No, no me refiero al cielo donde van todos los Project Managers (PM), que debe ser perfecto con toda esa experiencia acumulada… es más bien sobre lo que acompaña la responsabilidad que afortunadamente se le encomienda a uno para cumplir una misión, lo cual es imposible sin el apoyo de mucha gente. Lo normal es enfocarse en lo técnico, en los detalles de la ejecución, pero sin lugar a dudas, la gente es el factor primordial en el éxito (o fracaso) de la ejecución de un proyecto. Ante tantos retos y barreras que se presentan, el lograr contar con un equipo de gente a la altura de las circunstancias es casi un milagro, y en mi caso, tengo la dicha de haber, y estar compartiendo, con gente espectacular.
El Equipo de Corpdata/Beyond Tech Comm con quienes tantos éxitos logramos
En la mayoría de los casos, las cosas no son ni perfectas, ni «color de rosa». Se presentan circunstancias que retan la paciencia, que exigen sobreponerse al agotamiento e, incluso, someter a riesgos a parte del equipo, por lo cual se hace muy difícil tomar decisiones sobre la marcha… Pero, como parte tanto de la responsabilidad, como de la experiencia y pericia que se va adquiriendo en el camino, se va uno sobreponiendo a las circunstancias y logrando que el equipo esté alineado y superando los retos que se atraviesan en el camino.
Trabajando en las Torres de Parque Central en Caracas, Venezuela
Muchas son las cirunstancias difíciles que tuve que enfrentar en el proceso de ejecución de proyectos. Y de todos, incontables fueron de enfrentamiento, de hacer que se hiciera lo que consideraba que era necesario (lo cual no significaba que fuera lo mejor). En algunos casos tuve que imponer mi voluntad, pero siempre con la humildad y el respeto por delante. Al final, siempre lográbamos el objetivo, a pesar de las heridas a las relaciones interpersonales. Pero siempre fué en un ambiente muy profesional, de camaradería y, por qué no, de hermandad, en el cual compartíamos las buenas y las malas por igual.
En muchos proyectos comíamos lo que podíamos, en el piso, donde también nos tocó dormir más de una vez…
Y, el hecho de que las amistades se mantengan en el tiempo, implica que se establecieron relaciones sanas, donde siempre busqué aprender de todos con quienes trabajaba, convirtiendo en experiencia cada vivencia. Y eso ha sido la base de cada paso que me toca dar. Saber que no es un título lo que hace a la persona, y que las soluciones provienen de todos por igual. Que no hay nada como ser honesto con todos, a pesar de que muchas veces pueden utilizar tu apertura en tu contra. Que el humor es una herramienta mejor que cualquier otra técnica de la que se pueda disponer. Que al igual que uno, todos tienen familia, problemas, situaciones, y que a pesar de todo ponen el todo por el todo, si hay una buena relación, por el beneficio del equipo.
Parte del Equipo de Honeywell con quien compartí excelentes momentos (casi siempre)
Y, qué orgullo siente uno cuando alguien que trabajó en su equipo destaca en otros lares. Las circunstancias actuales de nuestro país de origen ha hecho que muchos de quienes me dieron el honor de trabajar a su lado, están ahora triunfando en distintas partes del mundo. De todos guardo muy queridos recuerdos. Todos me enseñaron mucho, y gracias a todos he podido crecer no sólo en lo profesional, sino en lo personal también. Con algunos las relaciones son más profundas.
Sin lugar a dudas, todos con quienes uno trabaja son como la familia en el sentido de que uno no los escoge. De las 24 horas del día, uno pasa más tiempo con los compañeros de trabajo que con la familia (al menos del tiempo despierto). Y a partir de esas relaciones surge, efectivamente, la familia con quien uno termina compartiendo las buenas y las malas noticias, con quienes se disfrutan los buenos y los malos momentos. Para mi ha sido un honor el haber tenido oportunidad de liderar, ser liderado y compartir con todos quienes han formado parte de esa gran familia. A todos los recuerdo y de todos aprendí. Ahora, con las redes sociales, uno va rehaciendo las relaciones, y en esa medida uno va recordando tantas cosas… y muchas de ellas, parte de la experiencia formada, se convierten en las enseñanzas a quienes luego ingresan a ese gran círculo.
Hay amistades que comienzan muy temprano en nuestras vidas, y que en el transcurso del tiempo, se fortalecen mucho más por la influencia de tener la oportunidad de trabajar juntos. Más allá de los alcances, de lo técnico, de lo financiero, siempre debe prevalecer lo humano. La verdad es que he sido muy afortunado de formar parte de tantos equipos de primera clase y en distintos roles. Gracias a todos he crecido, y es esa experiencia la que busco compartir.
Amistad que comenzó por el año 1987 y que aún se mantiene… a pesar de las peleas cuando ejecutábamos proyectos juntos!!!
Había convencido a las autoridades del Aeropuerto Internacional que me dejaran entrar al área de llegada de los vuelos, y a pesar de que el vuelo había llegado, no encontraba al grupo de Daneses que venían a ejecutar el proyecto. Incluso, logré entrar al avión luego de que hasta el piloto había salido, pero estaba vacío. Y en ese momento recibí la llamada de mi Jefe preguntándome por la gente, a lo cual le tuve que decir, al borde del desespero, que no sabía dónde estaban. Y el sólo me dijo de manera inequívocamente entendible, fuerte y claro: «Pues no sé qué vas a hacer, pero me traes mis Daneses!!!»
Tenía yo varios años trabajando en la empresa a cargo de la ejecución de proyectos, y se había presentado este, que representaba varios retos muy importantes: Lograr en un tiempo suicida importar mas de 15 toneladas de equipos provenientes de 5 países para instalar el sistema que proveería servicio en forma simultánea en 5 sitios alejados en la ciudad y que representaba el éxito o fracaso del evento que nos contrataba. Era una tecnología que no conocíamos, por lo cual parte del alcance era tener en sitio a personal técnico de la fábrica que aseguraría la correcta instalación y funcionamiento del sistema en cada uno de esos sitios, y nosotros proveeríamos todo el background técnico de instalación de los equipos. Luego de algunos proyectos ejecutados bajo mi dirección, se me había asignado la responsabilidad de coordinar todo el proyecto como PM.
Las reuniones de planificación comenzaron como un mes antes, y por lo crítico del tiempo teníamos un esquema muy estricto. Como a la mitad del tiempo transcurrido antes de la fecha de comienzo de la ejecución del proyecto, se estableció una reunión un Domingo en la mañana. Yo por esos días vivía en otra ciudad, por lo cual me quedaba donde otro compañero de trabajo. La noche anterior estuvimos conversando hasta tarde de los detalles, y por alguna razón, aquel domingo no me desperté a tiempo para asistir a la reunión. No solo me quedé dormido, sino que caí como en trance de sueño, de manera que no escuché ni las múltiples llamadas que nos hicieron, ni los despertadores. La reunión era a las 8 de la mañana, y yo me vine a despertar prácticamente a mediodía. Obviamente, ya pensaban que nos habían secuestrado o que algo nos había sucedido, ya que no er para nada normal que diéramos muestra de tamaña irresponsabilidad, lo cual nunca habíamos hecho. En lo que me desperté y vi el reloj, el corazón me dió una vuelta completa. Sabía que de ésta no saldría vivo…
Hice de tripas corazón y realicé la llamada a mi Jefe. Cuando le expliqué que me había quedado dormido, comenzó el salmo responsorial, de manera que para no perder el sentido de la audición en el oído al cual apoyaba el teléfono, decidí colocarlo a la segura distancia que me proveía mi brazo, con lo cual aún podía escucharle todo el discurso que merecidamente me daba. La llamada se cortó por alguna afortunada razón, y llamé a otra de las personas que estaban con él, quien me dijo que mejor me quedara donde estaba, y esperara a que se calmara un poco, mientras en el fondo seguía escuchandolo con total claridad…
El lunes llegaban los expertos, que venían de Dinamarca, con quienes, como PM, había establecido todos los detalles requeridos para llevar adelante la ejecución del proyecto en forma exitosa. Asimismo, había coordinado toda la logística de busqueda de los equipos que llegarían a la aduana aérea, de manera que el equipo a cargo de esa labor estaba ya en sitio esperándolos. Como encargado de un proyecto de tal magnitud, tenía a mi disposición todos los recursos que podría necesitar; Había estado coordinando con los distintos actores desde hacía mas de 2 meses en incontables reuniones, siempre con la total confianza de la empresa y su equipo de Dirección; sin embargo, dadas las circunstancias de ese fatídico domingo, fuí removido de la responsabilidad de PM de forma absoluta e inmediata… Y, al día siguiente, yo iba como parte de la comitiva de la empresa, a buscar al equipo que llegaría. Para ello, había coordinado una Van de Lujo, que estaría esperandolos para trasladarlos al hotel, y estaría uno de nuestros vehículos también disponible para llevar todo el equipaje. Yo, estaría acompañando al Director de la Empresa en la recepción y para conocer en persona a todos con quienes tenía trabajando ya por mas de un mes vía remota, e iríamos todos en la van ya trabajando en los detalles para aprovechar al máximo el tiempo disponible. Pero, con el cambio de rol, vino una de las mayores lecciones de mi vida profesional…
En lugar del traje y la corbata para ir en la Van, me tocó manejar la camioneta donde se transportaría el equipaje. Además, me asignaron la tarea de ir al aeropuerto, hablar con alguien y solicitar que se tuviera reservado un espacio al frente de la puerta de salida del terminal internacional para estacionar allí la van donde llegaría mi Jefe a buscar a nuestros invitados, y además debía contactarlos antes de salir al área de espera para atenderlos en todo lo que necesitaran. Yo honestamente casi ni sabía cómo llegar manejando al aeropuerto, pero no tuve oportunidad de decir que no… En la madrugada me fuí en mi camionetica al aeropuerto, como pude llegué, y fuí a coordinar el tema del estacionamiento frente a la salida. Fueron horas hablando con mucha gente, casi hasta con el Director del aeropuerto, ya que aparte de mirarme como si fuera un extraterrestre haciendo esa solicitud, no daban crédito a lo que pedía. Lo cierto del caso es que despues de como 4 horas de hablar con mucha gente, logré tener el espacio reservado y escoltado por dos militares. También solicité entrar a esperar al grupo de personas a la salida del avión, lo cual fué otro motivo de miles de llamadas, conversaciones, ruegos… Pero, también lo logré y, aunque no lo crea quien esto lee, me permitieron entrar a la zona identificada como «estéril» y esperar, a la salida misma del avión, a la gente que llegaría. Pero, entre tanta gestión, logré estar en la salida del vuelo justo cuando salía el piloto, copiloto y las azafatas. No había llegado a tiempo. En ese momento me llama mi jefe que va llegando, por lo cual le dí la ubicación donde lo estaban esperando para estacionarse, y me fuí corriendo a la zona de espera del equipaje. Busqué por todos lados y no estaban. No iba a ser difícil encontrar a un grupo de 6 Daneses juntos, pero no estaban. Me volvió a llamar mi Jefe para preguntarme dónde estaban, y no me quedó otra opción que decirle que no sabía, que los había esperado en la puerta del avión como me había dicho, y no estaban, y tampoco en la parte de espera del equipaje. Nuevamente, hice uso de la extensión de mi brazo para escuchar, fuerte y claro: «Pues no sé qué vas a hacer, pero me traes mis Daneses!!!». La verdad es que en ese momento me senté y lo que pensé fué mandar todo al demonio. Que se fuera él, los Daneses, el proyecto y mi trabajo al mismísimo infierno. Me paré y regresé al avión, al cual ya le daban servicio de limpieza, y verifiqué que no estuvieran allí. Salí ya calmadamente hacia el sitio donde esperaba mi Jefe, y en el camino me llamó para decirme que ya estaban con él, que me apurara para que se pudieran ir. En medio del calor de la zona y la corredera a la que me había sometido, salí todo sudado y efectivamente estaban todos frente a la van que los transportaría. Llegué con mi acostumbrada sonrisa, eso sí, sin siquiera cruzar miradas con mi Jefe, y me paré frente a la puerta para saludar a los recién llegados. Extendí mi mano y, en ese preciso instante, mi Jefe me puso una de las maletas de los recién llegados, y me dijo «encárgate de montar todas y llevarlas al hotel». Frente a mi fueron subiéndose, uno a uno, los invitados, y yo con cara de circunstancia parado con la maleta en la mano… de último mi Jefe, quien cerró la puerta, y luego arrancó la van. Y alí me quedé yo, solo, con unas 10 maletas que llevar a la camionetica que cargaba, para ir a dejarlas en el Hotel, lo cual no iba a ser tarea fácil ya que ni siquiera sabía cómo llegar al mismo. Como pude llevé las benditas maletas, las subí, y me embarqué en el viaje al Hotel. En el camino me perdí, tuve que llamar a pedir orientación, y finalmente, unas 3 horas después, estaba entregando las maletas en el hotel.
Esta era la camioneta en la que anduve ese día
Ya estaba más que clara mi situación, en la cual pasaba de Director de la Orquesta a público de galería… Pedí entonces instrucciones de qué hacer, y me indicaron que me fuera a la Aduana Aérea a ayudar con la carga de los equipos para su traslado. Nuevamente me fuí vía al aeropuerto, esta vez ya sabiendo como llegar, y me uní al equipo de quienes estaban ya trabajando en cargar los camiones para llevar los equipos a su destino final. Cuando llegué, la persona que estaba a cargo de ese trabajo se me quedó mirando y, muerto de la risa, me dijo «Y qué haces tu aquí??? Si tu eres el Dios que está encargado de la ejecución del proyecto???!!!» Y mi respuesta fué: «era… era…».
Parte del proceso de organización de los equipos una vez los trasladamos de la aduana aerea
La historia quizás suene fuerte, pero viéndola ahora en perspectiva, bajo las circunstancias críticas en las que estábamos por el compromiso adquirido de ejecución del proyecto, pues la verdad que no podía haber otra forma de que hubiesen sucedido los hechos. Para mí, fué una lección muy dura pero, como indiqué anteriormente, de las más importantes en mi vida tanto profesional como personal. Sobre las lecciones aprendidas, primero que nada, uno no puede creer que a pesar de haber llegado a ocupar cargos de responsabilidad importantes, puedan quitarle el rango y ponerlo a hacer cuaquiera de las actividades mas básicas. Por eso, como encargado de un proyecto, es importante conocer hasta los más pequeños detalles, qué va a hacer cada uno de los participantes, porque, por una u otra circunstancia, puede terminar tocándole a uno ejecutar esas tareas. Por otro lado, la responsabilidad; Se debe ser absoluta y totalmente responsable, sin ninguna excusa. Si hay alguna duda, se debe considerar antes de que se le aigne la responsabilidad, ya que después son demasiados factores que dependen de uno. Con mi Jefe aprendí que uno, como Líder, debe ser el primero en llegar y el útimo en salir, y es algo que trato de cumplir cada día de mi vida. Y, finalmente, entender las circunstancias en las cuales suceden las cosas. En ese momento me sentí incluso ofendido por lo que me estaban haciendo, pero, realmente, no era un tema de merecerlo o no, sino más bien de entender que simplemente estaba siendo parte del mismo proyecto que había coordinado. Luego se limaron las asperezas, nos dedicamos a la ejecución tal como estaba estimado. Yo, como quien había hecho todos los preparativos, pasé a coordinar la parte técnica, y al final, a pesar de tener todas las circunstancias en nuestra contra, logramos que un equipo de mas de 50 personas se alineara para entregar, en tiempo y calidad, lo que se había requerido. Fué un éxito total el proyecto.
Como parte de mi proyecto de escribir historias sobre las personas que han ejercdo influencias importantes en mi vida, ya estaré identificando a uno de los actores principales de esta historia…
Con extrema humildad no puedo más que decir que soy un profesional exitoso. El solo hecho de haber podido pasar por toda una serie de experiencias, y llegar al punto en mi vida donde me encuentro me permite sentirme como tal. Y es que el éxito termina siendo una experiencia muy íntima, ya que cada quien, así como yo, tiene su versión y se siente más o menos exitoso en función de las experiencias vividas. En mi caso, desde hace mucho vengo pensando en cómo compartir esa experiencia, las vivencias que afortunadamente me han tocado, de manera que quien pueda necesitarla en algún punto de su camino en el cual se siente que no avanza, como me ha pasado a mi tantas veces, tenga la oportunidad de hacerse de la información. Y en eso he estado trabajando desde hace años, hasta que recientemente, entre las cosas que leo, encontré un comentario que encajó perfectamente en el espacio que estaba buscando. Este comentario decía que «iba a seleccionar a 100 personas que realmente han sido una influencia en su vida, e iba a escribir una historia para cada uno de ellos sobre cómo habían contribuido en su vida». Esto me pareció una idea fantástica, ya que realmente uno no acostumbra recordar con esa perspectivas las cosas. Entonces, me puse a pensar y comencé a llenar la lista de esas 100 personas con respecto a mi vida, y la experiencia ha sido muy interesante. Uno comienza a pensar y se da cuenta cómo hay personas que, sin mucha prosopopeya, pues ejercen una influencia inmensa. El compañero de estudios que te hizo una recomendación; o el Profesor que en su momento te dió una lección importante a pesar de los resultados; El Jefe que te obligó a salir de tu zona de confort; y así muchos otros que a lo largo de tanto tiempo influyeron en mi vida. Pues la idea es ir presentándoles a cada uno de ellos ese tributo por su aporte en mi carrera.
Así que, de ahoora en adelante, iré combinando las publicaciones con esta serie de las 100 personas que han influido en mi carrera, esperando que les llegue a cada uno de ellos, y buscando, por una parte, ampliar esa lista de historias con tantos que hasta ahora han estado conmigo, y por otra como una historia más en la lista de alguien más. Y luego estaré también explicando de qué se trata la imagen al final de esta publicación…
Mi última publicación fué casi hace un año. No tomé la decisión de dejar de escribir; de hecho, no he dejado de hacerlo, pero las circuntancias comenzaron a sobrepasarme y puse en una prioridad menor el compartir lo que pienso como lo he hecho desde hace tanto tiempo. Lo que sí hice fué mantenerme escribiendo sobre la base diaria, o al menos intentándolo, y al leer todo lo que ha sucedido, veo que tengo material como para un libro que podría llegar a ser un Best Seller. Muchas veces uno sueña con oportunidades esperando que se presenten con Bombos y Platillos anuciándose como tales, pero la realidad es que sólo al mirar atrás y ver lo que se ha logrado, es que se pueden ver los logros y resultados de dichas oportunidades.
Retos en áreas que jamás pensé que me tocarían; Roles simultáneos; Situaciones muy delicadas; Decisiones radicales sobre cambios de planes… Y aquí estoy! Sintiéndome renovado y con mucha fuerza para asumir muchas y mayores responsabilidades.
En un evento reciente con todo el equipo de Líderes con quienes tengo el honor de trabajar, comentaba cómo en el útimo año habí logrado alcanzar las metas laborales que me había propuesto. Y me preguntaron cómo lo había logrado. Mi respuesta se remontó a una de las primeras oportunidades que tuve, hace unos 30 años, y cómo la actitud que afortunadamente tengo me ha llevado dónde estoy. Les decía que debían establecer sus metas, trabajar de manera constante, y aprovechar cada oportunidad. Eso sí, aclaraba yo, «las oportunidades no se presentan anunciándose como tales». Les comenté que la única manera de saber si se había aprovechado una oportunidad era luego de haberlo hecho. Suena un poco disparatado, pero no conozco otro método que el que yo mismo he utilizado. Se presenta una situación que de entrada presenta retos que van más allá de lo que uno considera que debe o puede atender; las dudas lo inundan a uno; generalmente salen a la luz pensamientos como «no me pagan para eso», o «por qué yo y no otro»; y al final, sólo hay una persona que puede decidir: uno mismo. Se puede pensar en la suerte, pero no es determinante su influencia. Solo la decisión tomada, la constancia y la preparación previa son las que guían el proceso, hasta que un día, cuando se ve lo alcanzado, la impresión hace que surja el orgullo y la incredulidad por lo alcanzado…
Sigo adelante, confiado en mis capacidades, y preparándome cada día para lo que me pueda deparar el destino. Ya no me preocupa qué me tocará, sino estar preparado para lo que llegue. Y, compartir, compartir mi experiencia para que otros, en su proceso de preparación, la puedan utilizar como guía.