Los sanduches de donde Gudiño


Esta mañana mientras me preparaba un rápido desayuno, recordé aquellos días en que con los 5 bolívares diarios podía tocar el cielo y terminar de pasar el día sin problema. En aquellos días, finales de los años 70, en Trujillo se podía andar, con menos de 10 años, sin problema alguno solo por la calle. Me daban 5 bolos diarios para la merienda, pero prefería sacrificar el resto del día a cambio de poder degustar uno de los alimentos mas sabrosos que he probado en mi vida: los sanduches de donde Gudiño.
Vivíamos en la calle comercio. Solo unas dos cuadras me separaban. Salia de mi casa, pasando frente a donde los Mendoza, para llegar a la esquina de Maple. Cruzaba la calle, pasando frente a lo que me imagino era la Diex del momento (allí me saqué la cédula), pasaba la farmacia para llegar a la siguiente esquina, de las mas peligrosas ya que era en subida, y del otro lado de la calle ya llegaba al cafetín. Allí, se sentía ese olor de aquella salsa rosada que se desbordaba de aquellos sanduches, compuestos de jamón y queso básicamente. El pan? No se de donde era pero al ser tostado y aplastado de la manera como los preparaban, se aseguraba que se iría uno sobándose con la lengua las micro heridas que se formaban con cada mordisco en el paladar. Y de paso aquel toddy helado, prácticamente un cepillado, que completaba el condumio. No hacia falta mas nada. Luego de ese desayuno, me iba mas que satisfecho a las clases, en la Rosario Almarza primero, luego en la Técnica. Ahora no recuerdo si ya comía allí cuando aun quedaba unas puertas mas allá la sede original de la Rosario Almarza. Lo que si recuerdo claramente es ese sabor, ese momento, cuando comía donde Gudiño.

Finalmente termino de prepararme el sanduche que me trajo a la mente aquel recuerdo. Le puse muchísimo queso y jamón, así como una salsa rosada que, al aplastar el pan relleno en la plancha, se esparce por todos lados y genera ese olor tan particular. Lo pruebo, pero que va! Se parece pero no llega a ser como aquellos que tanto disfruté. Disfruto, mejor dicho, ya que aún tengo aquel sabor bañando, al menos, las dendritas que hacen sinapsis y traen ese recuerdo de manera tan viva.

Trujillo… Cuantas historias… Cuanto cariño. Cuanto extraño tanto…

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