El Secretario de Estado buscaba desesperadamente una solución. Ya habían pasado 15 días y el equipo técnico que había asistido a la región desde la capital de la república no había podido poner en marcha los sistemas para realizar el conteo de extranjeros requerido por la Presidencia. Todo se habia dispuesto, y la presión se elevaba con cada minuto que pasaba. Era de vital importancia tener el censo de los extranjeros en ese estado, tal como se venía haciendo en el resto del país, para poder tener una mejor idea de los votantes en las elecciones por venir.
Llegaban nuevos expertos de la capital, pero no lograban poner en funcionamiento el sistema, de manera que el Secretario de Estado optó por solicitar a su proveedor de tecnología el respectivo soporte. Al indicarle lo que estaba buscando, el Director de la empresa le preguntó por qué buscaba que lo apoyaran en esa gestión, cuando en el Gobierno tenían a una persona que podía, sin costo alguno, apoyarlos en la solución requerida. Ante tal afirmación, el Secretario de Estado preguntó quien era esa persona, y la respuesta fué: José Azpúrua.
José Azpúrua efectivamente trabajaba como Líder de la División de Procesamiento de Datos de uno de los institutos del Estado. En su rol, se encargaba del desarrollo de sistemas que daban soporte a la gestión, así como el análisis de datos para identificar oportunidades de mejora para el Gobierno. Contaba con los mejores técnicos en su equipo, así como la última tecnología, que por lo general la proveía la empresa a la cual había contactado el Secretario de Estado. Su día había comenzado como cualquier otro, hasta que recibió una llamada de parte de la asistente del Director del instituto donde trabajaba. Acostumbrado a esos requerimientos, se presentó en la oficina sin mayores expectativas.
En la oficina, el Director comenzó a informarle de lo que estaba sucediendo. Lo había llamado el Secretario de Estado, indicándole que sus fuentes le habían informado que entre su equipo de trabajo había un experto que estaba en capacidad de apoyarlos en la solución de un gran problema que necesitaban resolver. El Director, al tanto de los detalles políticos y de la relevancia que tenía el senso por realizar, de inmediato se puso a la orden, indicando que ese mismo día estaría presente en el sitio. Luego de informarle a José de la situación, le hizo saber de la relevancia que tenía el poder realmente solucionar el problema. La ganancia política que le representaba ser el proveedor de la solución a un problema técnico que ni siquiera los «expertos» de la capital habían podido aportar, además de la confianza que le depositaría el Secretario del Estado, y por ende, el Gobernador, le eran de vital importancia en el futuro de su carrera. Por ello, insistió en la importancia que tenía poder proveer la solución. Aparte de las implicaciones políticas, que incluían, seguramente, hasta perder el trabajo ante un posible fracaso, y sin ningún detalle de cual era el problema técnico que existía, José y el Director se dirigieron al sitio donde había que resolver el problema.
Al entrar a aquella sala, lo primero que se notó era el cansancio, por la falta de sueño, que presentaban los 7 u 8 técnicos presentes. El Secretario de Estado en persona hizo las presentaciones de rigor, indicándole a todo el equipo técnico que esperaba su máxima colaboración para con el equipo local que hacía acto de presencia. Con caras de incredulidad, se encontraron las manos de todos en señal de saludo y bienvenida. El líder del equipo técnico, que había llegado el día anterior, procedió a presentar los detalles del problema que se presentaba. El proceso consistía en registrar los datos básicos de los extranjeros residenciados en el estado, para lo cual se había dispuesto un sistema distribuido, que a través de varias estaciones de trabajo permitía alimentar una base de datos conjunta. El problema era que solo podían utilizar el sistema desde el propio servidor, pero no se había logrado establecer la comunicación entre dicho servidor y el resto de las estaciones de trabajo. Las explicaciones se daban principalmente al Director, y José escuchaba atento desde unos pasos detrás de él. Habían intentado todo, de acuerdo a lo que reportaban, pero cada intento había sido infructuoso. Estaban realmente desconcertados, ya que este era un sistema que habían estado utilizando en distintos estados, pero en esta ocasión, no funcionaba nada. Una vez finalizado el reporte, el Secretario de Estado le indicó al Director que dejaba en sus manos la solución inmediata al problema, retirándose del sitio. José procedió a realizar algunas preguntas con respecto al funcionamiento del sistema, y luego de algunos minutos el Director le hizo señas para conversar afuera de la sala. Una vez solos, el Director le preguntó a José, mirándolo fijo a los ojos, como acostumbraba, si realmente podría solucionar el problema. José se sonrió, y sin un ápice de dudas le respondió: SI!. El Director, con la mirada iluminada, le preguntó cuanto tiempo necestaría, y antes de recibir la respuesta le recordó que estaba en juego el futuro de todos, y que por favor considerara el tiempo real que necesitaría, y que le agregara un poco más de margen. José, sin dudar ni por un segundo y con toda la seguridad del mundo le respondió: 5 minutos.
«5 minutos!!!!???? por favor José, como me vas a decir que 5 minutos», le dijo con la voz alterada el Director, tratando de ocultar su reacción para que no se escuchara adentro. Le dijo que eso era imposible, ya que si un grupo de expertos de la capital, que habían trabajado con el sistema en anteriores oportunidades no había sido capaz de resolver el problema en 15 días, trabajando prácticamente las 24 horas, no era posible que él lo resolviera en 5 minutos. José, ahora con cara de mucha seriedad, y expresando cada palabra con la mayor confianza que podía, le repitió: «necesito 5 minutos». El Director sacó un cigarrillo, y comenzó a fumarlo mientras caminaba dando vueltas por el pasillo al frente de la puerta donde se encontraba el equipo técnico. Luego de algunas nerviosas fumadas, volvió a preguntarle a José: «5 minutos? estás seguro?». «Sí», respondió José, agregando que tenía una condición para aplicar la solución del problema: que lo dejaran solo en la sala. Luego de haber solucionado el problema, el explicaría lo que había hecho. Los ojos casi se salían de las órbitas del Director. Como ya habían trabajado juntos por algunos años, el Director terminó de fumar su cigarrillo, y le dijo: «Ok, 5 minutos, y que te dejen solo en la sala…». Lo miró por algunos incómodos segundos, y se volteó para entrar a la sala y dar las instrucciones. A los minutos salían todos, con cara de interrogación, mirando a José.
Una vez adentro, y con las claves de acceso al sistema anotados en un papel, José procedió a trabajar en el servidor. Verificó la dirección IP del mismo, que era fija, y verificó si ese servidor era el DHCP. La opción de distribución de direcciones IP en forma automática estaba deshabilitada, por lo cual José anotó la dirección del servidor en el papel que ya traía. Luego, se dirigió a una de las estaciones de trabajo, y verificó la configuración de dirección IP. Efectivamente, la estación de trabajo estaba configurada para obtener su dirección IP de un servidor DHCP. José procedió a cambiar la opción para que se le asignara la dirección IP en forma manual, y procedió a configurar una dirección en el mismo rango en el que estaba el servidor. Al aplicar los cambios, le hizo PING al servidor, lo cual antes había fallado, obteniendo respuesta del servidor, con lo cual al menos ya estaba resuelto el problema de comunicación. Luego, procedió a entrar al sistema que se requería utilizar desde la estación de trabajo, y pudo tener acceso al mismo, con lo cual se daba por hecho que se había resuelto el problema. Antes de finalizados los 5 minutos, José salió de la sala y le informó al Director que estaba resuelto el problema. Con cara de incredulidad, el equipo técnico entró a verificar si realmente estaba solucionado el problema, y el Director, terminando su enésimo cigarrillo, pero con una cara de satisfacción inmensa, preguntaba cual había sido el problema. José le explicó muy rápidamente, indicándole que entraran para poder dar la explicación a todo el equipo de manera detallada.
Utilizando un pizarrón acrílico, José procedió a explicar laa solución aplicada. Ante la incredulidad, el Lider del equipo técnico terminó concluyendo que el problema pudo haber estado en el hecho de que al tener varios sistemas desplegados en distintos sitios del país, seguramente habían enviado un servidor que no correspondía con las estaciones de trabajo, y ellos se habían confiado de que el DHCP debía estar funcionando. El Director le guiñó el ojo a José, y salió, con el celular en la mano, a dar el reporte al Secretario de Estado. A los minutos regresó con una cara de felicidad absoluta, y le informó a José que por instrucciones del Secretario de Estado, había sido asignado a permanecer con el equipo técnico por el tiempo que durara el operativo, de manera de asegurar que todo funcionara sin más retrasos. José permaneció los siguientes 15 días en el sitio, conversando con el Líder del equipo de la capital, y siendo reconocido no solo por el resto de su equipo, sino por el Secretario de Estado e incluso el Gobernador, como un verdadero experto en el área.
Un grupo de expertos que ante un problema de comunicación en una red de computadoras, no comienza validando la configuración IP, es un grupo raro de expertos, muy probablemente expertos en otra cosa. Es ficción el relato?
Tienes que seguir leyendo el resto de los capitulos y adivinar si es ficción o realidad…