¿Realmente Necesitamos Estudiar? – (…de experiencia ajena)


Este es el segundo capítulo de la serie “…de experiencia ajena”. Una pregunta que muchas veces me hice es si realmente necesitaba estudiar ya que veía que había quienes sin hacerlo trabajaban y, desde un punto de vista muy simplista, ganaban dinero.

Mi mamá siempre nos dijo a mi hermano y a mi que “lo único que nos dejaría serían nuestros títulos”. Cuando se es joven uno piensa que los padres estarán con uno toda la vida y en ese proceso lo mas natural es llevarles la contraria.

Con un hogar y una familia que eran muy sólidos yo veía las cosas muy superficialmente y no entendía cual era la presión que permanentemente nos aplicaban para que estudiáramos, y mientras estuve en la universidad hice todo lo posible para dejar de estudiar. Discutí muchas veces con mi papá que prefería trabajar a estudiar y así independizarme, lo cual por supuesto representó un problema grave entre nosotros. Para mi lo más importante era ganar dinero, pero afortunadamente mis padres se mantuvieron firmes en su propósito de que lograra graduarme. En esos días no estábamos expuestos a las oportunidades de emprendimiento de hoy en día, como ser “youtuber” o “tiktoker”, pero por supuesto que el sueño de ganar dinero sin saber el esfuerzo que representaba era igual. E insisto, sabiendo que no me faltaba nada para vivir, estudiar no se me hacía necesario ya que tenía la vida asegurada, pero ante esa certeza se presentó el destino. La temprana muerta de mi mamá me hizo caer en cuenta que no hay nada seguro. Con ella desapareció la certeza de la vida hecha y no tuve más que realmente buscar cómo salir adelante por mi mismo. Mi título se volvió una necesidad para garantizar mi futuro así que con mucho esfuerzo logré obtenerlo lo que me permitió comenzar a trabajar de manera forma y afortunadamente en lo que me gustaba. Gracias a mi título y a las circunstancias que se me fueron presentando comencé a formar todo lo que hoy en día soy.

Entonces, mi respuesta a la pregunta es: rotundamente SI!. Para trabajar y ser exitoso no es requisito tener una profesión, pero si se tiene la oportunidad de lograrla se debe aprovechar sin ninguna duda. El tenerla provee un diferenciador, aunque no es el más importante hoy en día, ya que factores como la actitud y la constancia complementan los elementos que permiten perseguir los sueños. Y por supuesto, hacer lo que le gusta a uno, aquello por y para lo que uno se preparó, no tiene precio, así que nadie debe dudarlo. Ante la posibilidad hay que tomar la oportunidad ya que sólo vivirlo hará que valga la pena.

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Ser el Peón


Photo by Randy Fath on Unsplash

Por lo general, cuando a uno le mencionan la palabra «Peón», lo más inmediato es asociarla con el ajedrez, sin embargo, una rápida y sencilla búsqueda da cuenta de todas las distintas definiciones que existen. En cuanto al oficio se refiere, un Peón es un jornalero o trabajador que realiza labores no especializadas o trabaja como ayudante en algunos oficios (Wikipedia); en la jerga militar, hace referencia a un soldado raso (Wikipedia); en la mitología griega, Peón es el nombre de distintos personajes con distintas acciones en la historia (Wikipedia); y, por supuesto, en el ajedrez, es una pieza menor que se dice que originalmente representó a la infantería, pero que también se ha interpretado en la moralidad como los campesinos y la posibilidad de promoción, una metáfora de la posibilidad de movilidad social a través de un camino virtuoso (recto), que se vuelve más valioso a medida que aumenta la posibilidad de promoción (Wikipedia).

Mi suegro, como experto y extremadamente competitivo jugador de dominó, me dijo siempre que había que saber cuándo ser cabeza, y cuándo ser peón, refiriéndose a que según la capacidad para saber las piezas de los demás (él siempre sabía qué piezas tenía cada uno de los jugadores) si se sabía que «el vale» (o compañero) tenía un mejor juego, la estrategia entonces era jugar para que él fuera el que ganara. En mi caso, siempre he sido muy mal jugador, y siempre traté de apostarle a esa estrategia (con grandes éxitos producto de la suerte, sin lugar a dudas). Y es mi experiencia personal que en la vida, y particularmente en el campo profesional, esta estrategia es fundamental para lograr avanzar en el camino del crecimiento.

En el ámbito laboral, independientemente de la posición que se ocupe, siempre hay alguien por arriba de uno, y con alta probabilidad por debajo, pero siempre, siempre, llega el momento en que se debe actuar sujeto a las instrucciones que se reciben, o bien jugar un papel secundario en alguna situación con la información que se tiene, pero totalmente a ciegas con respecto a la información que manejan los demás. Y es en ese momento cuando siempre recuerdo aquellas palabras de mi suegro, y simplemente paso a ser un peón en medio de la batalla que se gesta en el tablero al cual pertenezco. No es nada fácil, en realidad, pero a nivel estratégico es una de las mejores opciones, además de que no es de entera decisión propia. Pero, en el ajedrez, existe la «Coronación del Peón«, donde el Peón tiene la posibilidad de convertirse en torre, caballo, alfil o dama una vez que haya llegado a la octava fila. Así, a medida que el peón avanza, su valor relativo aumenta y se debe evitar que sea bloqueado por las piezas del adversario, que movilizará esfuerzos para impedir su avance, con lo cual el peón se convierte en una figura principal en el juego.

Entonces, con la actitud correcta, y con los objetivos claros, el ser el peón puede resultar uno de los pasos fundamentales en la carrera o la vida de cada uno de nosotros, y que abre la posibilidad de estar en medio de una estrategia donde cada jugada conduzca a su coronación.

En mi caso, han sido muchas las oportunidades en las cuales he tenido que ser el peón. Algunas, muy a mi pesar al comienzo, en otras de forma totalmente voluntarias, pero en todas, tarde o temprano he podido ver y entender la relevancia de ser el peón, lo cual me ha permitido disfrutar, en algunos casos, el momento de mi coronación. Pero sí es difícil asumir ese rol. Se requiere luchar con la frustración de ver otros roles que en principio son de mayor relevancia, y en algunos casos, se debe jugar en equipo, confiando plenamente en que cada quien jugará su posición de forma correcta, para al final, contar con un juego ganado, y esperar que vuelvan a alinear las piezas, para descubrir si se seguirá siendo el peón.