Momento: hacia finales de la década de los 70. Recién llegaba la televisión a color. Se escuchaban las mentadas de madre de todo aquel que se enredaba con los kilómetros del cable del «control remoto» del Betamax. Sólo existía CANTV (que ni siquiera recuerdo si se llamaba así desde aquel entonces), y cuando llegaron los primeros inalámbricos, eran tan grandes y complicados, y con tantas antenas, que estoy seguro que la exposición prolongada a esa señal era mas dañina de lo que dicen que es un horno de microhondas moderno. Ya se utilizaban cassettes, donde se grababan los discos de acetato. Lo moderno era un deck para dos cassettes, y la búsqueda era por los novedosos cassetes de 60 y 90 minutos, de metal. Grabar un cassette, para quienes teníamos oportunidad de contar con los equipos necesarios, era una tarea casi de producción musical. Los discos traían los minutos que duraba cada canción, y considerando el tiempo entre las mismas, y el disponible en el cassette, se debía generar una lista donde la suma del tiempo, en teoría, no excediera del tiempo en el cassete. Esto para que no quedara cortada la última canción, lo cual, al menos en mi caso, por lo general sucedía.
La escuela. Existían dos turnos, y por lo general, al menos donde yo estudiaba, en la mañana íban los buena conducta, y en la tarde «los otros». Creo que en mi caso mis padres peleaban para que me tocara en la mañana, ya que era muy amigo de los de la tarde. Al mediodía, a la casa. Almuerzo. Y dependiendo de las actividades «extra curriculares» (mi mamá nos metía como en 600 simultáneamente, por el temor a las drogas, pero ese es tema para otro post), tocaba hacer las tareas. Existía una institución llamada BIBLIOTECA, donde iba, incluso con algunos compañeros de clases, a presentar mi carnet, buscar en las fichas los libros, solicitarlos, y sentarme a leer y a transcribir lo que necesitaba para la tarea. No habían fotocopiadoras. Usaba hojas de papel de exámen, donde transcribía, para luego en la casa revisar con mi papá y/o mi mamá, y pasar a la hoja definitiva. Si era una tarea, por ejemplo, de historia, tocaba agarrar una hoja en blanco, suficiente transparente como para que se pudiera colocar abajo una hoja rayada, con un marco rojo, de manera de no salirme del mismo para que quedara el texto transcrito «justificado». El mayor problema era la separación de las palabras, que luego de llevar casi toda la hoja transcrita, cuando me revisaban, descubrían que había separado mal una palabra para pasar de una línea a la otra. A pesar de mis súplicas, pues había un mundo de cosas que quería hacer pero que no podía hasta terminar la tarea, tocaba comenzar desde cero, nuevamente.
Acostumbraba ir al Correo, es decir, a la oficina de correos, a pedir que enviaran un telegrama, que era el método más expedito de enviar o recibir información. Y miles de veces acompañé a mi papá a revisar la correspondencia que le llegaba a su Buzón. Si, mi papá tenía un buzón en el correo, donde recibía muchas cosas de muchas partes del mundo.
Comienzos de los 80. Llega mi papá a la casa con un aparato que revolucionó mi vida. Era una Computadora. Aquel aparato venía en una caja pequeña, y decía «Zinclair ZX81». Por supuesto ayudé a sacarla, y comenzamos a ver como se instalaba. Constaba del cpu (ahora sé que se llamaba así), con sus teclas tipo «membrana», una expansión de memoria de 64K, y una impresorita de papel térmico. Toda una novedad! Se conectaba al televisor, que el que teníamos en el cuarto era blanco y negro, y me llegó el momento de hacer mi primer programa en BASIC, que era el primer ejemplo del libro:
10 INPUT A
20 INPUT B
30 LET C = A + B
40 PRINT C
FUÉ MÁGICO! De allí en adelante, comencé a inventar y a seguir los ejemplos en aquel muy básico manual de BASIC. Y a partir de allí, las cosas se aceleraron de manera cuántica! Llegó la EPSON Geneva PX-8, con sus módulos de CP/M, y los minicassettes para guardar lo que se hacía con el rudimentario procesador de palabras.. Mi Apple IIC, con una impresora para papel normal, pero que era una bestia con cajas de papel contínuo. Ya no necesitaba la hoja rayada con el marco rojo, e incluso cobraba por pasar trabajos. Guardaba la información en los discos de 5 y un cuarto, y un día descubrí que abriendoles un hueco con un sacabocado podía usarlos por los dos lados. Luego, la Mac Classic, mi 286, con la que llegué a la Universidad, y de ahí en adelante, pues muchas, muchas más. Obviamente, el desarrollo de los equipos de computación permitió el desarrollo de todo lo que hoy en día es común: teléfonos celulares, computadoras, «smartphones»y todo lo demás.
En estos días conversaba con un amigo, un poco mas joven que yo, pero que compartimos algunas de esas experiencias que vistas hoy en día, parece que fueran de hace siglos (en realidad, del siglo pasado…). Recordábamos lo que costaba una quemadora de CD. Lo difícil que era conseguir, por ejemplo, el Windows, que venía en 20 diskettes, y se tardaban como 40 minutos o mas quemandolos en CD, que de paso no todo el mundo tenía lectora de CD. Aún recuerdo la primera vez que ví una página web (gracias a @jcredberry), y ni hablar de cuando pude desde mi casa, conectarme vía modem con la red de la Universidad, y «chatear» con mi Tía que estaba en Hawai…
Para cualquier persona que no haya vivido todos esos «puntos de quiebre» en el avance de la tecnología, le es común usar el Twitter, el facebook, desde su teléfono. La conexión a Internet es ya considerada como un servicio básico, y ni hablar de la televisión por cable. Aún se ven por toda venezuela lo que queda de las antenas parabólicas, moda que se impuso con mucha fuerza, y que fué sustituido por las operadoras por cable. En estos días escuchaba a un joven en la oficina que comentaba que un experto en redes sociales se burlaba de aquellos que en las tarjetas colocaban el número de Fax, ya que según su opinión eso ya no se utiliza.
Muchas veces me es difícil expresar qué es lo que me motiva a probar las nuevas tecnologías. Y es que toda la historia que afortunadamente me ha tocado vivir no es fácil de resumir, como ahora comprende el lector que ha llegado hasta aquí. El ser testigo de cómo en 30 años, pasamos de no haber nada, a las computadoras, el atari, los mezcladores de sonido, el intellivision, y llegamos a donde estamos ahora, con el twitter, las consolas de video, los teléfonos inteligentes, es algo que me resulta hasta difícil de manejar. Aún recuerdo aquella desilusión que tuve cuando esperaba mi mezclador de sonido, y recibí fueron los discos de «magic mezclas» (el del conejito blanco), mientras que ahora manejo toda mi musica en mi computadora, y la llevo encima en mi Iphone, haciendo las mezclas que quiera.
Todos los días me siento abrumado. Me intoxica lo que puedo hacer desde mi teléfono. Cada vez que hago algo, pienso en mi primera computadora, aquella Sinclair ZX 81, y en mi última, a la que le rindo culto, mi Iphone. Y estoy pendiente, leo, escucho, oigo experiencias, para ver cual será mi siguiente. Pero mantengo la venda en los ojos, no me importa hacia donde me llevará el avance tecnológico, sino poder disfrutarlo como lo he hecho hasta ahora. A la final, terminará pasándome como la canción de Charly García: «… pero los dinosaurios van a desaparecer.»
A mi casa llegó con mi hermano mayor el Commodore 64, que de pantalla le servía un televisor de 14'' jajaja. Era muy gracioso verlo «crear música». Para nosotros era mágico todo lo que hacía con esa máquina extraña que había llevado a casa. Sobre todo porque no la podíamos tocar 😦 Pero lo que realmente me impresionó fue tiempo más tarde cuando jcredberry me llevó al laboratorio de computación de la ULA porque iba a un talk con un amigo que estaba en ese momento en Alemania. Eso sí que me sorprendió, mucho más que el Commodore, me imagino que fue algo así como cuando las personas pudieron por primera vez comunicarse por teléfono. Y ni te cuento ya, cuando lo escuchaba hablar de la www en su exposición de Pasantías de Investigación. Me dedique un tiempo a repetir y repetir esas tres letras en plan chiste..y mira ya por donde va la www.
Le mostré hace poco a mi hijo Angel un walkman (si, todavía tengo uno) y le dije que era como su Zune, que servía para escuchar música. Me preguntó como se conectaba al computador para bajarle los mp3s…
Me recordó este video que vi: http://youtu.be/gdSHeKfZG7c
Dios compadre, un walkman! Recuerdo el mío, que fue de los limeros del tamaño del cassette. Y de paso usaba unas pilas gigantes externas para «alargar» el tiempo de uso, quizás una hora. Y de paso había que cargar un bolso con cassettes, y ni siquiera recuerdo que hubiesen «koalas» o «riñoneras». El génesis de los mp3's!
Hermanito este escrito es extraordinario, te prometo que se los voy a leer a mis alumnos de Introducción a la Informática en la clase de la próxima semana… Por supuesto que te garantizo que los tipos van a pensar, como suelen hacerlo cada vez que les cuento historias parecidas, que esto lo escribió un anciano senil.
Como siempre excelente tu escrito hermanito. Te prometo que se los voy a leer a mis alumnos de Introducción a la Informática en la clase de la próxima semana. Eso si, te garantizo que los tipos van a pensar, tal como lo hacen cada vez que les cuento una historia similar, que esto lo escribió un ancianito senil del siglo 14.
Y, no comentaste que te llevaste mi computadora, la arreglaste y luego la vendiste…