Recuerdo de aquellos días


El paso por la universidad deja muchas vivencias que escapan al campo meramente académico. En el tiempo en que uno es estudiante, suceden tantas cosas, unas buenas, otras no tanto, que definitivamente marcan a quienes las vivimos. Todo ese cúmulo de experiencias se va acumulando para deleitar a quién las recuerda tiempo después. Y, obviamente, queda el recuerdo de quienes compartieron con uno esos momentos, colocándolos en espacios muy especiales en la biblioteca de recuerdos. En mi caso particular, y luego de tanto tiempo que estuve en la Universidad, pues son muchos los recuerdos que tengo. Eso ha sido algo que me ha mantenido fiel a la idea de organizar lo que por lo general se denomina un «reencuentro», sin embargo, para que realmente sea un reencuentro, pues primero debemos encontrarnos, así que más bien, ahora ando en el proceso de echar a andar un encuentro de egresados de la Escuela de Sistemas, con miras a que a partir de ese momento, pues nos reencontremos en años sucesivos. Pero sería muy arriesgado de mi parte apostar, ahora cuando apenas es una idea que comienzo a trabajar para que se haga realidad, que se logrará esa meta.

Como dije, son muchos los recuerdos, pero algunos en particular son especiales. Así, hay uno que, después de muchos años, me atrevo a contar, como un ejercicio de autosanación, pero principalmente como una muestra de las cosas que a uno le pasan en la Universidad, y que jamás se olvidan.

En Julio del 2001, finalmente terminé todas las materias de la carrera. Como es costumbre, se organizó la caravana de celebración de la finalización de las materias, quedando pendiente la tesis. Este evento se hace porque es hasta ese momento, cuando uno finaliza lo que era «seminario» (no sé como es ahora), que uno está compartiendo con algunos compañeros desde mucho antes. Como se va a hacer la tesis, pues cada quién se dedica a lo suyo y es más difícil el encuentro diario como cuando se está en clases. En mi caso, la caravana se realizó el 27 de Julio. Para mi fueron unos tiempos cuando menos extraños. Para esa fecha, y después de haber incluso celebrado desde mi carro, mi «volvajito», muchas caravanas de amigos, pues no tenía carro. Eso me hizo incluso dudar, en cierto momento, si participaba o no, ya que no había quedado con nadie en ir en su carro. Pero había otra circunstancia más particular aún. Mi mamá venía presentando unas dolencias y un estado de enfermedad que se iba agravando, como resultado de un cáncer de los más extraños. Por esos días de Julio, quizás un poco antes, una Tía me dijo, en tono muy serio (palabras mas, palabras menos): «Fernando, debes venir a ver a tú mamá, porque las cosas están poniéndose muy mal». En vista de ello, decidí que en lo que terminara lo pendiente, iría de inmediato a verla a Caracas, donde estaba por los tratamientos que estaba recibiendo. Así, ya tenía todo listo para irme al día siguiente de la caravana, por lo cual no iba a hacer lo que tantas veces había hecho en caravanas anteriores, y que había jurado hacerlo en la mía: caerme a palos hasta perder la conciencia. Así, ese día 27 llegamos mi esposa y yo a la facultad, donde comenzaríamos tomándonos las fotos de costumbre, para seguir con la caravana. Una vez que nos fuimos al estacionamiento, por alguna de esas razones que uno después entiende, terminamos con la familia de Junior Altamiranda, quienes nos acogieron y nos cargaron durante toda la caravana. Con ellos conversamos, disfrutamos y hasta nos brindaron, hasta que finalmente, una vez cumplido el rito en La Burra, decidimos retirarnos, ya que muy temprano nos ibamos, al otro día, a Caracas. Esto que recién conté, aunque cualquiera pueda pensar que es algo muy simple, para mí fué algo que, aún hoy (y por el resto de mis días), considero que fué por ayuda celestial. Luego, tuve tiempo de contarle a mi mamá lo que había hecho, cómo lo había disfrutado, lo cual la emocionó también mucho a ella, quien desde toda la vida había soñado con el momento de vernos, a sus dos hijos, graduados, lo cual, lamentablemente no pudo, ya que unos días después, el 18 de agosto, dejó de estar físicamente con nosotros.
A pesar del final del cuento, aprovecho para agradecerle públicamente a Junior, quien se debe estar enterando de todos estos detalles de aquel día de la caravana. Jamás olvidaré ese detalle de parte de tu familia.

De esas cosas que pasan, pues resultó que para el grado, el 19 de Julio del 2002, pues me tocó estar junto a Junior también. De ese día, y aunque había muchos otros amigos, recuerdo es a Mariana Araujo y a Junior, quienes por los apellidos, casualmente quedamos juntos (Altamiranda, Araujo y Castellano). Son de esos recuerdos que se le quedan a uno grabados para toda la vida.

Lo recién contado, son solo 2 de muchísimos recuerdos que guardo de aquellos días. Al igual que yo, todos los que pasamos por la Universidad, los tenemos. Hay muchísima gente que de alguna manera influyó para lograr esa meta de graduarse. Eso, principalmente, es lo que me entusiasma a llevar a cabo esta tarea autoimpuesta de organizar el encuentro de egresados. Además, por experiencia propia, me parece que un aporte muy bueno que se puede hacer es conversar con los que están estudiando, y tienen las mismas dudas que uno tuvo en su momento, acerca de si lo que estan viendo será o no de utilidad. Claro está, con respecto a este punto, hay opiniones encontradas, pero ya tendremos el tiempo para discutir al respecto.

Por ahora, son 123 las personas que tengo en la lista. 123 egresados, de distintos años, que espero nos encontremos, en la fecha por definir. En el proceso, consultaremos sobre propuestas para el evento, que será, como me han dicho ya algunos, algo familiar, para así ampliar esos cuentos, los que se puedan, a quienes nos rodean, y en general, crear un espacio donde podamos, luego del tiempo transcurrido, recordar los momentos buenos y malos que nos acompañaron en esos días de la universidad. Por supuesto, que todo aquel que cumpla con el requisito de ser egresado de la Escuela de Sistemas de la ULA, está invitado a reportarse conmigo, para anotarlo en la lista.


Un comentario en “Recuerdo de aquellos días”

  1. Hola Fernando que bueno recordar esos momentos de la caravana … lo hace a uno retroceder unos años … y pues son momentos inolvidables … no sabia que ese momento de compartir con mi familia significo mucho… muchas gracias por tu comentario … que casualidad que escribiste para mi cumpleaños … gracias nuevamente … y saludos a tu bebe y tu esposa … Jr

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