Pagad pues a César lo que es de César, y a Dios, lo que es de Dios. Mateo 22:21
Luego de más de 2000 años de intentos fallidos, no tendría sentido que me una a la lista de quienes buscan demostrar científicamente el principio de La Fé. Y es que sin Fé, la vida debe ser un gran vacío. Tan sólo imaginar la certidumbre de lo que sucederá (o no), me hace temblar, y como católico, pues es parte de mi formación, y realmente soy un hombre de Fé. Pero recientemente se me ha hecho más común el escuchar la frase «Los tiempos de Dios son perfectos» ante situaciones adversas.
Por allá por 2012, le ganaba Chávez las elecciones a Capriles por una diferencia de casi 11 puntos. Estuvimos dispuestos a salir a defender nuestro voto, por lo cual esperamos expectantes y ansiosos el anuncio de que al menos daríamos la pelea, voto a voto, para validar el resultado. No pude entender en ese momento (ni ahora tampoco) aquella respuesta: «El tiempo de Dios es perfecto. Ya llegará nuestro tiempo«. Una vez más, la Fé se imponía a la razón y muchos, quizás demasiados años después, nos aferramos más que nunca a la Fé de la llegada de «nuestro tiempo», pero yo estoy convencido de que se pudo haber al menos intentado la validación de aquel resultado.
Hay hechos irreversibles, como la muerte, que inevitablemente forman parte de la vida. La Fé, sin duda alguna, nos ayuda a manejarlos, pero, en base a mi experiencia muy personal, se hace extremadamente difícil el simplemente aceptar que es un «tiempo perfecto» el de la pérdida de un ser querido…
La vida está llena de misterios, maravillosos unos, terribles otros, y sin lugar a dudas, la Fé es el medio para navegarlos. Pero mucho de lo que necesitamos está en nosotros. Hay que recordar el famoso «ayúdate que yo te ayudaré«, ó como realmente aparece en la Biblia:
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente, no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. Josué 1:9
Entonces, no se trata de confiarse de que todo lo que nos sucede es simplemente por designio divino, sino que hay que buscar que las cosas sucedan. Se debe ser una pieza activa en el tablero de Dios, en lugar de simplemente esperar a que llegue «el tiempo perfecto», siempre apoyándonos en la Fé de que nuestras acciones estarán respaldadas por aquel que todo lo puede…
Fernando Castellano Azócar