Recuerdos, caras, momentos, sentimientos… Todo comienza a acumularse entre el pecho y la cabeza, especialmente en la garganta. Vienen los compromisos que se tendrán en el nuevo año, los recuerdos del que pasó, ese susto que causa la incertidumbre pero que aliviana la seguridad de que, al final, todo saldrá bien tal como sucedió y ha venido sucediendo cada año.
En mi caso, este año ha sido particularmente interesante. La principal barrera que tuve que sortear fue enfrentarme a mi mismo, a mis miedos, a mis dudas, a mi reacción ante las voces que me decían «no seas pendejo» mientras otras insistían en que me mantuviera constante… y definitivamente la constancia fue la mejor decisión. De lo más difícil que enfrenté, fue entender que la experiencia provee la base para tomar las mejores decisiones; que hay que confiar en ella. Entre las enseñanzas más importantes sigue destacando el hecho de confiar en que nadie sabe lo que va a pasar en el futuro, se trate de un segundo o 10 años, por lo tanto, en ese mar de ignorancia en el que todos nadamos con respecto a lo que sucederá, el nivel de tolerancia al riesgo te lleva de la mano, con lo cual, quienes más arriesgamos, en la mayoría de los casos, salimos mejor parados.
Fue éste un año donde la partida muy temprana de un amigo cercano me abrió los ojos a lo efímero que es nuestro paso por la vida. No hace falta más que un segundo para cambiar de plano. Todos estamos en esa lista, por lo cual no debemos mas que aprovechar mientras estamos presentes. Aún hay muchas cosas que debo corregir; Aún hay muchas cosas que debo perdonar; Aún hay muchas cosas por las que espero ser perdonado. Pero, tenemos la suerte de contar con el Milagro del Tiempo, que por cada segundo que se nos va, tenemos uno nuevo para aprovecharlo. Está en cada uno de nosotros decidir si los usamos para dar excelsos discursos sobre cómo se debe arreglar el mundo, o los invertimos ejecutando lo que sabemos que debemos hacer.
Sin lugar a dudas, somos esclavos del tiempo. Estamos atados a él, y está en nosotros decidir como lo aprovechamos. En mi caso, me echaré esa responsabilidad al hombro para que no haga de lastre. Si algo sé es que debo correr, porque no sé cuánto tengo por delante, pero sí hasta dónde quiero llegar.
Saludos amigo Fernando, cada vez que puedo estoy atentento a leer lo que escribes aunque rece el refran popular «nadie aprende por experiencia agena» Yo igual te leo porque siempre me deja algo que aprender y reflexionar. Un abrazo desde hermano desde Argentina.
Gracias Luis!! Este año voy a estar bien activo así que espero tus comentarios! Un gran abrazo para ti y tu familia!