más pudo la humildad que el éxito que tenía.

Sin lugar a dudas, el éxito y la humildad van de la mano. Es imposible pensar en uno sin el otro. Muchas veces vemos al éxito como el hecho de alcanzar grandes metas económicas que sin lugar a dudas conllevan a tener cosas de gran valor monetario. Sin embargo, para mi, ese resulta ser un modo capitalista y exageradamente simplista de ver el éxito. El éxito, en mi opinión, es lograr la satisfacción en cada cosa que vives. Veo el éxito en mi hija cada vez que llega de la escuela; cada vez que hace sola una tarea; veo el éxito en la reunión con los amigos; veo el éxito en la satisfacción de una labor bien hecha, incluso si el resultado no fué el esperado.

Cuando se le pregunta a alguien si es exitoso, observo que pasan dos fenómenos: el primero es que se debe hacer una comparación inmediata con, no sé, Elon Musk?; y el segundo es que quizás por no verse como dicho personaje, o preferiblemente por el asomo de la humildad, se termina, cuando menos, esquivando la respuesta. Pero la respuesta en todos los casos está de más, porque SI! Todos somos exitosos!. El sólo hecho de despertarse, ya lo hace a uno exitoso entre todos los millones de personas que no lo logran. Y de ahí en adelante la lista de éxitos que logramos en un sólo día es inmensa. Pero, lamentablemente, nos hemos mal acostumbrado a pensar en el éxito sólo desde la perspectiva que nos han metido en la cabeza: Cuánto tengo para demostrarle al mundo que sí alcancé el éxito. Pues en mi caso, si pensara que eso es el éxito, con sólo mirar la ropa o el carro o lo que ha viajado una persona, la pregunta resultaría ridícula, pero mi intención al preguntar es precisamente descubrir los distintos matices del éxito en cada uno de quienes me rodean.

Lo que he descubierto es que el éxito no se predica, sino por el contrario se comparte. El éxito para cada quien es distinto. Es sobrevivir, es alcanzar una meta, es tener a todos sus seres queridos, es escribir un poema… Entonces, al no ser un factor absoluto, no es una realidad fácil de entender por todos ya que cada quien lo verá desde su punto de vista. Pero la realidad es que siempre está allí, y con la dosis de humildad correcta, podremos simplemente esbozar una sonrisa al pensar en lo afortunados que somos por cada éxito alcanzado, mientras el mundo sigue girando gracias a ese aporte que hemos hecho.

Fernando Castellano Azócar

Reflexión de la semana: Descubrimiento 


reflexionesEn las últimas semanas he estado enfrentandome a muchos de  mis temores, de los cuales el más complicado ha sido al cambio. Uno se traza un plan, basado en las condiciones del momento y lo que se prevee que va a ser el futuro, y, como es la vida, de repente todo cambia. Hay quienes tienen capacidad de adaptación rápida, y otros que hemos tenido que aprender por supervivencia, haciendo que el proceso tarde mas tiempo. Lo positivo es que he descubierto que puedo adaptarme hasta a las situaciones más impensables. Comencé la semana con una cita de Brian Gazer: «life isn’t about finding the answers, it’s about asking the questions«. Lo normal es buscar respuestas. Pero cuando se piensa qué preguntas se quieren responder, termina uno descubriendo que son preguntas que otros han hecho. Por ello, es necesario cambiarse de acera y comenzar a ser uno quien haga las preguntas que otro responda. Luego compartí una cita de Betsy Sanders: «Service, in short, is not what you do, but who you are. It is a way of living that you need to bring to everything you do, if you are to bring it to your customer interactions«. En las últimas semanas, entre los cambios que me ha tocado vivir, está el comenzar a aprender lo que forma parte del mundo de las ventas. Para mi sorpresa, llegué a la conclusión de que sabía más de lo que siempre asumí. En primer lugar, no hay mejor manera de comportarse como vendedor que actuar considerándose un cliente. Uno, como cliente, sabe muy bien lo que espera de un vendedor. Ese «feeling», ese «nosequé», el sentir que quien nos está ofreciendo algo es sincero, cree en lo que ofrece, y no busca estafarnos. Y en mi caso, que desde hace muchos años trabajo en el área de Servicios, pues el tema es mucho más profundo. Cuando adquirimos un Servicio, es porque contamos, confiamos en que el mismo va a proveer una seguridad. Nada peor que un cliente que adquiera un servicio por necesidad o por no tener más opción. Termina siendo una especie de secuestro, una relación basada en el síndrome de estocolmo. Y eso está muy mal. Cualquiera vende un Iphone, pero no todos transmitimos la confianza, seguridad y compromiso que se requiere para establecer relaciones alrededor de un Servicio. Luego, una frase muy profunda de Chuck Klosterman: «The villain is the person who knows the most but cares the least«. En lenguaje coloquial traduciría esa frase como «voy a dejarlos que se jodan para luego demostrarles que yo sabía como solucionar el problema». Hoy en día con el boom del Liderazgo, vemos como muchos se hacen llamar como tales pero, llegado el momento, no dan todo por el beneficio del equipo, lo cual los hace caer de ese pedestal a velocidades infinitas y a profundidades inéditas. En los tiempos recientes se ha puesto de moda el tema de la planificación. «Task Lists» y todas las versiones de aplicaciones de seguimiento son al menos tema común hoy en día, y en mi caso, he logrado sentirme menos estresado en medio del mar de requerimientos y expectativas basandome no solo en la planificación sino en la visualización de lo que va a ser cada uno de mis días. Jim Rohn resume de manera magistral lo que siento con su frase: «Never begin the day until it is finished on a paper«. Y cerré la semana con una frase de alguien a quien admiro profundamente desde que lo escuché por primera vez en el podcast de Tim Ferris. Un militar exitoso dedicado a transmitir su experiencia para aplicarla en todas las áreas de la vida, y que en mi caso ha ejercido una gran influencia. De manera muy sencilla, y con su teoría del «Extreme Ownership«, Jocko Willink dice en su libro: «There can be no leadership where there is no team«. Hay quienes se proclaman Líderes basados en sus conocimientos y capacidades, pero no pertenecen a ningún equipo. Si pueden formar parte de grupos de personas reunidas por exigencias laborales, pero que de ninguna manera son un equipo. Y se les va la vida autoconvenciéndose de que el problema es «exógeno» a sus capacidades y conocimientos, cuando la realidad es tan sencilla y patética: no tienen equipo.

Afortunadamente, la vida siempre nos dará las oportunidades que necesitamos. Está en nosotros el prepararnos día a día para poder identificarlas y aprovecharlas. No hay mayor satisfacción que hacer lo que a uno le gusta, e ir descubriéndose a uno mismo. Y mejor aún cuando es en compañía. Hace que uno desarrolle ese sentido de pertenencia que es tan importante al momento de evaluar el camino andado. Se pueden haber cometido errores, pero si sientes que estás en el camino correcto, todo cuanto hagas te irá impulsando hacia tu meta. Y al respecto, al final final de la semana compartí parte de la letra de una canción que me gusta mucho, de Fito & Fitipaldis que se titula Antes de que cuente diez: «Lo que me llevará al fnal, serán mis pasos, no el camino. Ya ves que siempre vas detrás, cuando persigues al destino«.