Liberemos a Bolívar


Desde muy pequeño, me llamó mucho la atención el hecho de que siempre se hablara de los pensamientos de Bolívar. Creo que incluso en algún momento, expresé con preocupación, que Bolívar se la pasaba pensando, pero el problema no era ese, sino que hablaba siempre «en pensamientos». Mucho tiempo después, comencé a entender que los pensamientos no eran más que extractos de sus verdaderos pensamientos, que resultaban Joyas de la expresión de un Hombre. Y lo que distingue a Bolívar, es que sus pensamientos estuvieron siempre acompañados de acciones, acciones tan importantes y contundentes, que nos dieron la Libertad, la Independencia. Pero, como todo pensamiento, los de Bolívar están sujetos al uso e interpretación de todo aquel que los conoce, y peor aún, a ser utilizados como elemento de manipulación de aquellos que no los conocen.

Siendo Bolívar un hombre que secundaba cada una de sus palabras con acciones, ciertamente resulta ser la mejor propuesta de ejemplo a seguir a nivel universal. Y siendo nosotros paisanos de Bolívar, al menos algunos vivimos con el sueño de realmente compartir, al menos en lo más profundo de nuestro ADN, con alguna fibra similar a las de ese Gran Hombre, lo cual en los casos de los que tenemos esa esperanza, hace que sintamos la confianza de comportarnos de la manera más similar a el. Pero, y como siempre hay ese «pero», son muchos los que hacen un uso de su legado solo por razones egoistas, personales, lo cual es lo totalmente opuesto a lo que hizo nuestro Paladín.
El proceso de «Bolivarianización» al cual nos hemos visto sometidos, no resulta ser una mala idea. Por el contrario, no habría acto de mayor justicia que ese. Sin embargo, el problema se presenta cuando no es la idea la que crea la duda, sino la intención. Porque nada sería más adecuado a las necesidades de los venezolanos que hacernos del ideal de Bolívar para salir airosos de los grandes retos que nos impone la situación de nuestro planeta. Muchas veces se ha demostrado la vigencia del ideal de Bolívar,  el cual encaja perfectamente en este nuevo campo de batalla en el que nos encontramos. Con un Imperio local que nos domina a través de una monarquía criolla, no existe mejor salida que retomar los sueños libertarios de Bolívar, y buscar re-independizarse de esta auto-dependencia que nos han impuesto. Y, no me queda más que reconocer que esta neo-monarquía se ha tomado el tiempo para establecer los puntos por los cuales se podría ir el hilo, no dorado por el oro sino color petróleo, de su mandato. Porque si somos producto del genio y fuerza física de Bolívar, pues en cualquier momento podríamos volver a tomar la guia de su espada, y alcanzar, una y cuantas veces más se requiera, nuestra independencia. Pero en este caso, nos han hecho ver a Bolívar como un ser tan normal, tan cotidiano, que pareciera que hemos perdido hasta la admiración y más importante el respeto por su legado, y es que no es sólo colocarle unas flores en su tumba, o regalar imitaciones de su espada. No!. Es conducir a su pueblo por el camino de la autodeterminacion y de la independencia.
Hemos dejado que profanen su tumba. Hemos dejado que transformen su letra en piezas de museo. Hemos dejado que sus hazañas sean páginas de discurso que se narran ahora cual escenas de películas de hollywood. Hemos dejado que nos convenzan que su rostro no es el que pintaron quienes lo vieron posar, sino el que aparece en los sueños trasnochados de quien muestra tanto amor por el como temor a su reaparición le tiene. Pero más importante aún, hemos dejado que lo metan, como a Miranda, en la carraca, para dejarlo morir de mengua.
Bolívar no es como yo. Y yo jamás seré como Bolívar. La distancia que hay entre el y yo, es la medida que me hace, cada día, ser mejor, no para parecerme a el, sino para hacer justicia agradeciéndole por sus actos, por lograr de manera perfecta, tan perfecta, que a pesar de los esfuerzos por quitárnosla, aún tengamos nuestra libertad.

Ahora es nuestro momento. No tenemos su capacidad ni su genio, pero juntos somos la razón por la cual dió la vida: su Pueblo. Juntos, solo juntos, lograremos hacer justicia. Juntos, solo juntos, lograremos Liberar a Bolívar.

La ingratitud es el crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer. (Carta al Cnel. Vicente Aguirre, 9 de enero de 1824)


Si un hombre fuese necesario para sostener el Estado, ese Estado no debería existir; y al fin no existiría.

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