Reimpulso (o un análisis muy particular a la crisis de los 40)


Por alguna extraña razón, en estos días he estado pensando mucho, acerca de lo que he hecho para llegar donde estoy, y lo que debo hacer para seguir adelante. He estado pensando tanto, que incluso me llamó la atención el que estuviera dedicando tanto tiempo a esa actividad. Aproveché en la semana, y lo estuve conversando con un par de amigos y algunos familiares, y salió la primera respuesta: «estas entrando a la crisis de los 40». Por supuesto que eso me llamó, más que la atención, a un proceso de profunda meditación, de manera de determinar ahora, si me encontraba siendo el actor principal de un proceso markoviano, o si por el contrario, efectivamente estaba entrando en esa «crisis», que según las definiciones se produce al llegar a lo que es la mitad del total de años promedio de esperanza de vida.
Pues bien, lo primero que hice fué, efectivamente, hacer algo de investigación «gugleana», para saber a que se refieren los «expertos» con lo de la «crisis de los 40». Después de mi investigación, pude llegar a la conclusión de que definitivamente no es un proceso químico que sucede en mi cuerpo, y que se dispara al acercarse a cierta edad. A diferencia de lo que pasa en el caso de las mujeres, hasta ahora no se ha podido relacionar ningún proceso químico con lo que les sucede a los hombres al estar alrededor de los 40 años. Por el contrario, y creo que para desgracia de los hombres, lo que parece que sucede es que los hombres, al sentirse en la mitad de lo que será su vida, estadísticamente hablando (y esto es importante de aclarar, puesto que nadie sabe cuánto va a vivir), pues comienzan a examinar lo que han hecho, y a ubicar su situación actual en función de lo que planificaron en sus tiempos de juventud. Así, si lo entiendo bien, las crisis más fuertes, que devienen en separaciones familiares, y en dedicación a actividades como el golf, montar moto o saltar en paracaídas, se producen en los hombres que caen en cuenta que no han logrado nada de lo que planificaron que lograrían para esa edad; por otra parte, otro «disparador» de la crisis es cuando se nota, «súbitamente», que se tienen responsabilidades muy grandes, que generan mucha presión (familia, trabajo, etc), por lo cual se busca alguna manera de escapar a dicha situación. En mi caso, obviamente asumo que he llegado al punto donde debo revisar lo que ha sido mi vida hasta ahora, y obviamente planificar lo que será de aquí en adelante. Pero un momento, en mi caso, siempre he hecho eso; quizás al comienzo, cuando era más joven, lo hacía en forma «inconsciente», mas obligado por la necesidad de tratar de definir un rumbo que por un acto planificado, pero en la medida en que he ido alcanzando algunas de las metas que me he impuesto (o que me han tocado, ya que algunas son asi), pues he tenido que ir repitiendo el acto de reflexión, de manera que, si aplicamos el término «la práctica hace al maestro», pues ya soy todo un maestro en la práctica, y mejor aún, he estado pasando de crisis en crisis, cada vez que me toca repetir la oportunidad. Sin embargo, sí hay algunas diferencias importantes entre este ejercicio repetido, o «crisis», entre las veces en que lo hacía en mis años «mozos», y ahora.

Definitivamente, los logros profesionales son muy importantes en la vida de cada persona. En mi caso, a cada logro profesional (grado, comienzo o fin de un trabajo, etc.), correspondió un «análisis de entorno» para saber dónde estaba, y hacia dónde iba. Obviamente, al comienzo no fué un análisis, sino mas bien una búsqueda desesperada de respuestas a la pregunta: «y ahora qué?». La juventud muchas veces me jugó las peores bromas, al obligarme, por desesperación, a tomar decisiones y por ende acciones que realmente no me llevaron muy lejos, por lo cual hube de reiniciar el proceso, basado en la experiencia que adquiría de mis errores, que quizás es, cuando menos, la forma más efectiva de aprender. De esta manera, cada vez que me tocaba contestarme a la pregunta antes formulada, pues la experiencia iba ayudándome a ver el camino, a decidir entre la pastilla roja o la pastilla azul. 
Por otro lado, el estado financiero es determinante. Nadie (o quizás casi nadie, para dejarle el espacio que constitucionalmente tienen las minorías) se esfuerza ni trabaja por lo que comúnmente se llama «amor al arte», y todos, mientras mas necesidades han tenido, mas metas, desde este punto de vista se han impuesto y han perseguido. En mi caso, afortunadamente no ha sido mi norte, sin embargo, a cada paso que daba que implicaba un aumento de mi ingreso, pues me daba la felicidad correspondiente, por lo general en forma directamente proporcional a la cantidad de dígitos (antes de la coma decimal, por supuesto) que me tocaba. Pero cada vez que eso pasaba, pues debía volver a pensar que hacer, porque en la medida en que pasaba el tiempo, pues habian mas responsabilidades, y como me dijo una vez un muy apreciado amigo, al comienzo uno veía la vida como si estuviera en el llano, y hubiese un monte quemándose adelante en el camino: el humo no deja ver lo que hay detrás, y solo algunos se deciden a acercarse a la candela para ver si logran pasar, pero tarde o temprano, el humo pasa igual. Así, debía comenzar a ver las metas en función de las posibilidades que tenía. Aún recuerdo cuando me pagaron los 6 meses que me debían de cuando me contrataron como preparador en la universidad. Cuando finalmente me pagaron esos 6 meses, con un sueldo mensual de 33.333,33 Bolívares de los de antes, pude comprarme el reloj que tanto me gustaba, y hasta un televisor de lo mas moderno! y dejé algo por si se volvían a retrasar, aunque afortunadamente no sucedió por el resto del tiempo que estuve contratado. Y siempre están los anhelos! primero, los personales (o personalistas, egoístas), y luego, en la medida en que se va avanzando, pues llegan los que nunca se quieren ver, pero que son los prioritarios, y que por lo general se relacionan con la familia.

Luego llega el momento de arrancar como profesional: yo tuve la suerte de comenzar a trabajar antes de graduarme, e incluso de casarme antes de mi grado de Ingeniero, por lo cual a cada paso fuí imprimiéndole la respectiva «mini crisis» asociada. Había que determinar hacia dónde iba, establecer las metas inmediatas, y el camino, que quizás es lo más importante, porque siempre surgen las trampas, e inevitablemente te llega el momento en que debes decidir en función de tu futuro inmediato, y alcanzar tus metas económicas muy rápidamente, o por el contrario, seguir el camino establecido, sin afectar a nadie, y trabajar muy duro, con mucha fé, de manera que te llegue tu recompensa en el momento correcto, con la posibilidad de ver hacia atrás y darte cuenta que no dejaste a nadie botado en el camino, que pueda reclamarte por un acto de injusticia. Para mi eso ha sido un norte, y un motivo permanente de «crisis», pero que a la larga, en este momento, ha generado sus frutos, muy dulces, que actualmente disfruto.
Seguidamente, sin mas remedio, llega el paso en el cual decides acabar con tu soledad, y unirte a una pareja (hoy en día se debe hablar así, nuevamente por el tema de las minorías, aunque mi mamá estaría totalmente escandalizada…), lo cual trae como consecuencia, quizás la mayor de las «crisis». Eso porque quizás se toma la decisión por razones ajenas a las que deben prevalecer, como presión social y esas cosas, pero en cualquier caso, significa un cambio radical de vida, que obliga, indefectiblemente, a establecer metas nuevas, que ya para el momento en que se definen, son una novedad para cada parte interesada, y como en toda crisis, lo que la genera es la imposibilidad de saber si se va a triunfar o no en el intento.

Y así se inicia ese paso por la vida en pareja, que día a día te trae muchas satisfacciones, y no se puede dejar de mencionar que hay algunos días que uno quisiera haber pasado durmiendo. Pero de cualquier manera, los pasos, a pesar de no haberse planificado, en conjunto van conllevando a las metas establecidas en alguna de las «crisis» por las cuales uno va pasando, sin poder evitarlo de ninguna manera. Y se va, como dije al comienzo, mejorando el «tino» con cada crisis que va pasando.
Ahora, nuevamente pienso en el momento por el que paso. Pienso en las cosas que he hecho, en las decisiones tomadas, en los resultados obtenidos, que no en todo caso fueron éxitos. La vida me ha permitido pasar por los momentos mas sublimes, pero en algunos casos a través de los mas terribles, pero estoy convencido que es todo en función de que para las crisis próximas, esté preparado, y pueda tomar las mejores decisiones. Y es que es un hecho, que en la medida en que se van sucediendo estas llamadas «crisis», uno va tomando las decisiones y estableciendo los caminos mas cortos para alcanzar las metas que se establecen. esto es, uno se va haciendo «maestro» en el manejo de crisis, y de repente por eso, cuando le llega alguien, menor que uno, a plantearle una situación que para esa persona es una tremenda «crisis», es muy fácil dar algunos consejos, que le permiten ver, con cierta incertidumbre y duda al comienzo a quien los recibe, una salida a su situación.
Le doy gracias a la vida, no solo por poder decir, en medio de esta crisis, que para mi no lo es. Por el contrario, es como un REIMPULSO, mediante el cual alcanzaré nuevos niveles de superación, lo cual puedo decir con toda certeza, en función de mi experiencia en «crisis-ología». Pero además, hay un elemento muy importante, que es que a pesar de no poder asegurar si para la próxima crisis podré pensar como pienso en esta, de lo que si estoy seguro es que podré acudir a aquellos que hasta ahora me ayudan en cada una de mis crisis, y que son más maestros, por su experiencia y mayoría de edad en comparación con la mía, de lo que yo me considero.
Esta crisis (de los 40) quizás dure unos días o meses más, pero con toda seguridad será hasta el momento en que llegue la razón que me trasnochará en muchas crisis más, que en este caso serán «atemporales», o mejor dicho, serán las crisis en las cuales deberé atender las dudas y miedos de alguien mas, ante lo cual, mis «crisis» deberán quedar en el pasado. Gracias a Dios, a pesar de que la opinión experta indica que no hay mejor remedio para las «crisis de edad» que el tiempo mismo, siento que cada día está mas cerca la cura a todas MIS crisis…

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