Siguiendo con «Los Cuentos del Castellano«, les dejo este que sucedió hace mucho tiempo. De esas experiencias que parecen inventos literarios, pero que no son más que la realidad de la vida transcrita para el recuerdo.
Cuántas veces ha ido a un Restaurant y ha sido atendido por un mesonero súper amable, súper preocupado por servirle, y súper preocupado por hacer de su experiencia la mejor? Le da tiempo de ver el menú, y todo va bien hasta que le hace el pedido, que incluye todo lo que escogió en muchos minutos de su vida, y el mesonero simplemente lo mira con una sonrisa en sus labios Y SIN ANOTAR NADA! En mi caso, siempre le digo «y no va a tomar nota?«, a lo que recibo un «no se preocupe, no me hace falta«, que termina convirtiéndose en algo que no pedí, y lo peor, un monto en la cuenta que me pone a discutir con el antes muy amable mesonero, y que ahora asegura que yo sí pedí eso, discusión que termina al decirle «bueno, como usted no anotó, no tiene como comprobarlo«.
Si algo caracteriza al mundo militar, es el proceso binario que corresponde a una instrucción dada. Binario porque se cumple o no se cumple, y en el segundo caso, acarreando un castigo ineludible. Por ello, es típico siempre ver a un militar con una agenda y un lápiz. En la medida en que van ascendiendo, cuentan con asistentes que se encargan de anotar las instrucciones que les dan, siempre en la agenda y con el lápiz. El anotar reduce significativamente la probabilidad de no cumplir con la instrucción recibida, ya que no hay posibilidades de dudar de lo que se le indicó por cuanto está anotada con lujo de detalles. Esto convierte casi en una ciencia exacta, o quizás en un arte, la manera como se toma nota de una instrucción, además de hacer que se desarrolle una manera suscinta de comprobar lo que se ha anotado, de manera que parezca simplemente una corroboración de la información recién recibida, cuando realmente se está asegurando prácticamente la supervivencia.
En lo personal, y a pesar de ser fanático de escribir, no fui de los que anotaban las cosas que me pedían. Luego, un jefe que tuve siempre que nos reuníamos decía «papel y lápiz!». Yo siempre decía que iba a anotar en el teléfono, pero no! Tenía que tener papel y lápiz! Y agarraba una hoja de la impresora, y tampoco era eso lo que debía tener, la exigencia era un cuaderno, una agenda, pero no un papel. En algún momento pude obtener la explicación, y era que un papel se botaba o perdía, y en el telefono, pues había que ser muy organizado y metódico para sentarse regularmente a revisar lo que se anotaba en el mismo, por lo que si se anotaba en un cuaderno, estaba asegurado que al menos se conservara la información, y que se pudiera recuperar de manera fácil y rápida. Luego de muchos años trabajando con él, terminé acostumbrado a cargar, cual militar, mi agenda y mi lápiz.
Recientemente me tocó conversar con uno de los técnicos del equipo que coordino. Nuestra conversación era sobre algunas acciones que debía realizar para atender un problema. Conversamos por bastantes minutos, y el me veía muy interesado mientras recibía mis instrucciones. Al final, le pedí que me repitiera una parte de lo que le había dicho, y no pudo. Le dije que buscara un papel y un lapiz, y regresó con un pedacito de papel. Suspire, y le pregunté por el lápiz, y sonriente me dijo que le prestara uno. Suspiré nuevamente, y decidí tomar cartas en el asunto. Fui y busqué una agenda. Agarré un lapicero y se lo regalé, y le dije «ahora vas a anotar todo lo que te voy a repetir, y no vas a volver a sentarte conmigo sin que tengas tu cuaderno y tu lápiz». Nuevamente comenzamos con las instrucciones, y en la medida que íbamos conversando, le iba pidiendo el cuaderno a ver que estaba escribiendo, y le iba corrigiendo lo poco que anotaba, hasta que al final terminó con las instrucciones anotadas como debía ser.
Pareciera algo excéntrico el que se ponga a una persona adulta, profesional, a tomar nota como me tocó a mi tanto hacer como enseñar, pero, es uno de los detalles que aseguran tanto que se haga la tarea requerida, como que la gente aprenda una metodología que les asegure éxito en sus funciones. Obviamente es mas fácil agarrar y escribir uno mismo las instrucciones y entregarlas, pero eso correspondería a un esquema «paternalista», que no propugna el desarrollo de las capacidades de cada miembro del equipo que se lidera. Además, es un ejercicio súper interesante de la capacidad de delegación y confianza en los miembros del equipo. Claro está, los tiempos han cambiado y hay nuevas herramientas de colaboración que en combinación con la posibilidad de estar permanentemente conectado a internet, hace que sea fácil utilizar otros medios más prácticos que un cuaderno y un lápiz.
Los tiempos han cambiado, y efectivamente hay aplicaciones que permiten tomar notas, organizarlas y, a diferencia de un cuaderno, tenerlas disponibles en distintos dispositivos. Yo mismo he caído en esa «trampa», y me estoy adaptando a la misma, sin embargo, en la medida de lo posible, todo lo escribo a mano.
Y siempre recuerdo esa solicitud de ¡Papel y Lápiz! que nos hacían. Ha sido fundamental en mi caso, y se la recomiendo a cualquiera que esté buscando una forma de lograr alcanzar sus objetivos. No importa la forma, pero no se confíe de su memoria, y esta solución tecnológica de muy bajo costo le será de mucho valor.
Pagad pues a César lo que es de César, y a Dios, lo que es de Dios. Mateo 22:21
Luego de más de 2000 años de intentos fallidos, no tendría sentido que me una a la lista de quienes buscan demostrar científicamente el principio de La Fé. Y es que sin Fé, la vida debe ser un gran vacío. Tan sólo imaginar la certidumbre de lo que sucederá (o no), me hace temblar, y como católico, pues es parte de mi formación, y realmente soy un hombre de Fé. Pero recientemente se me ha hecho más común el escuchar la frase «Los tiempos de Dios son perfectos» ante situaciones adversas.
Por allá por 2012, le ganaba Chávez las elecciones a Capriles por una diferencia de casi 11 puntos. Estuvimos dispuestos a salir a defender nuestro voto, por lo cual esperamos expectantes y ansiosos el anuncio de que al menos daríamos la pelea, voto a voto, para validar el resultado. No pude entender en ese momento (ni ahora tampoco) aquella respuesta: «El tiempo de Dios es perfecto. Ya llegará nuestro tiempo«. Una vez más, la Fé se imponía a la razón y muchos, quizás demasiados años después, nos aferramos más que nunca a la Fé de la llegada de «nuestro tiempo», pero yo estoy convencido de que se pudo haber al menos intentado la validación de aquel resultado.
Hay hechos irreversibles, como la muerte, que inevitablemente forman parte de la vida. La Fé, sin duda alguna, nos ayuda a manejarlos, pero, en base a mi experiencia muy personal, se hace extremadamente difícil el simplemente aceptar que es un «tiempo perfecto» el de la pérdida de un ser querido…
La vida está llena de misterios, maravillosos unos, terribles otros, y sin lugar a dudas, la Fé es el medio para navegarlos. Pero mucho de lo que necesitamos está en nosotros. Hay que recordar el famoso «ayúdate que yo te ayudaré«, ó como realmente aparece en la Biblia:
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente, no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. Josué 1:9
Entonces, no se trata de confiarse de que todo lo que nos sucede es simplemente por designio divino, sino que hay que buscar que las cosas sucedan. Se debe ser una pieza activa en el tablero de Dios, en lugar de simplemente esperar a que llegue «el tiempo perfecto», siempre apoyándonos en la Fé de que nuestras acciones estarán respaldadas por aquel que todo lo puede…
En algún momento escuché que «los consejos tienen la virtud de que se pueden tomar o dejar«. En mi vida han sido muchos los que he recibido, de los cuales algunos no corrieron la suerte de ser considerados, y entre los que si tengo siempre presente cuando me dijeron: «para que seas un Líder, debes dar el ejemplo. Siempre debes ser el primero en llegar, y el último en salir«.
Nunca me ha costado cumplir con mi horario de trabajo, de manera que no representaba un mayor esfuerzo el adaptarme a ese consejo. Lo interesante es que me lo decía quien me daba la oportunidad para crecer como profesional, quien se ganó mi confianza, y a quien he considerado como un Mentor. Siempre estaba presente en los momentos críticos, además de que me impresionaba con lo acertado de sus comentarios, así como por la puntería que tenía en sus predicciones.
Hoy en día, luego de muchos años ejecutando el consejo que me dió, veo la importancia que tiene: es un tema de lograr en el equipo al cual se pertenece el desarrollo de uno de los factores de mayor impacto: la disciplina. Entender esto me ha abierto una ventana de oportunidades que busco aprovechar para guiar a quienes forman parte, ahora, del equipo al cual pertenezco. La tarea complicada es cuando se quiere lograr que se cambien constumbres con disciplina, siendo la constancia el medio por el cual se puede alcanzar la meta final.
A pesar de las opiniones, siempre busco ser el primero en llegar, y el último en salir. No es una posición autoimpuesta, sino por el contrario, una oportunidad diaria de darlo todo, de transmitir el compromiso y la energía necesarias para cumplir con las responsabilidades que se tienen, así como convertirse en quien siempre está para quienes lo necesiten.
Cada día, cuando salgo o regreso, recuerdo claramente cuando me dieron el consejo, y me sonrío… muchas veces debo ser incomprendido por hacerlo, pero siempre estaré convencido de que es la actitud correcta.
Gracias Sr. Luis, por la enseñanza. Gracias, sobre todo, por la paciencia y la Fé en mi.-