Fernando J. Castellano Azócar
Tenía años trabajando en la empresa y ya me habían dicho que no me darían la promoción más importante hasta ese momento, sin embargo, por segunda oportunidad, me convertía en el candidato para ser el nuevo Gerente Corporativo de Proyectos. Pasados los días los Directores que me apoyaban se me acercaron para decirme, palabras más palabras menos, que el Director General había dado su aprobación para mi promoción no sin antes decirles que los hacía responsables de que si yo no cubría las expectativas y tenían que salir de mi sería responsabilidad de ellos ya que estarían perdiendo un excelente Técnico. Al final, y muy afortunadamente, todo salió bien y pude exceder las expectativas, pero siempre hay un gran riesgo al momento en el que se logra una promoción.
En muchas oportunidades he escuchado cuando se dice que un gran técnico no implica un gran Gerente. Muy en el extremo uno sabe, siente, piensa que no hay nadie que haga mejor las cosas que uno mismo, y el momento en el que se enfrenta esa realidad es cuando se deja una posición de colaborador individual para asumir una de Liderazgo en la que lo más difícil es, precisamente, «soltar el desarmador«, es decir: delegar.
Cuando recién tuve mi promoción se nos presentó una situación, en un proyecto en el que yo era el Ingeniero responsable, de poner a funcionar unos sistemas y necesitábamos configurarlos, cosa que yo ya sabía cómo hacerlo, pero como había designado a otro Ingeniero para que se encargara del tema en mi lugar pues tuve que sentarme a su lado y ver cómo hacía el trabajo. La verdad es que fueron los minutos más largos de mi vida, no porque lo estuviera haciendo mal sino porque no lo hacía como lo haría yo. Quizás tardó más, quizás hasta lo hizo mejor que yo, pero yo tuve que hacer lo imposible para no quitarlo de la computadora y hacerlo.
El Liderazgo trae consigo un requerimiento de confianza en el equipo que se tiene a cargo, confianza que requiere estar muy consciente de las capacidades de cada persona así como tener una capacidad de hacer seguimiento de forma efectiva. En la medida en la que uno se convence que no es imprescindible y que se debe mover a la siguiente etapa, las cosas mejorarán. Pero cuidado, porque si no se hace bien el cambio el seguimiento requerido terminará convirtiéndose, sin duda alguna, en lo que conocemos como micromanagement, lo cual ya tiene otras implicaciones…


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