Técnico Medio o medio técnico


Era junio o julio de 1987.

Yo siempre quise ser Ingeniero Electricista, por lo cual, decidí estudiar en una escuela técnica, con miras a tener cierta ventaja al momento de comenzar mis estudios universitarios. Cuando comencé a estudiar, vivíamos en el estado Trujillo, por lo cual estudié en la ETI “Laudelino Mejías”. Luego, nos fuimos a Mérida, donde estudié en la ETI “Manuel Antonio Pulido Méndez”, y finalmente vivimos en Barinas, donde estudié en la ETI “Ezequiel Zamora”. Después de 3 ETIs, y 5 años, llegaba al final de ese tramo del camino, para convertirme en TECNICO MEDIO EN ELECTRICIDAD.

Para esa época, una de las características principales que tenían las escuelas técnicas, es que estudiaba gente de muy bajos recursos. En mi caso, por ser hijo de profesores universitarios, estaba, según las escalas “tradicionalmente” establecidas, fuera de lugar, ya que me tocaría haber estudiado en un liceo privado. Por ello, siempre había el momento en que salía cierto “roce”, donde se dejaba claro la supuesta “diferencia” que existía entre yo y mis compañeros de clases. Realmente esta situación era, por demás, absurda, por lo cual no le paraba mucho, por no decir nada. Claro, en mi caso, jamás me quedé a comer en el comedor, no porque no quisiera, sino porque no me hacia falta. Ya verán por que menciono este caso.

Total, que era final de año, de mi 5to año. Recuerdo que habíamos presentado el penúltimo examen del año. Solo faltaba el de matemáticas. No era nada fácil lo que nos esperaba, puesto que las matemáticas en la Técnica siempre fue mas avanzada que en cualquier otro liceo. Sin embargo, ya nos consideramos Técnicos Medios. Por ello, al salir del examen, y seguros de que lo habíamos pasado, decidimos irnos a nuestro sitio de reunión (la pasarela frente a la técnica), a disfrutar del momento. Como nunca falta, a alguien se le ocurrió la genial idea, a las 10 de la mañana, de comprar un “picante” para celebrar. Reunimos plata, yo puse lo mismo que los demás, y alcanzó para una carterita de ron, la cual sería compartida entre más o menos 10 personas. Se compró la carterita, cacique recuerdo que era, y por supuesto que solo alcanzó para que cada uno recibiera una dosis de una tapita. Se acabó, pero como suele suceder, quedamos “picaos”. Decidieron reunir para comprar otra carterita, pero yo, como de costumbre, no me la calé, y decidí comprar algo grande. Fui y me compré una “patadeelefante”, y dije que nadie se le ocurriera pedirme, ya que era para mi solo.

Estuvimos como 1 hora hablando y tomando ron en la pasarela. Por supuesto que para esa hora, ya había decidido compartir mi “patadeelefante” con mis compañeros de jornada diaria, por lo cual ya estábamos bien entusiasmados. Comenzamos a sentir el clamor del cuerpo, expresado en ganas de orinar, y hambre, ya que era cerca del mediodía. Para resolver la primera solicitud corporal, decidimos irnos a la Técnica. Ya más de uno estaba borracho, puesto que no era común que bebiéramos ron a tan tempranas horas. Estando en el sitio, una vez atendida la principal solicitud, comenzamos a buscarle solución a la segunda. Nadie se quería ir. Yo ya me sentía muy borracho, pero aun podía pensar y medio ver las cosas claras. Así no me podía ir a la casa, así que decidí esperar a ver que decidía el grupo. La idea no pudo ser mejor: VAMOS A ALMORZAR TODOS EN EL COMEDOR, y hasta dijeron “y así almuerza Fernando algún DIA con nosotros, que nunca lo ha hecho”. Pues bien, yo no quise despreciar la invitación, y nada podía ser más inofensivo que aceptar la invitación.

Nos fuimos a la cola del comedor. Ya a mi se me había desarrollado una “pea” de padre y señor mío, de manera que comencé a sentirme muy mal mientras hacia la cola en espera de la bandeja. Habían unos hermanos que tenían un carro. Ese carro era algo así como un coronet, muy viejo, y muy descuidado. Yo, ante el hecho de que de verdad no aguantaba más sin recostarme, les pedí que me abrieran el carro para echar un “camaroncito”. Abandoné la cola, y me eche a dormir la tremenda pea que había agarrado luego de compartir una patadeelefante de ron. Perdí el conocimiento……

 

Eran las cuatro o cinco de la tarde, cuando sentí que alguien me llamaba. Escuchaba voces, inclusive gritos, pero no podía despertar. Sentí que me movían, que gritaban, pero no podía moverme. Volvió el silencio.

De repente sentí que me cacheteaban. Alguien me gritaba “chamo, llegamos a tu casa, tu mama te esta esperando”. Eso me despertó, reaccioné. Me paré y estaba en la parte trasera del carro de mis compañeros de clases. Estaba totalmente empapado, de pies a cabeza. No tenia zapatos, ni medias, ni cartera, ni correa. Solo tenía la ropa puesta. Cuando vi para el frente y alrededor, el carro estaba en la puerta de mi casa. Abrí la puerta, y me bajé como si nada estuviera pasando, y sin caer en cuenta de la situación. Mientras yo caminaba (si es que a eso se le puede llamar caminar), mis compañeros de jornada se bajaban y llevaban en la mano mis zapatos, mi cartera, correa, cuadernos… Mi mamá salio como alma que lleva el diablo, y me comenzó a preguntar que me había pasado, donde había estado, si estaba bien… recuerdo que le dije que qué le pasaba? Si estaba loca, que no me pasaba nada, y me puse realmente molesto ante sus preguntas y actitud. Tanto así, que uno de mis compañeros me dijo “chamo, ya, tranquilo, que es tu mamá, vamos para acompañarte a tu cuarto…”

Silencio de nuevo….

Eran las 8 o 9 de la mañana del día siguiente. Quizás era sábado, no recuerdo, pero si recuerdo que Salí con un dolor de cabeza que me estaba matando. Era un ratón de librito lo que tenía. Al salir a la sala, mi mamá me esperaba con una sopita exquisita. Me la comí, y ella comenzó a contarme lo que había sucedido. Que estaba muy preocupada, puesto que me había ido a las 7 de la mañana a presentar un examen, y regresé a las 6 de la tarde, con una gente que ella no conocía, en un carro que no conocía, mojado, a la casa. Que lo primero que ella vio fue que llevaban mis cosas personales (cartera, correa, zapatos) y que al no verme, pensó que me habían atropellado o algo peor, y se había asustado muchísimo. Pero al verme, ese sentimiento le cambió a rabia, al ver que lo que estaba era borracho. Según me contó, yo la había insultado, le había dicho que no me pasaba nada, que yo era un hombre que salía con mis amigos y hacia lo que me daba la gana, y que incluso estaba algo agresivo. Yo estaba atónito ante ese cuento, ya que honestamente no recordaba nada. Le pedí disculpas, y ahora que recuerdo que efectivamente era viernes cuando fui a presentar el examen, y que el lunes presentaría el examen de matemáticas, no me quedó mas que pasar mi ratón estudiando, y con otro ratón moral mas grande que el producido por la ingesta alcohólica. Afortunadamente, mi papá estaba de viaje, por lo cual no hubo mayores consecuencias. O mejor dicho, las consecuencias no fueron las correspondientes a las que se suceden en una situación en vivo.

 

Sobreviví al fin de semana, y me llegó el día de, ahora si, mi ultimo examen para ser Técnico Medio. El examen era a las 8, por lo cual llegué, como de costumbre, a las 7. Cuando llego, de una vez me rodean mis compañeros. Comienzan a decirme unas cosas que no entendía: que si tenía que apoyarlos, que éramos todos o nada, y les dije que no entendía. Lamentablemente, alguno de ellos comenzó a explicarme: el día viernes, cuando estábamos todos borrachos y esperando para comer en el comedor del liceo, justo después de que yo me fuera al carro a dormir, se acercó el sub-director del liceo a ver que pasaba, ya que ese grupo estaba haciendo mucha bulla. Al ver que estaban borrachos, les pidió que se fueran, y mis compañeros de clase no pudieron hacer algo mejor que caerle a golpes al sub-director. Luego se acercó un profesor, y le cayeron también en cayapa; se metieron en el comedor, voltearon las bandejas, las sillas, golpearon a quien se les acercaba, hasta que al final los sacaron a todos por la fuerza (quizás la policía, de verdad no recuerdo). Por ello, ahora estaban seguros de que habrían represalias, y estaban diciendo que debíamos hacer. Mayor susto, no sabía que hacer, que pensar. Entramos al salón, nos sentamos, cada quien en su sitio (por lo general yo me sentaba al frente), y el profesor comenzó diciendo: Jóvenes, ustedes saben que fueron parte de un hecho irregular el viernes pasado, por lo cual, el sub-director va a hablar con ustedes. En eso entró el sub-director, todo morado en la cara, con algunas vendas en los brazos, y con una mirada indescriptible. Simplemente dijo que el esperaba que los que participaron en el comedor se salieran del examen, puesto que no podrían presentarlo. Uno a uno se fue parando y saliendo bajo la mirada incisiva del sub-director. Prácticamente todos los hombres del salón salieron por su propia cuenta, y solo quedamos un compañero que no había estado con nosotros (siempre hay pajúo), todas las mujeres (ninguna había estado tampoco), y yo. Me volteé a la puerta, y a través del vidrio vi como me hacían señas de que me saliera. Me encomendé a Dios, ya que el no salir implicaría quizás el mismo destino del sub-director. En eso se me acerca el mismo sub-director y me dice: “Castellano, yo lo vi a usted con esa cuerda de facinerosos, así que espero que sea hombre y se salga y asuma su responsabilidad”. Hice de tripas corazón, pensé que debía hacer, rogué por un milagro, y como no ocurría, decidí enfrentar mi destino. Me paré, y le dije al sub-director: “profesor, es verdad que yo estuve con ellos bebiendo fuera del liceo, lo cual no es ilegal. También se que entré con ellos porque íbamos a comer en el comedor, pero antes de que se formara el problema, me sentí muy mal y me fui al carro de los Briceño (así se llamaban los hermanos que tenia el carro), y no estuve al momento de los hechos, así que no me voy a salir”, y me senté. Se me quedó mirando fijamente mi inquisidor, y me dijo: la verdad es que usted no fue uno de los que nos atacó, así que puede quedarse y presentar el examen.

 

Al salir fui objeto del desprecio de todos mis compañeros. A ellos prácticamente los juzgaron, y decidieron dejarlos presentar otro examen al día siguiente, examen que, como era de esperar, ninguno presentó. Por mi parte, pasé mi examen, y termine mis estudios, haciendo merecedor del titulo de Técnico Medio en Electricidad. El problema fue que después de ser el presidente de la Promoción, de haber buscado de padrino al Presidente del Consejo Legislativo, de conseguir plata para guerras de minitecas, con las cuales reunimos para hacer una fiesta de grado, no pude ni siquiera participar, ya que en septiembre comenzaba las clases en la universidad, mientras que el 80% de mi sección debía ir a reparación, por lo cual el grado decidieron correrlo para el momento en que todos terminaran. Supe que hicieron la fiesta que yo planifiqué, con la plata que yo organicé como conseguirla, pero me recordaron mucho. Algunos de mis compañeros fueron luego estudiantes de mis padres en la Universidad, allá en Barinas, por lo cual les echaron todo el cuento en detalle.

 

Por cierto, que días después, me contaron lo que había sucedido conmigo cuando ellos salieron del liceo después de la paliza que le propinaron a medio mundo en el comedor. Salieron corriendo, se montaron en el carro, y salieron de allí. Fueron a comprar más ron, y siguieron bebiendo, mientras yo estaba muerto en el carro. Cayó un palo de agua gigante, y en vista de que yo no reaccionaba, decidieron meterme en un charco de agua a ver si daba señales de vida; por ello es que me habían quitado los zapatos, la cartera y todo lo que cargaba encima. A pesar de los gritos, del agua, y de las cachetadas, no reaccionaba, por lo cual decidieron llevarme a la casa. Al ver a mi mamá, tuvieron que explicarle lo sucedido, mientras me llevaban a mi cuarto y me acostaban a dormir, no sin antes indicarme que no le gritara, que era mi mamá, que me calmara…

 

A mis compañeros de clases, y a los momentos que me permitieron compartir con ellos.

Un comentario en “Técnico Medio o medio técnico”

  1. Hablando de esto, me parece oportuno que me cuentes aquello de que tú eras «el loco Jorge» en la Técnica, ya que supe que eras una amenaza china, pero la mayoría de las veces se lo oculté a tu mamá. Ella supo algo cuando una muchacha le preguntó acerca de su hijo, el loco Jorge y le habló de tus andanzas. Del tiro, tu mamá raspó a la muchacha y de paso me jartó a mí.

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