Uzzis en el Estadio


Fernando J. Castellano Azócar

Mi papá siempre fué fanático del Béisbol y en nuestros planes siempre estuvo el ir a un juego juntos. Vivíamos en el Interior del País y en las oportunidades en que fuimos a la Capital no tuvimos la oportunidad de coordinar para asistir, pero ese plan siempre lo tuve pendiente.

Circunstancias laborales nos llevaron de vivir en el interior a vivir en la Capital, y apenas con meses en la ciudad nos invitaron a un juego¿o de Béisbol. Por supuesto que la emoción me sobrepasó y sin dudarlo dije que sí. El único tema que tenía era lo relacionado con la seguridad. Aún tenía esa desconfianza de que las cosas no eran tan tranquilas como en mi ciudad de origen, por lo que anduve preguntando insistentemente en las medidas que suponía debíamos considerar para estar seguros, pero los citadinos se burlaron de mi y me dijeron que no me preocupara, que no iba a pasar nada.

Llegado el día fuimos a un juego que no era de los equipos mas famosos por lo que no había mucha gente. A la entrada del estadio compramos unas gorras y unas camisas, y entramos emocionados a ver el juego. Adentro del estadio era legal la venta de cerveza, lo cual hacían muchachos que cargaban un recipiente lleno de hielo y botellas de cerveza, y uno les gritaba, se acercaban y le servían en vasos plásticos el vital líquido. Por supuesto que apenas nos sentamos comenzamos a pedir cervezas, pero de repente uno de los muchachos que nos atendía nos hizo una pregunta que al principio no entendí por lo que le pregunté de nuevo qué había dicho, y al repetir en voz mas alta entendí que preguntaba si queríamos algo “mas fuerte”, a lo que en mi extrema inocencia le pregunté “como qué?”, y en ese momento soltó el tono de las cervezas y se levantó la camisa dejando al descubierto lo que, por alguna razón, concluí que eran dos ametralladoras Uzzi… debo haberme puesto blanco del susto y alguno d emis compañeros conocedores del sitio le dijo que no gracias, que con la cerveza estábamos bien. Yo agarré a mi esposa y cuando le iba a decir que nos fuéramos de inmediato, comenzaron a reírse de mi y me calmaron explicándome que lo que había visto eran dos botellas de whisky etiqueta negra que estaban ofreciendo, lo cual era ilegal pero común ya que no todo el mundo tomaba cerveza.

No era este el muchacho, pero era uno de los que nos atendía

Con un par de cervezas pasé el gran susto, y terminé de disfrutar el juego. Por supuesto que del grupo que fuimos ninguno olvidó el susto que pasé, y la verdad es que yo tampoco he podido hacerlo.

Mi cara de emoción antes del susto

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