
Recuerdo cuando en mis días de Universidad, uno de mis amigos mas cercanos me decía que no me iba a invitar más a su casa, ya que después de cada visita, su mamá le reclamaba que él no era como yo, que sabía lo que quería hacer en el futuro con tanto detalle. Y el punto era que mi situación en ese momento era exactamente igual o quizás peor que la de mi amigo, con la diferencia de que yo estaba haciendo uso de una ventaja con la que nací, que es la de crear historias y contarlas.
Afortunadamente mi presente es mejor que aquel futuro que imaginaba en aquel entonces. Quizás gracias a esa visión que tenía, quizás por una alineación estelar que me ha acompañado siempre. Lo que me parece relevante es la influencia que produce el uso adecuado de un poder, en éste caso, mi capacidad de crear una historia de futuro que contaba con todos los elementos que la hacían creíble, al punto que la mamá de mi amigo me consideraba un ejemplo que él debía seguir.
Hemos crecido bajo la influencia de los cuentos de esos seres que tienen «super poderes», que en principio les permite tener vidas plenas, sin embargo, es solo una parte muy pequeña que conocemos de ellos, quizás la más relevante. Pero hay toda una realidad que no necesariamente es representada por esa pequeña parte que se conoce. Igual sucede con nosotros, que por interés, necesidad o casualidad nos hacemos conocer por ciertos aspectos de nuestras vidas, quedando cubierta otra que representa una realidad totalmente distinta. Es por ello que debemos aprender a considerar a todos con cuantos nos relacionamos no sólo en función de lo evidente, sino dejando un espacio para aquello que no conocemos (y que quizás nunca lo hagamos), pero que sin lugar a dudas está presente.
Al ver la reacción que producían mis planes de futuro, cuando en mi casa me preguntaban cómo iba con mis estudios, pues les compartía esos mismos planes, con la esperanza de que mi situación actual, que no era la mejor, quedara en segundo plano ante el abrumador éxito que lograría en mi futuro, pero la verdad es que cuando estaba en mi casa era como si superman estuviera en Kriptón, ya que mis superpoderes no eran nada efectivos ante la circunstancia de que me conocían al detalle, y todo terminaba con un «lo importante es que hagas ahora lo que debes, y después veremos del futuro». Aquella perfección que me hacía famoso en unos lugares, no era percibida en la misma medida en mi casa. Todo depende de lo que se conoce, o de lo que no.