Las Oportunidades en el Camino


Foto de Dylan McLeod en Unsplash

Fernando J. Castellano Azócar

Un Problema es aquello que se presenta en nuestro camino y que requiere nuestra atención y acción para apartarlo y poder seguir en el mismo. Como tal, existen de distintos tipos y tamaños; unos se atienden de manera rápida y fácil, otros se toman más tiempo y esfuerzo; y otros tienen la característica de transformarse en «móviles». Son estos últimos los que voluntaria o involuntariamente cargamos en nuestra espalda y que si no decidimos atenderlos se mantendrán allí de forma indefinida.

«Los problemas no son como el vino, no mejoran con el tiempo» es una frase de Colin Powell que siempre recuerdo, mucho mas cuando me atormenta algo que debo atender. Ahora es casi una norma no hablar de «problemas» sino de «oportunidades», y luego de mucho tiempo sin estar claro de la razón para ésto entendí que es algo totalmente cierto. En mi caso siempre me había enfocado en el problema, pero una vez que entendí que el enfoque debía ser en mi se me hizo claro que esos casos eran efectivamente oportunidades para desarrollar la manera de resolverlos.Y es que al final los problemas generan la necesidad de reinventarse porque precisamente es algo que no sabemos cómo atender por lo que necesitamos buscar la solución, lo cual va a requerir que cambiemos radicalmente algún paradigma que tengamos y el miedo a ese cambio nos hace esquivar lo que al final es inevitable. Y lo complicado es que cuando finalmente llegamos a la solución nos sentimos además de renovados, arrepentidos de no haberlo hecho antes.

Obviamente nadie quiere tener problemas, pero irremediablemente se van a presentar y lo que debemos hacer es desarrollar nuestra actitud para tomarlos siempre como una oportunidad para mejorar como personas. Una frase que también me gusta mucho es la siguiente:

Liderazgo es resolver problemas. El día que los soldados ya no te lleven sus problemas es el día en que dejaste de liderarlos

Colin Powell

Si consideramos el liderazgo como una habilidad para toda actividad en nuestra vida podremos ver que el hecho de atender como oportunidades los problemas hará que nos traigan incluso los de los demás, lo cual sin lugar a dudas nos provee con más oportunidades de crecimiento y de aporte a nuestro entorno.

La Meta de ser Erudito


(Publicado originalmente en el Blog de Idem el 21/07/2020)

Por: Fernando J. Castellano Azócar

Aún hoy en día, la definición de “Erudito” (Polymath en inglés) está sujeta a debate. El término tiene sus raíces en  la Antigua Grecia y fue utilizada por primera vez al comienzo del siglo 17 para identificar a una persona con “muchos conocimientos”, pero no hay una manera fácil de decidir qué tan avanzados deben ser ni en cuántas disciplinas. Muchos investigadores argumentan que para ser un verdadero erudito se necesita algún tipo de reconocimiento formal en al menos dos áreas que no estén relacionadas.

No es para todos conocido que si no fuera por una actriz y un pianista quizás aún no existirían ni el GPS ni las redes WiFi. Al final de los años 30 y comienzos de los 40, Hedy Lamarr era de las mas famosas en Hollywood por sus interpretaciones de “femme fatales”. Pocos de sus contemporáneos sabían que su otra gran pasión era inventar. Lamarr conoció a George Antheil, un excelente pianista, compositor y novelista que también tenía un interés en la ingeniería. Y cuando la pareja descubrió que las fuerzas enemigas estaban interfiriendo las señales de radio de los Aliados, se dispusieron a buscar una solución. El resultado fue un método de transmisión de señales que aún es utilizado en la tecnología inalámbrica de hoy en día. Resulta sorprendente el origen de esta tecnología que cambió el mundo, pero es un ejemplo perfecto de la mente de un erudito.

Cuando somos niños vivimos fascinados por muchas y distintas áreas, pero en las escuelas, universidades y luego cuando trabajamos nos vemos presionados a especializarnos en pocas o simplemente un área, de manera que mucha gente podría tener la capacidad de ser eruditos, para lo cual deben decidir andar por la senda que podría llevarlos a serlo.

Hoy en día se sabe por distintos estudios  que cuando nos concentramos en alguna tarea compleja, el cerebro a menudo alcanza un punto de saturación a partir del cual la atención se desvía y cualquier esfuerzo adicional falla. Pero si en ese momento se presta atención a otra actividad no relacionada, se logra nuevamente un nivel de concentración alto de manera que cambiar entre diferentes tipos de tareas puede impulsar la productividad. De igual manera los estudios han demostrado que luego de cierto tiempo dedicado a alguna práctica o estudio dejamos de aprender de manera eficiente. Entonces, podemos hacer un mejor uso de nuestro tiempo si regularmente cambiamos entre áreas o tareas. Así, quienes deciden buscar el camino de la erudición utilizan a su favor el alternar entre intereses, con lo que aseguran que utilizan su cerebro a su máxima eficiencia en cada área. 
Hoy en día y gracias a la tecnología tenemos la oportunidad de elegir entre muchas opciones para desarrollar nuestras habilidades en muchas áreas a través de plataformas como la de IDEM, donde se ofrecen distintas oportunidades para no sólo adquirir conocimientos en áreas que por distintas razones no pudimos desarrollar, sino para alcanzar altos niveles de eficiencia gracias a la diversidad, así como la aplicabilidad en nuestras vidas basado en la experiencia de quienes formamos parte de IDEM.

Rompiendo el Bloqueo


Foto de AbsolutVision en Unsplash

En distintas oportunidades lo único que me ha salido para compartir aqui en el blog son disculpas por no poder generar nada. «Bloqueo del Escritor» podría llamarlo, aunque sería hasta peligroso autodefinirme como uno. El tema es que en muchos aspectos de nuestras vidas se pasa por momentos de extrema inspiración, así como por otros menos productivos, y en días pasados tuve la oportunidad de leer un artículo de Lawrence Yeo del que tomo unos consejos que me han sido de mucha utilidad para romper esos días en los que me siento bloqueado.

Escribir algunos títulos de potenciales piezas, y ver donde nos lleva. Esto me ha sido de muchísima utilidad, ya que efectivamente cada vez que me surge una idea corro y la escribo. Por lo general en ese mismo momento no es mucho más lo que se me ocurre al respecto, aunque en algunas oportunidades aprovecho de escribir de dónde me sale esa inspiración y si puedo también cómo me imagino que debe ir el artículo. Esto permite contar con un «backlog» de opciones que reviso periódicamente, y dependiendo de como estoy en ese momento termino seleccionando lo que me inspira y escribo algo. Aunque a veces ni eso funciona, pero al menos tengo una base de dónde ir sacando opciones.

Seleccionar una frase interesante y escribir lo que se piensa al respecto. Me dedico a coleccionar frases. No necesariamente las busco sino que muchas las tomo de libros y artículos que leo. De hecho, se me ha ocurrido escribir algo que sólo sea uniendo frases… pero lo interesante es que efectivamente, si uno dedica algún tiempo a pensar en las frases termina saliendo algo muy interesante. En muchos de mis artículos incluso incluyo la frase que me inspiró, y de ahí terminan saliendo otras cosas más.

Mantener un diario. En el artículo mencionan un punto que en mi caso es totalmente cierto. Desde hace muchos años llevo un diario, y como uno sabe que eso no lo va a leer nadie más se cuenta con una libertad de sacar cosas que terminan siendo muy interesantes. Este año descubrí una aplicación que se llama «Day One» y que me ha resultado perfecta para llevar mi diario. Por una parte ofrece unas opciones de seguridad en las que confío y que de acuerdo a las mismas no hay manera de que alguien mas lea mi diario, y por otra cada día resalta lo que se tiene registrado de años anteriores, lo cual permite que uno viaje en el tiempo y lea lo que escribió antes de donde se generan temas a desarrollar.

Estas opciones son muy efectivas por experiencia propia, pero igual hay días en que no encuentro manera de que salga nada, y lo que he aprendido es que hay que dejarlos pasar, descansar sin presión, que luego termina saliendo la inspiración con tal fuerza que hasta me impresiona lo que genero. Espero que a muchos les sean también de utilidad.

Por qué hay que Trabajar? – (…de experiencia ajena)


Foto de Evan Dennis en Unsplash

Puede que el hacerse esta pregunta no haya sido una prioridad para muchos, incluyéndome a mi. Desde que uno esta pequeño ya le dicen “tu trabajo es estudiar”, por lo cual se termina asumiendo que en última instancia trabajar es principalmente una obligación, pero realmente es eso totalmente cierto?

Trabajar se refiere a recibir un pago a cambio de una actividad física o intelectual, pero no solo es el hecho de recibir ese pago. Obviamente se trabaja por una necesidad económica pero no es solo eso lo que nos permite mantenernos haciéndolo. Se puede trabajar en cualquier cosa, incluso ganar mucho dinero, y sin embargo no ser felices. Entonces, se debe ser feliz para trabajar? O debemos trabajar para ser felices?

Para mi hay un sentido de realización al trabajar. El recibir un pago por lo que se hace es señal de que cualquier cosa que hagamos lo estamos haciendo bien. A nadie le pagan por hacer mal su trabajo. Y trabajar provee una zona de reto permanente, sin importar lo que se haga, que nos permite establecer metas para superarnos cada día. En mi caso siempre le he puesto una pasión enorme a lo que hago, particularmente en el campo laboral. Por una parte es lo que viví como ejemplo en mi casa, pero además es la forma que elegí para llevar la vida que tengo. Podría hacer más? Pues siempre es posible. Podría ganar más? Pues es uno de mis objetivos, pero no es necesariamente el más relevante.

A mi me preocupa la trascendencia, pero no por los siglos por venir, sino por el impacto que causo en todos. La satisfacción que me llena es enorme cuando gente con quien he tenido oportunidad de trabajar me dicen lo bien que se sintieron conmigo, y eso es algo que no hay dinero que lo pueda pagar. Entonces, Por Qué hay que Trabajar? Pues para lograr una vida plena, con objetivos establecidos, metas alcanzadas y mucha experiencia adquirida, y que hasta le paguen a uno por todo eso!

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Competir e Innovar como parte de nuestro día a día


Por: Fernando J. Castellano Azócar

Recientemente he estado trabajando en lograr unos cambios importantes en mi área de influencia profesional, Como con todo cambio, se presentan las reacciones de ley, lo cual obliga a buscar la manera de combatir la frustración, y buscar formas de inducir a ese cambio. En esa lucha, he encontrado consejos y recomendaciones muy interesantes y que me han hecho reflexionar sobre la forma y, más importante aún, sobre el fin que persigo. En la medida en que la razón que motiva los cambios permanece desconocida, se hace más difícil alcanzar el resultado esperado (o requerido). Lo que para uno es evidente, puede no serlo para los demás (y viceversa), de manera que el proceso no debe comenzar por la implementación del cambio que, por el contrario, debería ser el resultado consensuado de quienes comparten una misma visión. Entonces entran en escena los términos Competir e Innovar, pero no en el sentido clásico, sino adaptado a la situación particular por la que se está pasando.

Desde nuestra concepción estamos compitiendo. Somos los ganadores de una carrera donde vencimos literalmente a millones de semejantes. Siempre estamos en competencia, y ese hecho quizás hace que uno deje de ver los detalles inherentes a cada competencia en la que se participa. Y es importante entender que hay una diferencia importante entre competencia y lucha; la competencia se refiere a la busqueda de un mismo fin donde, en teoría, todos los participantes tienen la misma oportunidad de resultar vencedores y no hay mayor consecuencia si no se resulta ganador; la lucha, por el contrario, se refiere más a la necesidad de ganar por sobre todas las cosas, ya que de no hacerlo se estaría sujeto a una gran pérdida (como la vida, por ejemplo). En mi caso, y en el contexto de lo que intento, mi competencia es contra la costumbre. En el ambiente laboral nos acostumbramos a hacer las cosas de una manera, independientemente de los resultados (o a pesar de ellos). Asumimos que así es como se ha hecho siempre, y simplemente nos convertimos en máquinas que terminamos haciendo las cosas más por costumbre que por alguna razón o motivo; cuando nos sentamos a pensar “por qué” hacemos nuestro trabajo, solo la necesidad de hacer algo nos saca del vacío que permanece sin respuesta. Entonces, para lograr dar respuesta a esa pregunta y salir del estupor se debe hacer algo distinto, es decir, se debe Innovar! Y entonces viene la otra gran revelación que recibí: “Innovar” no es un término de uso exclusivo por científicos o departamentos de Investigación y Desarrollo. No! Por el contrario, en mi caso pude entender que sólo recurriendo a la innovación podría lograr la alta meta que me propuse: lograr que mi equipo crea fervientemente que es capaz de hacer las cosas mejor! Pero, en el proceso, entendí que para influenciar cambios a mi alrededor, primero debo cambiar yo, y ese cambio en mí está enmarcado en la comprensión de mis metas, y en la fé que tenga en poder alcanzarlas. Al final, no se trata simplemente de requerir cambios, sino de compartir creencias en base a parámetros comunes, de manera que, por una parte se haga claro el camino a recorrer, y por otra, que se quiera hacerlo en forma voluntaria, con la seguridad de que los beneficios serán iguales para todos.