Y entonces todo era mentira?


Esta semana llegaron, finalmente, las lluvias a Caracas, y con ellas el colapso de la ciudad. Entre los problemas que se presentaron estuvo la inundación de una de las obras más recientes y, según quien la dirigió, de las mas importantes en los últimos 40 años: la Valle-Coche. A pesar de las advertencias de expertos en el área, sucedió lo que incluso se prometió que no sucedería. Por la razón que sea, se supone que existe una gestión pública que debe garantizar que esto no suceda. Pero no la tenemos.

Hace unas semanas estuve contando parte de lo que fué mi vida en la Universidad, período en el cual tuve la gran oportunidad de compartir muy de cerca con muchos de los que ahora (y desde que comenzó la «revolución») ocupan cargos en el Gobierno de Venezuela. Recordaba cómo conversábamos y generábamos planes que debían ser presentados e implementados para lograr la igualdad social, para mejorar la gestión pública, para lograr un mejor país. Por supuesto que en ese tiempo (y seguramente tal cual como pasa ahora), contábamos con acólitos a todas las tendencias políticas: de derecha, de izquierda, los troskystas, los leninistas, los oportunistas… pero al final, al menos yo siempre pensé que éramos todos sinceros. Cuántas veces no terminábamos de discutir nuestras posiciones y planes sentados en la acera en frente de la Comisión Electoral de la Universidad, con una máquina de escribir en las piernas para llenar los nombres de quienes irían en las planchas? Cuántas veces no hablamos a auditorios, salones, grupos pequeños, con Profesores, con Empleados. Todos lo hacíamos, y buscábamos lograr esa oportunidad para, finalmente, hacer cambiar las cosas de acuerdo a nuestras creencias. Y el tiempo pasó, y se dió todo el proceso que ahora vivimos, y muchos de aquellos que juraban por su vida, la cual mas de una vez arriesgaron en manifestaciones de calle, llegaron donde nunca creyeron: a ocupar un cargo en el Gobierno de uno de los países mas ricos y con mayor potencial en el mundo. Extrañamente, justo en el momento en que llegaban a esos cargos, nuesta amistad finalizaba. Yo insistía en contactarlos, como siempre lo hacía, solo para ir a saludarlos, porque la verdad era que me sentía orgulloso de tener un amigo, un hermano, en una posición de Director, Viceministro, Ministro, Gobernador. Al final, lo importante era que íbamos a ser testigos todos de un cambio radical en el Gobierno. Y así sucedió. Las cosas cambiaron, y a pesar de haber tenido, quizás, una muy buena idea, los resultados son, lamentablemente, palpables por todos. Y no hay nadie de mis amigos que salga a decir que no es el resultado que ellos buscaban. Un silencio cómplice los envuelve, pretendiendo convertirse en invisibles a los comentarios y a la rabia que envuelve a todos en Venezuela. Yo, los sigo considerando mis amigos. Incluso, busqué la oportunidad de acercarme para preguntarles si al menos estaban conscientes de lo que estaban haciendo. Muchas veces me pregunté, en medio de esas conversaciones imaginarias que sostenía con cada uno, qué respondería si me proponían que aceptara un cargo público?. Al final, por mi forma de ser, terminaba diciendo que sí, y lanzándome a ejecutar lo que considerara necesario de acuerdo a mi rol. Pero jamás se presentó la oportunidad.
En la decadencia (por decir lo menos) que se vive en Venezuela, me pregunto qué será de mis amigos una vez cambie el Gobierno. Quizás en ese momento me buscarán para que atestigüe las buenas intenciones que nos mantuvieron unidos por tanto tiempo en la Universidad. Quizás logre finalmente tener esa conversación a la que siempre se negaron, y podré, entonces, preguntarles tantas cosas. Ya sin la presión de que me ofrezcan un cargo, podré preguntarles si están conscientes del daño que han causado, bien sea en forma voluntaria o involuntaria, y si están dispuestos a asumir las consecuencias de sus actos y/u omisiones. Estoy muy seguro de que escucharé muchas justificaciones, excusas y hasta llanto. Y en ese momento, no podré más que hacerles la pregunta que me ronda cada segundo de mi vida: y todo lo que hicimos, lo que hablamos, lo que juramos que haríamos por este país y su pueblo… Y entonces todo era mentira?

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