Dios es mi Testigo de cuánto lo he intentado. He seguido el consejo de expertos, para alejarme del «ruido» que se produce en Venezuela con respecto a nuestra situación política. He de confesar que desde que tomé esa decisión, mi vida ha cambiado. Ahora veo al Gobierno y a la Oposición como exactamente lo mismo: sectores en lucha por el poder. En realidad, al menos el Gobierno tiene su «Plan de la Patria»; La oposición, pues su plan es que no se siga aplicando la interpretación madurista-cabellista del plan del galáctico. Pareciera ese ser un buen plan, pero de muy corto alcance, y al no ver qué va a pasar luego de que paren los sueños socialistas, pues siento que cambiamos de abismo, pero seguiremos en caída libre. La situación se hace agobiante para todos, obligándonos a buscar salidas a esa presión que se está acumulando en cada uno de nosotros.
Cada vez que cometo la osadía de ir a comprar cualquier cosa, siento el mismo ardor en mi mente, un ardor que me carcome, me aterra, y me persigue cada segundo. Todos sabemos la razón, el motivo de por qué estamos sufriendo esta humillación permanente, pero, excepto contados casos muy generalistas, nadie plantea cómo será el proceso de recuperación, en términos realistas, mundanos.
Luego de 2 años en los cuales me descuidé, finalmente decidí ir a hacerme mi examen de la vista. La primera sorpresa es que la consulta cuesta 2 mil bolivares (quisiera «internacionalizar» este monto, pero no sabría si usar el dolar CADIVI, CADIVI II, SIMADI o DOLAR TODAY). Lo cierto del caso es que esa consulta es equivalente al 30% del sueldo minimo, además de que al menos mi doctor exige que el pago sea en efectivo. Luego de hacerme el examen, gracias al seguro que tengo, fui a ver por los lentes. Por mi formula, los cristales tuvieron un precio de 3 sueldos minimos, que pude pagar con endeudamiento en mi tarjeta de crédito. Al final, mientras medito, sobándome del trancazo, pienso en cuánta gente andará por ahí ciega, al no tener oportunidad de adquirir unos lentes. Obviamente, saldrá algún defensor oficialista a decirme que para eso existe la misión Milagro, pero bien sabemos que el Milagro no es esa misión, sino lograr que te consideren en la misma. El Milagro es conseguir carne, no por la disponibilidad, porque si la hay, sino por el precio al cual se consigue; el milagro es tener la esperanza de ver crecer a tus hijos sanos, cuando no pueden consumir leche, porque no hay; el milagro es mantenerse positivo viendo panaderías ceradas por no haber harina; el milagro es no entender a alguien que decide salir a robar para sobrevivir, cuando en su casa tiene una mujer embarazada que no consigue las vitaminas y medicinas que necesita para tener un bebé normal, mientras otro llora con las nalgas quemadas al no contar con pañales, ni crema, ni fórmula infantil; el milagro es no sentirse identificado con esa persona que en una farmacia llora desesperada porque no se consigue el tratamiento que necesita un familiar para vivir; el milagro es mantener la cordura y la sinderesis cuando un profesional universitario te dice que solo come arroz y pasta (cuando la consigue) porque no le alcanza su sueldo sino para eso; el milagro, el milagro es lograr que ese ardor, ese fuego que te carcome mientras estas pensando en tanto que nos pasa, se convierta en soportable con el tiempo.
Dadas las condiciones en las cuales vamos a las elecciones de Diciembre, que muchos asumen como «la salida», donde tenemos una Mesa de la Unidad mas desunida por las ansias de poder que nunca; un gobierno dispuesto a gastar los recursos que quedan en asegurar su estadía en el poder; y un pueblo entretenido en nada más y nada menos que su supervivencia, ciertamente debe suceder un Milagro para que las cosas se arreglen. Pero, como buen cristiano, si creo en los Milagros. y por eso, todos los días me empeño en convencer a quienes me rodean que debemos seguir luchando. Es la misión que siento que me ha sido asignada. Es Mi Misión Milagro, donde todos tienen cabida.