Mi última publicación fué casi hace un año. No tomé la decisión de dejar de escribir; de hecho, no he dejado de hacerlo, pero las circuntancias comenzaron a sobrepasarme y puse en una prioridad menor el compartir lo que pienso como lo he hecho desde hace tanto tiempo. Lo que sí hice fué mantenerme escribiendo sobre la base diaria, o al menos intentándolo, y al leer todo lo que ha sucedido, veo que tengo material como para un libro que podría llegar a ser un Best Seller. Muchas veces uno sueña con oportunidades esperando que se presenten con Bombos y Platillos anuciándose como tales, pero la realidad es que sólo al mirar atrás y ver lo que se ha logrado, es que se pueden ver los logros y resultados de dichas oportunidades.
Retos en áreas que jamás pensé que me tocarían; Roles simultáneos; Situaciones muy delicadas; Decisiones radicales sobre cambios de planes… Y aquí estoy! Sintiéndome renovado y con mucha fuerza para asumir muchas y mayores responsabilidades.
En un evento reciente con todo el equipo de Líderes con quienes tengo el honor de trabajar, comentaba cómo en el útimo año habí logrado alcanzar las metas laborales que me había propuesto. Y me preguntaron cómo lo había logrado. Mi respuesta se remontó a una de las primeras oportunidades que tuve, hace unos 30 años, y cómo la actitud que afortunadamente tengo me ha llevado dónde estoy. Les decía que debían establecer sus metas, trabajar de manera constante, y aprovechar cada oportunidad. Eso sí, aclaraba yo, «las oportunidades no se presentan anunciándose como tales». Les comenté que la única manera de saber si se había aprovechado una oportunidad era luego de haberlo hecho. Suena un poco disparatado, pero no conozco otro método que el que yo mismo he utilizado. Se presenta una situación que de entrada presenta retos que van más allá de lo que uno considera que debe o puede atender; las dudas lo inundan a uno; generalmente salen a la luz pensamientos como «no me pagan para eso», o «por qué yo y no otro»; y al final, sólo hay una persona que puede decidir: uno mismo. Se puede pensar en la suerte, pero no es determinante su influencia. Solo la decisión tomada, la constancia y la preparación previa son las que guían el proceso, hasta que un día, cuando se ve lo alcanzado, la impresión hace que surja el orgullo y la incredulidad por lo alcanzado…
Sigo adelante, confiado en mis capacidades, y preparándome cada día para lo que me pueda deparar el destino. Ya no me preocupa qué me tocará, sino estar preparado para lo que llegue. Y, compartir, compartir mi experiencia para que otros, en su proceso de preparación, la puedan utilizar como guía.