Mi pasado parece un sueño, por la aplastante pesadilla de la realidad


El tema de Venezuela siempre está presente. A uno le comentan sobre lo mal que está allá la situación, que cómo está la familia, que cuando va a ir… Y se tiembla al pensar que dadas las actuales circunstancias, no se tiene País al cual regresar. No en las condiciones en las que está. Pero, a pesar de todo, es y siempre será mi País, donde nací; donde crecí; donde formé mis sueños y comencé a trabajar por ellos, sueños que fuí convirtiendo en realidad y que sin lugar a dudas me han llevado donde actualmente estoy.

En medio de esos pensamientos, estoy escuchando música y suena «Wish You Were Here» de Pink Floyd. Esa canción me hace pensar en muchas cosas, pero ahora pienso que quisiera que tanta gente estuviera aquí, pero no donde estoy, sino allá, en Venezuela, conmigo. Disfrutando una navidad como aquella, en Trujillo, en la que andaba con el resto de los niños haciendo travesuras en las misas de aguinaldo; Dándome el primer beso a la salida de un día en la Escuela Técnica, bajo la mirada de la gente que caminaba y vivía alrededor de aquel parque en Mérida; Bajándome del bus de la ULA en pleno centro, y huyéndole a la recluta que inesperadamente se acercaba y pedía la carta de inscripción militar; Las noches de estudio con aquellos compañeros de clase de nuestro primer semestre en la Universidad, donde entre letras y muchos números soñábamos con el día en que nos graduaríamos e iríamos a trabajar; El 24 de Diciembre que en mi trabajo me dieron aquellos 100 bolívares que eran una fortuna para mí; Los planes de tener una casa para mi familia; El día que terminamos el primer proyecto grande que me asignaron; Las noches de «Dungeons & Dragons» con mis panas; Las destrucciones etílicas recurrentes; Los miércoles «Racing» donde Daniel previos a las noches de piques; Los diciembres en familia, preparando hallacas, pernil, y jugando el tradicional dominó del 1ro de Enero; Los viajes a la playa, a la que nos íbamos de noche directo al salir del trabajo, y llegábamos de madrugada para aprovechar cada segundo…

Cuántas cosas hacía en esa Venezuela, que contrastan tan abruptamente con la pesadilla de la que ahora escuchamos y vemos desde lo lejos. Una realidad que, para nosotros que solo la vivimos a través de los amigos y familiares que están allá, no tiene absolutamente ningún sentido. Y esos recuerdos que conforman mi vida, lo que soy, suenan tan lejanos ante lo que es Venezuela hoy… Parece que es imposible que los haya podido vivir en el país que hoy existe. Pero sí lo hice, lo hicimos. Y siempre permanecerá no solo la esperanza, sino la seguridad de que vendrán los tiempos de repetir esas vivencias. Vendrán los tiempos en los que tendré un País al cual volver. Vendrán los tiempos en los que no desearé que todos cuantos hemos salido estemos allá juntos, ya que efectiva y realmente lo estaremos, trabajando, como siempre, por nuestro País. Y es que como sucede con todas las pesadillas, esta pasará, y ya no dudaré de la realidad de mis recuerdos, sino que los utilizaré de guía para saber dónde quiero llegar.

 

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