Fernando J. Castellano Azócar
Siendo hijo de Profesores Universitarios desde muy niño tuve acceso a mucha información en forma de conversaciones que escuchaba en casa así como a mucha literatura, y un tema recurrente era el tema de la política en la que mis padres eran muy activos. Así crecí escuchando y leyendo muchas cosas hasta que llegué a estudiar en la Universidad donde tuve la oportunidad de meterme en ese mundo de la política. La verdad es que lo hacía porque lo había visto en casa, pero además porque quería, nunca por necesidad. Por supuesto que me atrapó el poder que fuí sintiendo, pero siempre busqué usarlo para lo que consideraba era «el bien». En ese mundo lo más común era encontrar mucha gente, todos identificándose como «de izquierda», y más común aún, «revolucionarios». Se escuchaba de Marx, Lenin, Fidel y el Ché. Recuerdo que en las reuniones cuando llegaban los del partico comunista saludaban de la manera más anacrónica que jamás he vuelto a escuchar: «buenas noches compañeros, un saludo solidario y revolucionario«. Y por lo general planificábamos para lograr el bienestar estudiantil. Por supuesto que también hubo momentos no tan románticos, pero esos van en otra historia…
Lo cierto del caso es que en nombre de la izquierda comunista muchos decían luchar por el bien común, pero por supuesto nunca se tuvo ese poder como para hacer realmente la diferencia que se decía nos guiaba. En mi caso, nunca terminé de encajar, pero era como una conexión con quienes impulsados por su juventud les atraía la «lucha» estudiantil, pero no se alineaban con ese pensamiento comunista. Entre mis compañeros unos se definían como Marxistas, otros Leninistas y otros Troskistas. Pasaron los años, me llegó el momento de trabajar, como habia aprendido en casa de mis padres de Clase Media, y las circunstancias hicieron que muchos de esos compañeros efectivamente llegaran al poder. Esas circunstancias les dieron el poder que siempre soñamos con tener para cambiar radicalmente las cosas, pero extrañamente el cambio, ese cambio, nunca llegó. Tenían el poder, los recursos y el tiempo, pero contrario a lo que yo y millones mas pensamos que sucederia, terminaron siendo una versión peor de la que en nombre de la revolución buscaban acabar. Muchos años han pasado en los que vivo preguntándome: ¿Qué pasó? ¿Dónde estuvo la falla? ¿Por qué, si tuvieron todo el poder que nunca antes nadie tuvo, n ocumplieron con aquellas promesas que juraron harían realidad si las circunstancias así lo permitían?. Y ahí es donde entra este libro de Juan Miguel Zunzunegui.
El libro centra la libertad como lo necesario para lograr la felicidad y lo relaciona con lo que vivimos en la actualidad. Hace un recuento histórico de lo que ha sido el comunismo/socialismo y el por qué de esa lucha contra la democracia, y quizás lo que me parece más interesante, cómo se ha buscado utilizar tanto la historia como la democracia para instaurar regímenes que van en contra de la libertad tanto individual como colectiva. Y en mi caso, eso me llega muy dentro por todo lo que vive el país donde nací, pero además termina siendo un llamado para ver lo que está sucediendo en otros países.
Si se quiere conocer la historia del comunismo y entender por qué muchos políticos se comportan de maneras tan particulares, les recomiendo 100% leer éste libro que además tiene ese estilo de narrativa que caracteriza a Juan Miguel Zunzunegui y que lo engancha a uno desde el principio.
A continuación, extractos que en mi caso me resonaron con mayor impacto.
La libertad es la mayor fuerza del espíritu humano.
Es un impulso tan fuerte como el deseo de algunos por destruirla
La libertad ha tenido que luchar eternamente contra la tiranía… y ha vencido.
Porque la libertad es lo único que da sentido a la existencia.
Porque sin libertad no puedes definir quien eres.
Sin libertad no existes como un individuo humano, único e irrepetible.
Sin libertad no eres nadie.
Todos dicen quererla. Todos hablan de ella y es bandera de todas las causas, pero casi todos le temen.
No es fácil ser libre. Es un compromiso. Es una revolución.
Necesitamos ser libres para ejercer el derecho a construirnos a nosotros mismos. La gente siempre ha huido del comunismo porque no hay libertad. Y sin libertad se te arrebata toda tu humanidad. Huir del comunismo es una necesidad existencial.
Para ser verdaderamente libre es fundamental tener la capacidad de generar por cuenta propia dos cosas, sin depender de un gobierno: conocimiento y riqueza.
La revolución de la LIBERTAD comenzó con una revolución en el conocimiento. Gutenberg construyó la imprenta hace más de quinientos años, y simbólicamente comenzó la era de la información. Entonces las ideas de toda la humanidad eran accesibles y podían compartirse, enfrentarse, dialogarse y superarse.
La segunda revolución de la libertad fué la capacidad de crear riqueza. Los burgueses instauraron una economía basada en el comercio, la producción de bienes, servicios e ideas, el intercambio, la innovación y la creatividad. La Corona no pudo seguir controlando la riqueza y la iglesia no pudo seguir dominando el conocimiento. Nacía la era del hombre libre.
El que es pobre en la mente está condenado a no ser libre, y es la historia que nos contamos de nosotros mismos la que nos hunde en la pobreza y nos arrebata la libertad.
Amamos la pobreza, le cantamos, le hacemos telenovelas, la enaltecemos y la convertimos en virtud: pobre pero honrado. Pepe el Toro es inocente. Es mi orgullo haber nacido en el barrio más humilde. Tú me cambiaste por unas monedas. Te casaste con un viejo que es muy rico. Tal vez mil cosas mejores tendrás, pero un cariño sincero jamás. Un buen remedio psicológico contra la frustración es convertir la pobreza en virtud, pero al convertir la pobreza en virtud, nunca saldremos de pobres.
Extraño efecto del adoctrinamiento nacionalista, pensar que eres libre porque el que te gobierna, te somete y te quita impuestos, nació y vive en el mismo país que tú. Nos deja claro que no sabemos lo que es la libertad.
Al día siguiente de la independencia la vida siguió siendo la misma para todos los habitantes de este país; excepto para los pocos que ahora tenían el poder y el control del gobierno.
Nos lo dijo Agustín de Iturbide a los mexicanos: les he mostrado el camino para ser libres, a ustedes les toca encontrar el de ser felices.
Había inversiones, flujo de capital y trabajo. Eso es lo que ocurre cuando el ciudadano es libre de comprar y poseer cualquier bien que le permita producir riqueza, sea una tierra o una nave industrial, un edificio o un tractor, una bodega o una fabrica de chocolates.
Cuando el parlamento quiso detenerlo, el rey [Carlos I de Inglaterra] ordenó su disolución. Cuando los comerciantes y empresarios quisieron dialogar con él, les mandó tropas. Cuando lo llamaron a juicio, dijo que por su autoridad moral ningún hombre podía juzgarlo.
La historia de la libertad es limitar el poder.
Libros, autores y conocimiento detrás de cada revolución de la libertad. Francis Bacon y John Locke detrás de la inglesa, los filósofos de la Ilustración detrás de la francesa y la americana… o la biblia de Gutenberg detrás de la Reforma protestante. Ideas para cuestionar el pasado y la autoridad. Ideas para ser libres.
Sócrates señaló que sólo hay un bien, el conocimiento; y sólo hay un mal, la igmorancia. Pero si el conocimiento es poder, como dijo Francis Bacon, ejercer control sobre el conocimiento es vital para el poder. Por eso dan conferencias matutinas, por eso se capta a los medios; por eso se diseñan noticias falsas. Por eso los gobernantes inyectan su ideología en los libros de texto.
No puedes confiar en la versión de los hechos que da el que tiene el poder, pero menos aún puedes confiar en la versión del revolucionario que busca arrebatar el poder. Un político que de verdad respete tu libertad, y con ello tu dignidad humana, nunca se atreverá a decirlte qué debes creer y pensar.
[…]pero la mayor revolución de la libertad en manos de la burguesía fue el desarrollo de la imprenta y la invención del libro.
Toda forma de evitar que los individuos tengan acceso al conocimiento es la principal evidencia de un régimen que busca poner una venda en tus ojos. No importa que hablemos de una pira de libros o de un instituto de acceso a la información.
Miente, miente, miente… que algo quedará. Ese cimiento de la propaganda de Joseph Goebbels, máximo ideólogo nazi, es la realidad cotidiana del siglo XXI y la estrategia fundamental de los grupos de izquierda que, paradójicamente, se ubican a sí mismos en el extremo contrario al de los nazis, aunque sus métodos sean tan parecidos.
Hoy en día no existe excusa. Es ignorante el que quiere y es engañado el que lo permite. Todo el conocimiento y tu libertad están al alcance de la mano, sólo hay que hacer el desmedido esfuerzo de no creer lo primero que nos digan, y cuestionarlo todo. Tu libertad depende de la duda y el pensamiento crítico.
Todo nacionalismo se cura viajando, y todo radicalismo leyendo.
La libertad va de la mano del conocimiento; es de vital importancia recordar eso hoy, cuando la ignorancia es promovida desde todos los centros de poder, precisamente para limitar tu libertad.
Esa es la esencia más profunda de la democracia: el ideal de una sociedad donde cada individuo pueda generar riqueza y conocimiento de manera independiente al poder.
[Voltaire] Fue el hombre que nos dijo: «No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo».
Tres siglos después, para cada político populista cada persona es una herramienta, un medio y nunca un fin.
Pero sólo el hombre que no se ha dominado a sí mismo necesita dominar a otros, y ésa es la condición fundamental de todo dictador: no suelen ser dueños de sí mismos.
Virtud es la repetición constante de los buenos hábitos. …Vicio es la repetición constante de un mal hábito.
Hoy, al igual que hace dos mil años, no es libre el que no es dueño de sí mismo, sin importar cuántas opciones superficiales le presente la vida. Como siempre ha sido, es libre el guerrero que conquista su libertad; y ese hombre libre es, ante todo, dueño de su mente; de sus emociones, pasiones y sentimientos, y, por encima de todo, de sus ideas y sus pensamientos. Si cada mañana alguien te dice qué pensar, qué decir y qué hacer, a quién odiar y a qué cosa temer, ese alguien es tu amo y señor, y desde luego que tú no eres libre.
El pueblo es la mentira de cada revolución, ha sido el arma de cada revolucionario y la gran masa traicionada después de cada revuelta victoriosa.
Ningún rey, ni la Inquisición, ni tirano alguno que haya sido derrocado en una revolución, tienen en su historial tantos asesinatos como el más pequeño de los revolucionarios.
Ya no hay golpe de Estado sino Justicia Social.
Riqueza y conocimiento, las dos cosas que todo comunista o progresista busca dominar para ejercer control sobre ti para siempre.
Todo socialismo revolucionario ha girado en torno a eliminar las capacidades productivas y críticas de su sociedad.
Si entendemos explotado y explotador, según la definición marxista, e izquierdista en general, como el que genera la riqueza contra el que se la apropia y la disfruta sin haberla generado, el empresario no es explotador, y de hecho no ha existido mayor explotador en la historia de la humanidad que el que ha disfrutado todo sin producir nunca nada: el político, principalmente, el marxista.
Desde la pobreza extrema, la riqueza sólo puede parecer injusta. Pero la pobreza extrema nunca ha sido resultado de la libertad económica, sino de terribles condiciones económicas, políticas y sociales; no existe en sociedades desarrolladas y libres donde la inmensa mayoría es clase media. Siempre ha surgido donde hay dictadura, opresión, violencia, corrupción, mala administración… o comunismo.
Los reyes comenzaron a ser coronados con una adaptación en su juramento, pequeña pero gigantesca: rey por el designio de Dios y el consentimiento del pueblo. Una vez que el pueblo es necesario para que se haga la voluntad de Dios, es el Todopoderoso quien ha perdido el poder.
Comenzó a nacer uno de los discursos de alienación más poderosos de la historia, pero tambien de los más eficientes: el nacionalismo, una nueva religión en la que el Estado ocupaba el lugar de Dios, y era igualmente venerado. Otra ideología para entrar en la mente del individuo y arrebatarle esa individualidad.
En la historia de la humanidad, el individuo siempre ha sido convocado a luchar por algo o alguien más: Dios, libertad, patria, causa, pueblo… Liberarte de ideologías, luchar por ti, es la esencia de la revolución de la libertad.
Si todos fuésemos iguales, nadie sería necesario. Si todos fuésemos iguales tu existencia sería inútil. Es el hecho de ser distintos, únicos e irrepetibles, nunca iguales, lo que nos da valor.
Que tú puedas preguntarte hoy cuál es tu vocación y qué quieres hacer con tu vida es gracias a la era de la libertad, inaugurada por la revolución de la burquesía.
Hay lucha de clases desde que hay clases que luchan, y eso fue a partir de la Revolución Industrial.
Los revolucionarios se empoderan en la estructura en lugar de destruirla, pero no la hacen funcionar mejor y nunca llega la tan añorada, tan prometida y tan manoseada justicia social. No llega, porque al revolucionario liberal, ahora poderoso conservador, no le interesa que llegue. El conflicto es la fuente de su poder y la injusticia permanentemente es el combustible para el conflicto. La justicia no llegará nunca porque el que toma el poder es igual o peor que aquel que ha sido derrocado. Todo es ilusión excepto el poder.
Bien lo dijo Rousseau: no es posible recuperar la libertad una vez que se ha entregado.
Así comenzó la historia de la izquierda. Robespierre y los jacobinmos, sentados a la izquierda del rey en la Asamblea francesa, eran los más ferreos opositores al Antiguo Régimen y los únicos que no buscaban reformas a la estructura social y económica, sino una destrucción completa para construir algo nuevo. Para los primeros izquierdistas de la historia política, la causa de la igualdad no podía esperar más.
Detrás de los hermosos discursos de igualdad, fratermidad, justicia social y reparto de riqueza, siempre se esconde la única ambición real del revolucionario: el poder.
Ahí donde han tomado el poder los comunistas, todo se transforma en miseria. Esa es la historia del comunismo real.
[…] Lo dijo Marx y lo reiteró Lenin: no hay más camino que la violencia radical. Esa sigue siendo la propuesta.
En 1848 Marx publicó una invitación abierta a la revolución y dejó clara una postura que no ha cambiado: el único camino es la violencia. Proletarios del mundo, únanse. El llamado floreció en Londres en 1864, cuando diversos sindicatos y grupos de obreros anarquistas fundaron la Asociación Internacional de los Trabajadores, que se conoce popularmente en la historia como la Primera Internacional.
Muy de la izquierda es cambiar de sistema, proyectos y estrategias con cada líder, porque cada uno de ellos siempre tiene la razón.
El año en que nació Hitler, 1889, los partidos laboristas, socialistas y comunistas de Europa fundaron la Segunda Internacional, un foro de partidos de izquierda que buscaban impulsar la revolución mundial.
Lenin se apropió de todos los medios de transporte de la nación, que puso bajo control de los militares, y estableció las primeras prohibiciones para viajar y trasladarse de un lugar a otro.
El objetivo declarado del marxismo es acabar con las clases sociales; para Stalin, eso se lograba asesinando al burgués. Cuando tomó el poder en 1924, comenzó una propaganda masiva de odio contra las clases altas, y de manera muy especial contra los Kulaks.
Kulak era el nombre con que se conocía al campesino ruso que, a fuerza de trabajo e ingenio, creatividad y tenacidad, esfuerzo y estudio, había hecho mas productivas sus tierras y habia comenzado a enriquecerse. Stalin se encargó de decirle a cada campesino que aquellos kulak se habían enriquecido a causa de la corrupción y explotación.
Stalin gobernó con puño de hierro entre 1924 y 1953. Bajo su mandato y a causa de sus experimentos y paranoias murieron alrededor de veinticinco millones de seres humanos, sea por las hambrunas o asesinados por el sistema.
Pero proletario y burgués, como izquierda y derecha, son conceptos del siglo XIX que no tienen relación alguna con la actualidad. Palabras trasnochadas de revolucionarios que engañan con narrativas.
SUEÑOS, ESTUDIOS Y TRABAJO. Tener aspiraciones, prepararnos para conseguirlas y luchar por ellas. Sueños, estudio y trabajo es lo que está detrás de la prosperidad y felicidad de todo individuo y país libre.
Sueños, estudio y trabajo fueron los ingredientes con los que nuestros abuelos construyeron los países donde vivimos hoy.
Nada esclaviza más que un billete recibido de un gobierno.
Libertad no consiste en estar emancipado de una potencia, no es depender o no de otro país; la libertad no involucra que la persona que mande esté aquí o en Madrid, ya sea Benito Juárez o Maximiliano de Habsburgo… Libertad es la capacidad que tienes de definirte como individuo, como persona, como ser humano. La libertad te permite ser el artista que hace de ti una obra maestra. Sólo la libertad te permite construir la única respuesta fundamental en tu existencia: ¿QUIEN SOY YO?
Esa es la labor del revolucionario profesional: usar a los trabajadores, manipular sus emociones, despertar la frustración.
No se establece una DICTADURA para salvaguardar la REVOLUCION.
Se hace una REVOLUCION para establecer una DICTADURA.
George Orwell
La brillante idea de todos los socialistas: acabar con la clase social que genera riqueza.
El principal objetivo de tu existencia es tu felicidad y tu plenitud. Comenzamos esta revolución de la libertad con esa idea, y es importante no olvidarla nunca, así como es esencial tener siempre muy claro que a nadie le interesa tu felicidad. Es tu proyecto, no le importa a nadie más. No le importa a ningún político. A ningún ideólogo. Sólo a ti.
Esa felicidad, ese proyecto existencial, depende por completo de tu libertad; y para ser libre debes ser capaz de generar por tu cuenta conocimiento y riqueza. Todos los tiranos socialistas de la historia han llegado al poder para arrebatar de inmediato esas dos dependencias.
Los partidos revolucionarios incluyen en sus narrativas que la dictadura se establece para salvaguardar los valores de la revolución, pero George Orwell nos dijo que se hacen revoluciones para establecer dictaduras. Todo lo demás son narrativas. Todo es ilusión excepto el poder.
Ninguna revolución socialista de la historia ha hecho algo bueno por nadie que no sean los camaradas que tomaron el poder y se atornillaron a él. Viven en mansiones como la elite a la que critican; viajan, viven y comen a todo lujo como los monseñores a los que aborrecen; tienen varios palacios como los monarcas a los que detestan. Pero lo hacen todo por el pueblo y la causa de la justicia social.
Nadie se burla más del pueblo que los comunistas. Nadie los traiciona más que sus líderes revolucionarios, que ahora disfrutan de los privilegios que les quitaron a los privilegiados. Nadie le ha mentido más a todos los pueblos del mundo que la izquierda revolucionaria internacional.
Toso se hizo en nombre del pueblo, pero el pueblo no fué beneficiado. Todo gira en torno a derrocar al opresor y romper las cadenas, pero el Estado revolucionario hizo un soldado en cada hijo, un siervo en cada campesino y un acarreado en cada obrero.
No puedes confiar en nadie que te diga que soñar es egoísta, estudiar es conservador y que el trabajo no es necesario.
El general Cárdenas declaró lo que tarde o temprano descubren todos los camaradas, lo acepten o no en público: el comunismo no funciona; cualquier variable que se aplique conduce a la miseria y a la corrupción. Eliminar la libertad de comercio y de pensamiento, controlar todo desde el centro, destruir los mercados y expropiar las empresas, ha generado hambre y miseria desde la revolución soviética de 1917.
Si el Estado posee legalmente la tierra y las tierras, los campos y parcelas cultivables, el suelo y el subsuelo, hidrocarburos, piedras y metales, los mares y sus recursos… sólo se vive en un feudo gigante donde un burócrata es señor feudal. Nada es tuyo, todo es un préstamo, una concesión.
No hay un sólo régimen socialista que no dependa de empresas capitalistas de inversión privada, pues son los que invierten capital, hacen investigaciones científicas y desarrollan tecnología.
Dijo Milton Friedman que si a un gobierno le dan la administración del desierto de Sahara, en cinco años habrá escasez de arena.
La verdadera soberanía es individual y reside en la educación.
Todo el discurso político de la izquierda se construye en contra de la explotación; esto es, que alguien se quede con la riqueza generada por el trabajador; ese alguien es un explotador, y según el marxismo es la escoria de la especie humana. Eso, vivir de la riqueza producida por el trabajador, es la esencia de lo que hace el político y, por encima de todos, el político marxista. Nunca producen riqueza, por lo tanto, siempre viven de otros. No hay mayor explotador que el político.
La revolución no es un hecho histórico, es el cuento que se cuenta el régimen y que te inculcan como historia.
Nos quejamos de la pobreza, pero votamos por los que la ofrecen, porque llevamos cien años convirtiendo la pobreza en virtud, le cantamos a la pobreza, y la hacemos protagonista de nuestras historias. La honramos y nos aferramos a ella como si todo nuestro ser dependiera de ello… y ése es el problema. Como el individuo que se aferra a su dolor, porque se identifica con él, México no es capaz de soltar su miseria. Es lo único que tenemos. Esa es nuestra peor miseria.
El demagogo es el adulador del pueblo.
Todos los aduladores son mercenarios, y
todos los hombres de bajo espíritu son aduladores.Aristóteles
Hoy todos censuran el fascismo. Su nombre, símbolos y líderes son sinónimo de ignominia, la esvástica nazi es un signo despreciado universalmente…, pero sí se puede mencionar el comunismo, y a Stalin, Mao, Castro o el Che, junto con el temible escudo soviético del martillo y la hoz. Mataron más millones que todos los dictadores de la historia juntos, generaron más crueldad y dolor que cualquier régimen… y aún así se siguen presentando como una alternativa para la sociedad. Ese proyecto viene del más profundo rencor.
Los comunistas proclamaban la revolución proletaria internacional; los fascistas pregonaban la revolución socialista dentro del país. Dos narrativas diferentes, resultado de dos formas distintas de entender la izquierda: una es el socialismo global, y la otra es el de un solo país. Nada cambia para los individuos.
Nosotros somos lo mejor del mundo. Qué pueblo frustrado no quiere escuchar eso. Todo fue una traición, nos dieron una puñalada por la espalda, el mundo está en nuestra contra, pero no hay nadie como nosotros.
El demagogo adulaba al pueblo hsta la irracionalidad. Ahora todo era muerte y destrucción.
El gran líder adula al pueblo, le dice lo que quiere oír. Le señala culpables y le promete venganzas con máscara de justicia. Ese es el demagogo, el que dice y hace lo que sea necesario para tomar el poder y hacerlo absoluto. El que miente descaradamente porque sabe que la multitud es adicta a sus mentiras.
Quien nos liberará de los libertadores. El demagogo llega siempre como amigo del pueblo. Es un paladín abnegado y justiciero que se ha abandonado a sí mismo para perderse en una causa suprema: el pueblo, la nación, la patria. Pero como nos dice Aristóteles, no es más que un mercenario del poder.
Siempre se trata de las pasiones personales del líder carismático que logró romper las instituciones en una época de frustración popular. Lenin y Stalin, Mussolini y Hitler, Fidel Castro y el Comandante Chávez, Evo, Ortega, Andrés… Se diluyen la izquierda y la derecha y sólo queda el poder. Todo es ilusión excepto el poder. Todo es poder y lo demás son narrativas.
No hay un solo líder de la América socialista bolivariana que no lleve a la práctica, como manual, las frases, rituales, eventos, mecanismos y estrategias de los fascistas del siglo XX, mezclados con actitudes y desplantes dignos de un monarca con poder absoluto señalado por Dios. Eso sí, ejercen su fascismo señalando como fascistas a todos los demás. Tristemente funciona.
Pero la democracia es un engaño ideológico para adormecer al pueblo, según todos los cánones marxistas; una farsa donde los parlamentos representan a las élites; la ley no es más que un discurso de explotación, el Estado de derecho es la mentira para controlar, el patriotismo es una narrativa para encubrir la explotación, la ética y la moral son una imposición del poder…
El camino de la libertad es el camino de los sueños, de la creatividad y el ingenio, de la innovación y el emprendimiento, pero también es necesariamente el camino de las caídas. Quien se lance a perseguir sus anhelos y sus metas siempre se enfrentará alguna vez con el fracaso.
Aquí es donde la libertad da miedo y permite que llegue el discurso del resentimiento, esencia de la narrativa de izquierda, desde el comunismo de antes hasta el progresismo de hoy: yo no soy el responsable, alguien más tiene la culpa: la burguesía, el liberalismo, la democracia, el capitalismo, el neoliberalismo, el patriarcado, el machismo, la familia convencional heteronormada, los hombres blancos, el sistema, la vida, la Iglesia, el papa y Dios. Todos son culpables menos yo.
Ese discurso promueve la formación de seres humanos débiles, mediocres y sin posibilidades de autonomía, que es lo que siempre han buscado el comunismo y todos sus hijos colectivistas: anular al individuo para llevar a cabo la máxima venganza proveniente del resentimiento: si yo no puedo lograrlo, debo ocuparme de que nadie más lo logre. Si no puedo sobresalir, nadie más debe hacerlo.
La libertad es atractiva y atemorizante, y lo mismo para con el comunismo: atractivo para unos, los que buscan arrebatar, atemorizante para otros, los que serán despojados con discursos de justicia social.
El comunismo daba miedo porque planteaba una revolución mundial guiada por un gran partido, cuyo objetivo debía ser la destrucción del Estado capitalista, arrebatar todos los medios de producción a la burguesía y ponerlos al servicio de todos, bajo la administración del Estado, lo cual no acaba con la estructura de explotación, sino que cambia al explotador: el partido que representa a los explotados, mientras los explota, aunque los explota en su nombre y por su bien.
En el comunismo de Stalin, el partido está por encima del Estado, que a su vez está por encima del individuo, que no tiene valor mas que como engranaje del colectivo y servidor del partido. Una única ideología es la forma de pensar correcta, y traidor es aquel que no la comparte. Como en los fascismos de ayer y de hoy.
El partido-Estado, a través de su indiscutible gran Líder, dirige todos los aspectos de la vida social y controla los procesos económicos. La población queda dividida entre aliados y traidores, y el poder es sostenido por el ejército. Idéntico en cada detalle al fascismo. No son extremos que se tocan. Son Comunismo.
La democracia se enfrentó desde el principio a la misma paradoja que amenaza con destruirla hoy y siempre: cree en la libertad. En democracia puedes votar por los comunistas, dado que tienen derechos políticos como todos, aunque su proyecto sea precisamente aniquilar la democracia y cancelar dichas libertades.
El miedo es la mejor forma de controlar a la sociedad y, por lo tanto, el mayor enemigo de la libertad. Ante el miedo y sus derivados, como la rabia, la frustración, el odio, los individuos renuncian a su capacidad racional y su pensamiento crítico, se integran en la masa y se arrojan a los brazos de un tirano. Desde la antigua Grecia, la democracia mueve en medio del aplauso de la multitud.
Mussolini, que sólo sabía hacer grilla y ser soldado, creó en 1919 el Fasci Italiani di Combattimento, grupo militar que sería semilla tanto del Partido Fascista como de sus milicias, las Camisas Negras.
Pero qué cosa que es el fascismo. Es, como lo señaló Mussolini, un socialismo nacionalista; es decir, la idea de establecer el socialismo en un solo pueblo y renunciar a la idea de la revolución internacional. No me interesan los proletarios del mundo, sólo me interesan los italianos, o los alemanes.
El partido fascista estableció los lineamientos de la vida para el pueblo, le dijeron qué pensar, qué decir y qué hacer. La libertad del proyecto democrático liberal era difícil, y el fascismo ofrecía los amorosos brazos de Papá Gobierno. Un Estado poderoso que regía cada aspecto de la sociedad y pretendía ejercer control sobre cada uno de los individuos.
El gobierno da y quita. El gobierno vigila y controla. El gobierno consuela y guía. Se cuentan gloriosas historias del pasado y se levantan majestuosos monumentos que nos recuerdan los días de gloria a los que volveremos guiados por la voluntad y la inteligencia del caudillo.
La realidad es que la izquierda siempre ha sido colectivista, siempre busca la aniquilación del individuo, jamás ha apreciado las libertades y mucho menos las disidencias. La historia de la izquierda es fusilar opositores con ideas propias.
La propuesta liberal es dejar que la sociedad se organice de manera libre y espontánea, que cada uno de los individuos busque su propio proyecto económico, político, social, individual y espiritual. Una interacción de individuos libres y racionales dentro de un pacto social, pero cada quien es responsable de sí mismo. Y, egoístas como somos, la libertad termina por no convencer a todos.
Aquí entra la bandera de la igualdad y un comunismo que funciona de manera terriblemente similar a la monarquia. El partido decide, el partido gobierna, el partido establece la doctrina oficial, el partido lo controla todo, y divide a la sociedad en gremios, sindicatos, comités y cofradías para, a través de ellos, controlar la vida social. La Corona era la institución por medio de la cual una persona, el rey, imponía su gobierno unipersonal. El partido es la institución mediante la cual una sola persona, el camarada, impone su total autoridad.
Te liberan del poder del rey, pero no te liberan del poder del dictador; te liberan del engaño ideológico De la Iglesia, pero te someten al engaño ideológico del partido comunista; te dicen que es estúpido basar toda la sociedad en un solo libro, pero sólo saben citar el Manifiesto Comunista de Marx; es absurdo que el papa sea infalible, pero Mao siempre tiene la razón.
Señalan que la propiedad privada de medios de producción genera riqueza en pocas manos y que eso es injusto. Tal vez lo sea, pero su propuesta es que sean ellos, y no otros, los que sean dueños de todos los medios de producción, para que sean ahora ellos, y no otros, los que tengan la capacidad de explotar al pueblo…
La educación es el arma más poderosa que puedes utilizar para cambiar el mundo.
Nelson Mandela
Los nazis fueron derrotados, no por la democracia liberal sino por el comunismo. Quizás por eso, hoy en día, Hitler y la esvástica son símbolos de opresión y tiranía que están prohibidos en todo país civilizado. Pero el martillo y la hoz del comunismo, así como las efigies de Marx, Lenin, Stalin, Mao y el Che, no están prohibidas en ningún lado, a pesar de ser responsables de muchas más muertes y torturas que los propios nazis.
Todo es siempre cuestión de narrativas, y la izquierda más revolucionaria ha sabido infiltrarse poco a poco en sistemas educativos, medios de comunicación, redes sociales e industria cultural para lograr legitimarse. Nazismo y comunismo son igual de colectivistas, asesinos y opresores, y, sin embargo, no se enseña esa realidad.
En la segunda mitad del siglo XVIII surgió en Europa lo que hasta hoy se conoce como Sistema Educativo Prusiano. En Prusia, origen de la actual Alemania, nació la idea de que la educación debe ser gratuita, obligatoria, laica e impartida por el Estado.
El principal objetivo del Estado es someter, y lo primero que enseña el sistema educativo público es callar y obedecer. Después de eso, todo es nacionalismo, ideología, doctrina…
El Estado estandariza a todos los individuos y los llena de doctrina, nacionalista en el siglo XX, socialista y progresista en el XXI. Nada de eso genera libertad.
El Estado educa a los maestros que a su vez educarán a los alumnos bajo los lineamientos y contenidos que ha establecido el propio Estado. Difícilmente el bienestar, el desarrollo y la plenitud del individuo son lo que se persigue con este sistema. Todo está al servicio del Estado.
Por educación laica debería entenderse que esté libre de doctrina; no solo de religión, sino de doctrina en general. Pero la educación pública la da el Estado, que siempre tiene ideología, y la ideología es la máxima enemiga de la libertad individual.
Alemania era el país más educado, y la educación contribuyó de forma decisiva a la barbarie nazi; una educación nacionalista, basada en la memorización y el adoctrinamiento, y que no generaba pensamiento crítico, la única herramienta que aleja a un pueblo de la tiranía.
La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo; y el primer mundo que debes cambiar y mejorar es el tuyo, pues sólo desde ahí puedes mejorar el de los demás. Eso sólo se logra con tu propia educación.
Sir Isaac Newton representa la cúspide de la Revolución Científica. Una nueva era en la historia del conocimiento humano, la capacidad de descubrir leyes de la naturaleza y verdades objetivas del mundo físico. Ese es el conocimiento que da poder, como dirá Francis Bacon, un conocimiento que permite establecer leyes, hacer experimentos, predecir resultados y mejorar la vida de las personas.
Ese debería ser el objetivo de toda educación y todo conocimiento.
Copernico, Kepler, galileo y Newton son la columna vertebral de la Revolución Científica. Comienza con ellos el triunfo de la razón y la lógica sobre la superstición, el fanatismo y el adoctrinamiento, y abrieron camino para otro momento cúspide en la historia de la intelectualidad humana: la ilustración.
La ilustración fue un movimiento filosófico, artístico e intelectual que se desarrolló principalmente en Francia y en algunos otros reinos de Europa. Se basaba en una absoluta confianza en el ser humano y un futuro promisorio para la humanidad si nos guiábamos por la luz de la razón y no por la superstición y el fanatismo, disipar las tinieblas de la ignorancia humana mediante las luces de la razón. Parece que los sistemas educativos también le fallaron a los ilustrados.
Toda la democracia moderna está basada en este principio. La idea de que el ser humano, libre, racional y dueño de sus pasiones, puede y debe gobernarse a sí mismo.
El secreto de la libertad democrática radica en educar al pueblo, mientras que el principio de la tiranía es mantenerlo en la ignorancia. Por eso no se puede confiar en la educación que da el gobierno, menos aún si es populista y apuesta directamente por tu ignorancia.
Comunismo y socialismo son un regreso a la era monárquica, incluyendo el aspecto de la educación, que regresa de la ciencia a la doctrina y el dogma. Esa es y siempre ha sido la propuesta de la izquierda revolucionaria: un nuevo rey, que en vez de ser nombrado por Dios Padre es nombrado por Dios Pueblo..
La educación nos permite cambiar el mundo, como dijo Mandela; precisamente por eso es fundamental que no dependa de Estados, políticos e ideólogos. Nunca cambiarán el mundo a tu favor ni a favor de la libertad.
Lo dejó claro el propio Che Guevara en la Asamblea de Naciones Unidas, en 1964: “Es una verdad conocida y la hemos expresado siempre ante el mundo. Fusilamientos, sí. Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte”.
Es una lucha a muerte contra el que piensa diferente. La única patria del revolucionario es la revolución. El comunismo mata por principio.
La educación es un tema que no puede ser rehén de un grupo de presión política, pues el único contacto de nuestros niños con el futuro es precisamente la educación, que aquí nos sigue hundiendo en discursos ideológicos del pasado, con lo que sólo promueve la desigualdad y hace más grande la brecha social.
Y es que la felicidad es la base de los movimientos liberales del siglo XIX. Ser libre para ser feliz, lo cual sólo se logra desarrollando al máximo las propias potencialidades y talentos, lo cual sólo se consigue en un entorno de libertad.
Todo revolucionario te necesita frustrado y enojado, nunca feliz. Eso cuestiona mucho el sentido mismo de las revoluciones. Pero al final lo único que el revolucionario quiere es poder, no importa si él se ha convencido a sí mismo de su narrativa del pueblo, la nación, la libertad o la causa… lo que quiere un revolucionario es poder.
Por eso hace revoluciones, por eso está dispuesto a sacrificar a otros y a lanzar a otros al ruedo, bélico o político. Para eso te necesita enojado; para tomar el poder primero y para mantenerlo después.
Al héroe y al villano los determina una narrativa, a ellos y a todos los personajes, los arquetipos, buenos y malos, eventos destacables, símbolos y significados. Con improntas ideológicas. DIcha narrativa se construye desde el poder, siempre con objetivos políticos e ideológicos como guía. Las ideologías, como cualquier religión de masas, necesitan justo eso: masas y no individuos, porque su esencia es el sometimiento. No hay libre pensamiento en los regímenes ideológicos, y no hay humanidad sin libertad de pensamiento.
El comunismo fracasó, pero siempre regresa con nuevos disfraces seductores: igualdad, progresismo, colectivismo, Revolución bolivariana, Cuarta Transformación… El comunismo no es congruente ni sincero; siempre vuelve con distintas mascaras, con otros pretextos, con nuevos odios y conflictos.
El futuro de la libertad depende de la consciencia; eso es lo que buscan arrebatarle los populistas después de tu capacidad productiva e intelectual.
El proyecto comunista evidenció su fracaso desde el principio. Nunca antes del comunismo, y nunca después han existido proyectos sociales que tengan la necesidad de convertir sus países en prisiones masivas para sus propios ciudadanos.
Eso es comunismo. Prohibido salir. Prohibido viajar. Prohibido pensar. Prohibido cuestionar. Prohibido aspirar a una mejor vida que la que está dispuesto a darte el partido.
Cuanto más poder tenga el gobierno, más podrá limitar las libertades y derechos del individuo.
El comunismo ha tenido un solo logro real en toda su historia: reemplazar la clase privilegiada y comportarse exactamente igual que ella, con un poco más de rencor y sed de venganza. Lo anterior es una realidad histórica que pasó en Rusia, en China y en Corea del Norte, en Laos, Camboya, Vietnam y en Cuba… y sigue ocurriendo en Venezuela, Bolivia, Nicaragua, y en todo aquel país que no despierte de la pesadilla bolivariana.
Los últimos quinientos años han sido la historia de la libertad económica y política, como base de la libertad intelectual y mental, fundamento de la libertad individual, esencial para lograr lo único importante en la existencia humana: plenitud y felicidad.
En el siglo XV, Europa salió de la devastación de la peste negra y comenzó a reinventarse. El espíritu del siglo fue la exploracion, y la riqueza que generó comenzó a cambiarlo todo socialmente.
El siglo XVI se caracterizó por la ruptura religiosa en Europa, que es el origen de los Estados modernos, y la ciencia fue el espíritu del siglo XVII.
Así llegamos al siglo XVIII, cuyo espíritu fue la luz de la razón. Fue conocido como la Era de las Luces, la Ilustración. COntrario a casi cualquier época anterior, el ánimo general era de confianza en la humanidad y en el futuro. Se empezó a hablar de democracia, división y limitación de poderes, libertad.
Esa es la esencia más profunda de la democracia: el ideal de una sociedad donde cada individuo puede generar riqueza y conocimiento de manera independiente al poder.
El comunismo plantea arrebatar al burgués la fuente de la riqueza, que son los medios de producción, y entregarlos a un Estado social que deberá administrarlos por todos con lo que sólo crea diferentes arriba y abajo. Nuevos explotadores que explotan al pueblo en nombre del pueblo.
Pero hay dos factores, y no uno, con los que el burgués genera riqueza: los medios de producción, que se pueden arrebatar, y el conocimiento, el talento, la creatividad y la ciencia, que no.
Hoy al burgués promedio se le llama clase media. Son las mujeres y hombres que estudian y se preparan, que conciben y mueven los negocios, empresas y corporativos, que buscan trabajos y persiguen sueldos. Algunos son empleados, otros son empleadores, y muchos son las dos cosas. Su vida es más cercana a la del obrero, pero sus aspiraciones se acercan más a las del empresario.
Aspiraciones. Eso es la esencia de la clase media. Aspira a saber más, a mejorar su vida. Sueño, estudio y trabajo. Eso son los tres elementos con los que la clase media mueve el mundo y con los que sale adelante cualquier país. SOn tres cosas que los socialistas siempre te quieren arrebatar.
No tengas sueños, eso es de malvados. No estudies, eso es de fascistas. No trabajes, eso te hace burgués. No generes conocimiento y riqueza, eso te liberaría de mi tiranía.
En el siglo XXI la libertad de la democracia se enfrenta a una gran paradoja: es un sistema político libre, donde puedes votar por la opción que propone acabar con la democracia o dejar de votar.
Cada vez que un régimen comunista ataca a su propio pueblo por exigir una mejor vida, hace evidente el fracaso de su modelo, o deja muy claro que el objetivo de los comunistas ha sido siempre el poder, y nunca el pueblo.
La historia lo ha dejado claro en cada ocasión: el comunismo no funciona. Genera miseria, hambre, destrucción, muerte y tiranía. Eso es el comunismo real.
Cada vez que el comunismo fracasa hay una avalancha de pretextos: no era el mutismo real, tuvo enemigos externos, fue boicoteado por los poderes fácticos, cayó víctima del imperialismo… Y la más importante: no estaba al mando yo.
¿Qué son la izquierda y la derecha a estas alturas de la historia? Una farsa narrativa. Cada una aspira el poder, cada uno quedará al mando de una estructura política que es opresora en su esencia.
La democracia no puede limitarse a votar, pues termina siendo un concurso de popularidad. Democracia significa que el depositario de la soberanía es el pueblo; cada uno de sus ciudadanos libres es soberano y dueño del país. En un esquema así no hay gobernantes sino administradores; no se tiene el poder sino la responsabilidad, y no existe el país de un solo hombre.
La democracia implica crear estructuras que permitan ejercitar al máximo las libertades individuales; y, claro, en su versión utópica, esto debe lograrse sin menoscabo del interés colectivo, dado que, sin una sociedad saludable y armónica, es imposible el pleno desarrollo del individuo.
La verdadera democracia es un compromiso social de magnitudes que aun no se comprenden, y que sólo puede existir con comunidades ilustradas con un alto coeficiente de inteligencia emocional, algo que desde luego no buscan los poderosos.
Los grandes movimientos revolucionarios son una trampa del sistema. Las revoluciones de consciencia pueden ser actos tan individuales, simples y silenciosos como permanecer sentado.
Los actos de consciencia individual son el espacio donde en realidad se ejerce la libertad; por eso la consciencia y la individualidad son los principales enemigos de las dictaduras populistas. Por eso ciegan y adoctrinan con ideología, con discursos de odio y venganza que parecen ser de justicia.
En la democracia, el gobierno debe ser un gestor del conflicto, no su promotor; pero el miedo y el odio son la mejor forma de control, ya que eliminan las capacidades críticas del individuo.
No eres libre si alguien más domina tus emociones, escribe tu historia y establece tus verdades. Las masas nunca han sentido sed por la verdad. ¿Tú buscas la verdad o quieres imponer la tuya? ¿Defiendes la libertad de expresión de todos o sólo tu libertinaje?
La única forma en que tu existencia tenga sentido es que seas plenamente feliz. La única forma de lograrlo es que seas el narrador de tu propia historia. Para eso debes ser libre… Sólo a ti te interesa tu plenitud.


Deja un comentario