Vivir con miedo de estar vivo


Recuerdo aquellos días de mi niñez, en los que andaba solo, con mis amigos, jugando libremente por la calle. Recuerdo aquel 24 de diciembre cuando recibí de regalo mi bicicleta. Salía, solo, y me iba como 3 kms lejos de la casa, corría en mi bicicleta y regresaba. No se si mis padres sufrían pensando en las cosas que me podían pasar, pero a mi entender que me atropellaran era el mayor riesgo. En Trujillo, salia de la casa por lo general acompañado por mis amigos, y nos íbamos a la Virgen de La Paz en paseos de horas. Nunca, en esas soledades, pasamos ni un susto, mas allá de alguna aparición de las que supuestamente sucedían en las cuevas. Obviamente los tiempos cambian, pero esos cambios deben implicar la adaptación de las políticas de manera de al menos mantener el mismo nivel de vida de todos los ciudadanos.

Hoy en día, veo horrorizado como la violencia, el asesinato cobarde, nos llena la vida de episodios. Hasta hace algunos meses, se decía que los centros comerciales eran el único lugar seguro donde estar, pero ya ni eso nos queda. No hay sitio ni hora donde se esté a salvo de la muerte. No hay muerte buena, pero las que a diario están sucediendo en Venezuela, no pueden llamarse menos que cobardes, ruines, detestables.
Y lo peor es que los repartidores de muerte ya no respetan ni a quienes deben velar por evitarla: guardaespaldas, policías y militares son los blancos predilectos en esta lotería macabra en la que todos tenemos tickets. Abusando del ingenio de Saramago, la situación es tan trágica que hasta La Muerte terminará poniéndose en huelga.

En Venezuela nos hemos distraído con los temas políticos que manejan el gobierno y la oposición, pero, honestamente, nuestra situación ya no aguanta mas palabras, insultos, «hashtags», ni mucho menos mas víctimas. Necesitamos, cada uno de nosotros, responsabilizarnos por nuestro futuro. Bueno, primero tenemos que rescatar el futuro, porque pareciera que el mismo es tan largo como la distancia que recorre una bala.

Qué hacer? Enseriarnos. Entender que no necesitamos un gobierno que aumente el cupo viajero; no necesitamos un gobierno que nos permita comprar 4 rollos de papel tualé a la semana; un gobierno que luche contra imperios ni invasiones de fantasía. Necesitamos un gobierno que gobierne, y eso solo lo tendremos con el voto y la participación cívica. Ese gobierno, de derecha, izquierda, centro o lo que sea, debe devolvernos la tranquilidad, debe asegurarnos que la probabilidad de regresar a la casa cada día, vivo, sea la mas alta del mundo! Ese, definitivamente, sería un muy buen comienzo.

Mientras, cada día seguiré escuchando a mi hija decirme cuando venimos en el carro «papá me voy a arropar para que los malandros no me vean, me avisas cuando salgamos de la zona peligrosa», y yo seguiré rogando que no salga mi número, mientras soy testigo silente de los atracos que a diario suceden a mi alrededor, con las armas sangrientas que costaron quien sabe cuántas vidas.

La realidad de la vida es que desde que nacemos comenzamos a morir, pero nadie puede tomarse el derecho de contravenir los designios de la Gracia Divina.

Un comentario en “Vivir con miedo de estar vivo”

  1. Lo peor es que a nosotros nos ocurrió, sufrimos un atraco justamente el día que se celebraba una protesta acerca de la inseguridad. Nos atracaron unos PTJ. Tu mamá quedó tan impresionada que durante mucho tiempo no volvimos a pasa por esa parte de la autopista. Sin embargo, eso fue nada, comparado con lo que curre hoy en día. Donde yo vivo, la cuenta que uno saca es la de cuando nos tocará, ya que casi el 50% de las casas han sido asaltadas. ¡Ná guará!

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