Año Nuevo, o déja vú?


Estamos comenzando un nuevo año. De eso no hay ninguna duda…

Ahora, cuántas veces ha pasado uno por la misma sensación repetitiva, al momento de darse el abrazo de celebración del nuevo año? Si uno se fija en algunos detalles, se dará cuenta que siempre termina haciendo las mismas cosas en esos 10 minutos que están alrededor de las 12 de la noche en un 31 de diciembre. Dependiendo las costumbres que se tengan, en mi caso en los 5 minutos previos al nuevo año, se comienza el baile de las uvas del tiempo; uno pasa 364 días, 23 horas y 55 minutos pensando cualquier cantidad de cosas, pero jamás, en todo ese tiempo, se dice algo como: “oye, esto que estoy pensando ahorita, seria un excelente deseo de nuevo año…”. NO en esos 5 minutos uno debe generar o bien 12 deseos, para que acompañen cada una de las uvas que se comen, o un solo deseo gigante, que se vea reforzado con cada uva que se come. Mientras tanto, se esta terminando de escuchar “las uvas del tiempo”, de Andrés Eloy Blanco (o cualquier otra versión “tropicalizada”), y comienza el muy conocido “Faltan 5 pa’las doce”. Se corre a abrir la  champaña, se llenan las copas, y llega el momento. Se abraza, por lo general, a la misma gente de todos los años, y hasta se es víctima del azar y de la teoría del caos, ya que quizás hasta abrace a la gente en el mismo orden que todos los años anteriores. Luego vienen, en los primeros 5 minutos del nuevo año, las llamadas de costumbre (a la misma gente todos los años), las peleas, los “esparragozas”, y el “Feliz año” a todo el que llega, cosa que no termina sino a mediados de Abril o Mayo cuando se termina de ver a los mismos amigos y familiares lejanos… Déja vú?

     Pero, en medio de esos momentos, y quizás parte de ese efecto repetitivo, siempre recuerdo los momentos que viví, en la misma situación y por el mismo motivo, desde mi niñez…. Por ejemplo, siempre recordaré cuando de muy pequeño viajábamos desde Mérida o Trujillo a recibir el año con la familia materna. Todo el periplo y la estadía es parte del contenido futuro de este blog (NO SE LO PIERDA!), pero esos diez minutos eran realmente una delicia. Mis dos únicos Tíos por parte de mamá, en los 5 minutos previos, eran los hermanos que mas se querían y amaban, pero bastaba que alguien gritara “Feliz Año”, para que en los primeros 5 minutos del nuevo año, tuviésemos que correr todos a separarlos, ya que se estaban matando a golpes. Aún hoy, muchísimos años después desde que mi papá se cansó del mismo espectáculo y decidió no llevarnos mas a ser testigo de eso, no sé cual era el motivo por el cual  sucedía el fenómeno. Lo que si puedo decir con seguridad es que el disparador era el “Feliz Año”. No puedo culpar a mi papá, ya que por lo general era (como único hombre presente aparte de los “luchadores”) quien los separaba, y en tal función, aunque no lo sé a ciencia cierta, seguramente era el que se llevaba la peor parte. Y todo para que? No lo sé, ya que 5 minutos después, estaban mis tíos, de nuevo, como si nada hubiese pasado…

     Una vez mas llega un nuevo año. En este nuevo año, a quien lea estas letras, le deseo que se cumplan, o bien todos sus 12 deseos (que los debe tener frescos, pero estoy seguro que no los recordará mas allá del 15 de este mes), o bien que se cumpla el “mega” deseo que estuvo reforzado por esas 12 uvas del tiempo.

Déja Vú: “it’s a trap!”

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