El Poder de la Motivación


El concepto de «Líder» es algo que ha venido evolucionando desde hace algunos años, y en mi opinión un acelerador de ésta evolución ha sido la demonización del concepto de «Jefe» al punto en que llega uno a sentirse mal cuando le toca recordarle a alquien que uno es su Jefe lo cual se toma como una imposición, algo malo y totalmente contrario a decir que es su Líder, lo cual resulta más cómodo ya que representa un reconocimiento que no es necesariamente explícito ni cierto.

Desde un punto de vista romántico el concepto de Jefe no debería existir de acuerdo a la forma como se establece actualmente el concepto de Líder. Todos tendríamos que ser iguales y en función de nuestro liderazgo la gente decidiría trabajar bajo la guía del mejor líder y así los objetivos se alcanzarían por equipos basados en el reconocimiento mutuo del liderazgo. Pero la realidad no es así. Existe una estructura jerárquica en la que una persona tiene una responsabilidad y se le asigna un equipo para atenderla siendo el primero el Jefe de los segundos, y gustele o no a ese equipo, deberán trabajar bajo la guía de ese Jefe.

Ahora, para saber cómo estamos ejerciendo ese trabajo de Jefe y si más allá de serlo por la estructura jerárquica nos ven como líderes podemos hacernos una pregunta: cuando un miembro del equipo ha estado trabajando muchas horas en un reporte, se espera a ver la calidad y eficacia final del mismo para reconocer su esfuerzo? Si la respuesta es «SI», lo recomendable es reconsiderar la estrategia y tomar en cuenta la Teoría de la Motivación Intrínseca.

Cuando se está intrínsecamente motivado se engancha uno en una actividad principalmente porque se disfruta y proporciona esa sensación de satisfacción personal, mientras que cuando se está extrínsecamente motivado se hace algo para obtener una ganancia externa, es decir, algo a cambio como dinero o evitar meterse en un problema que puede llegar a ser tan serio como perder el trabajo.

Este enfoque busca darle mayor relevancia al esfuerzo sobre el resultado, lo cual se traduce en crear más fuentes de motivación intrínseca con lo cual se logra que la gente haga cosas porque realmente lo disfrutan y les apasiona el reto en lugar de hacerlo por simplemente evitar un castigo. Entre los beneficios que tiene éste enfoque podemos resaltar:

  1. La gente en el equipo procrastinará menos. Cuando estamos en un ambiente orientado principalmente a resultados dependemos en gran medida de la motivación extrínseca. En éste ambiente nos enfocamos en el objetivo y los pasos específicos para alcanzarlo lo cual termina siendo una fuente de frustración al no avanzar a pesar del esfuerzo, hecho que está relacionado con síntomas de depresión, ansiedad y aislamiento, y para evitar esos sentimientos optamos por la procrastinación somo salida.
  2. El equipo pensará «Fuera de la Caja». Cuando se premia el esfuerzo por encima del resultado la gente está más dispuesta a tomar riesgos, y así es como nace la innovación. Cuando estamos intrínsecamente motivados tenemos ese sentimiento de compromiso con lo que hacemos.

Al final el liderazgo trata de lograr el enfoque necesario en las tareas requeridas para lograr un objetivo y el dejar todo en manos de la motivación extrínseca reduce lo que vivimos a una simple ecuación: agrega X cantidad de trabajo y obtén una recompensa Y, y sabemos que la vida no es así. Entonces lo que se requiere es descubrir lo que realmente motiva a cada quien, lo que hace que nos involucremos a nivel emocional y que nos llevará a alcanzar las metas que nos planteamos. No hay nada peor a sentir que todo el esfuerzo y dedicación que ponemos en función de un objetivo sea simplemente despreciado por no alcanzarlo. En las manos de cada uno de nosotros está la posibilidad de reconocer los esfuerzos y establecer lo que se requiere para alcanzar los resultados, lo cual se hará posible en la medida en que el equipo esté más motivado.

Competir e Innovar como parte de nuestro día a día


Por: Fernando J. Castellano Azócar

Recientemente he estado trabajando en lograr unos cambios importantes en mi área de influencia profesional, Como con todo cambio, se presentan las reacciones de ley, lo cual obliga a buscar la manera de combatir la frustración, y buscar formas de inducir a ese cambio. En esa lucha, he encontrado consejos y recomendaciones muy interesantes y que me han hecho reflexionar sobre la forma y, más importante aún, sobre el fin que persigo. En la medida en que la razón que motiva los cambios permanece desconocida, se hace más difícil alcanzar el resultado esperado (o requerido). Lo que para uno es evidente, puede no serlo para los demás (y viceversa), de manera que el proceso no debe comenzar por la implementación del cambio que, por el contrario, debería ser el resultado consensuado de quienes comparten una misma visión. Entonces entran en escena los términos Competir e Innovar, pero no en el sentido clásico, sino adaptado a la situación particular por la que se está pasando.

Desde nuestra concepción estamos compitiendo. Somos los ganadores de una carrera donde vencimos literalmente a millones de semejantes. Siempre estamos en competencia, y ese hecho quizás hace que uno deje de ver los detalles inherentes a cada competencia en la que se participa. Y es importante entender que hay una diferencia importante entre competencia y lucha; la competencia se refiere a la busqueda de un mismo fin donde, en teoría, todos los participantes tienen la misma oportunidad de resultar vencedores y no hay mayor consecuencia si no se resulta ganador; la lucha, por el contrario, se refiere más a la necesidad de ganar por sobre todas las cosas, ya que de no hacerlo se estaría sujeto a una gran pérdida (como la vida, por ejemplo). En mi caso, y en el contexto de lo que intento, mi competencia es contra la costumbre. En el ambiente laboral nos acostumbramos a hacer las cosas de una manera, independientemente de los resultados (o a pesar de ellos). Asumimos que así es como se ha hecho siempre, y simplemente nos convertimos en máquinas que terminamos haciendo las cosas más por costumbre que por alguna razón o motivo; cuando nos sentamos a pensar “por qué” hacemos nuestro trabajo, solo la necesidad de hacer algo nos saca del vacío que permanece sin respuesta. Entonces, para lograr dar respuesta a esa pregunta y salir del estupor se debe hacer algo distinto, es decir, se debe Innovar! Y entonces viene la otra gran revelación que recibí: “Innovar” no es un término de uso exclusivo por científicos o departamentos de Investigación y Desarrollo. No! Por el contrario, en mi caso pude entender que sólo recurriendo a la innovación podría lograr la alta meta que me propuse: lograr que mi equipo crea fervientemente que es capaz de hacer las cosas mejor! Pero, en el proceso, entendí que para influenciar cambios a mi alrededor, primero debo cambiar yo, y ese cambio en mí está enmarcado en la comprensión de mis metas, y en la fé que tenga en poder alcanzarlas. Al final, no se trata simplemente de requerir cambios, sino de compartir creencias en base a parámetros comunes, de manera que, por una parte se haga claro el camino a recorrer, y por otra, que se quiera hacerlo en forma voluntaria, con la seguridad de que los beneficios serán iguales para todos.

La Necesidad de Competir


Foto de Norbert Braun en Unsplash

Todos somos productos de haber ganado la competencia de la gestación, y a lo largo de nuestras vidas el competir es una acción permanente. Sabemos que en unas oportunidades ganaremos así como en otras no, y en ese proceso, en el ámbito de una competencia «sana», el mayor beneficio es la oportunidad de alcanzar nuestro mayor y mejor potencial y compartirlo con todos. La competencia es la base de la excelencia, y su objetivo es elevar el rendimiento tanto individual como colectivo, pero en éstos tiempos modernos nos llevan precisamente a un nivel de competencia que yo veo como que se aleja de lo «sano», ya que la competencia termina siendo vacía, sin un beneficio claro para nadie.

Warren Buffett recomienda leer 500 páginas por día «porque así es como funciona el conocimiento: se acumula de igual manera que el interés compuesto«, pero con toda seguridad la lectura que hace es lo que yo llamaría «normal», al ritmo que ha desarrollado y con la intención de aprender, pero esto parece haberse convertido en una competencia por simplemente mostrar quien lee más por lo que se llega al punto de usar audiolibros para escucharlos a velocidades de hasta 5x «para consumir mas en menos tiempo». Así, vemos como la gente paga para tener seguidores, hace cualquier cosa por obtener «likes», y por supuesto usa todos los medios posibles para compartir esos «éxitos». Y esto lo sé porque yo mismo me autoflagelo por los mensajes que me da el «reto de lectura» del año de que voy atrasado… pero atrasado contra qué?

Al final, el gusto de lo que hacemos debe ser algo tangible para nosotros. La competencia tiene que ser precisamente no contra algo o alguien, sino en pro de lograr una meta, pero una que nos llene, que nos haga mejorar a nosotros así como a todos a nuestro alrededor. Ser competitivo para nada es malo, y como todo en la vida, lo que hace la diferencia es la intención.

Disciplina y Constancia


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A menudo me pregunto cómo hacer la diferencia y la respuesta es que debo amar lo que hago. Pero qué significa eso?

Mi mamá todo lo hacía con mucha pasión y en mis días de adolescencia llegué a pensar que tenía un poder superior porque siempre estaba segura que las cosas sucederían, y la mayor parte del tiempo efectivamente lo hacían, y con el tiempo terminé entendiendo que esa pasión la complementaban dos elementos: Constancia y Disciplina.

Y es que la pasión es indudablemente fundamental, pero no es suficiente ya que no asegura que uno ejecute las acciones necesarias cuando son difíciles o cuando uno ve que los demás se detienen, o incluso cuando los resultados no son evidentes ni visibles. Un caso que viví lo recuerdo constantemente como ejemplo del impacto de la constancia y disciplina que se requieren para lograr las metas propuestas: cursaba por primera vez la materia fundamental de mi carrera con un Profesor que tenía una fama de infranqueable. Entre lo difícil de la materia y mi falta de concentración la última oportunidad que tenía era lo que se conocía el examen de reparación, que daba la oportunidad de aprobar la materia en un último esfuerzo suicida. Por supuesto que estudié como un loco para esa última oportunidad, pero la noche anterior al examen me entró el miedo y me convencí que no pasaría el examen, por lo que decidí no no presentarme. Al día siguiente me llegó el inmenso impacto del destino con lo que llamaría un milagro: pasados unos minutos de comenzar el examen el Profesor le pidió a todos los presentes que entregaran lo que habían hecho ya que había decidido que todos estaban aprobados.

El secreto para alcanzar las metas es muy simple pero nada fácil. Cualquiera puede hacer algo una vez, pero no todos lo hacemos de forma consistente. Hacer una comida sana un día es fácil, pero hacerlo toda la semana no. Hacer ejercicio ocasionalmente es fácil; hacerlo varias veces a la semana no. Muchos no somos consistentemente disciplinados cuando los tiempos son buenos, muy pocos lo son en tiempos de estrés.

Fácil es plantearse una meta independientemente de cómo se le considere, pero para asegurar que se alcanza, lo necesario es la constancia y la disciplina que desarrollemos porque son éstas habilidades las que nos permitirán hacer cosas ordinarias por períodos de tiempo extraordinariamente largos, incluso cuando los resultados apenas se noten. Porque como lo dijo Seth Godin: “Los resultados extraordinarios provienen de gente ordinaria que tiene una disciplina poco común”.

El Impacto de la Incertidumbre


Por: Fernando Jorge Castellano Azócar

La Incertidumbre nos envuelve. Por la vida, por la muerte, por lo que puede ocurrir, por lo que va a ocurrir, por lo que debe ocurrir. Desde siempre hemos desarrollado distintos medios para atacar esa incertidumbre que nos atormenta (brujos, horóscopos, chamanes, bolas de cristal…). Si algo han hecho las nuevas tecnologías es ayudarnos a manejar la incertidumbre: en cualquier momento podemos saber cómo está el tráfico hacia el punto al cual nos dirigimos, y de hecho, en nuestro camino vamos verificando segundo a segundo cuánto vamos a tardar en llegar; recuerdo cuando se verificaban las tarjetas de crédito en un libro donde estaban las que no se podían utilizar, mientras que hoy en día de forma inmediata te dicen si tu tarjeta es aceptada o no; Para saber el saldo que tenías en el banco, se dependía de una visita al mismo, o del estado de cuenta que llegaba mensualmente, momento en el cual encontrabas algún retiro que no era reconocido, semanas después de que lo habían hecho. Y así podemos nombrar muchos ejemplos de cómo ahora tenemos acceso a la información que antes era solo para privilegiados, o simplemente no existía. Nuestros niveles de incertidumbre, en muchos sentidos, tienen fuertes razones para disminuir y/o desaparecer. Sin embargo, en mi opinión, en el ámbito laboral aún no tenemos ese impacto a pesar de que existen también tecnologías que proveen lo necesario para alcanzarlo.

En cualquier actividad profesional que ejercemos existe al menos un objetivo que lo justifica. Para quien tiene ese objetivo asignado, quizás la incertidumbre de si lo logrará puede rondarle sus pensamientos; y para quien le asignó el mismo, se crea una expectativa que es, sin lugar a dudas, que lo debe alcanzar. Se establece el compromiso en el marco de un espacio de tiempo y se generan los indicadores que darán cuenta del avance (o no) hacia el objetivo. En este punto, la tecnología provee muchísimas opciones que permiten no sólo apoyar en la consecución de la meta, sino proveer los detalles del progreso. En la medida en la que la expectativa se vea cubierta, la incertidumbre tanto en ese caso, como en los sucesivos, deberá ser mínima.

Entonces, lo que comúnmente conocemos como «confianza», sería el producto final de la gestión de la incertidumbre. Y, precisamente, debemos ser conscientes de ese factor, de manera de darle la relevancia correcta a todo lo que hacemos. Al tener un objetivo, nos comprometemos a alcanzarlo en tiempo y forma, y no debería haber nada que lo impida. Por supuesto que la vida no es perfecta, y en el proceso se hacen presentes distintas situaciones que obran en contra de nuestro objetivo, y es allí precisamente que tenemos la oportunidad de destacar, buscando soluciones en lugar de excusas.

Finalmente, se hace imprescindible entender cómo, con una gestión incorrecta, la incertidumbre de poder alcanzar un objetivo se transforma rápida y violentamente en una certeza infinita sobre nuestra incapacidad, por lo cual es necesario siempre considerar que la expectativa sobre nuestras capacidades estará basada en los resultados que vamos alcanzando así como en la calidad de los mismos. Desde pequeño me enseñaron que entre las cosas mas importantes que siempre tendría estaba mi palabra, que al final tenía que ser la única garantía de todo lo que hiciera. Si desarrollamos las capacidades necesarias para mantener la incertidumbre bajo control, podremos dar nuestra palabra de que cubriremos las expectativas que creamos. En caso contrario, nuestro destino y el de la organización a la que pertenezcamos estará en manos del azar.

Perseguir Metas o Ejecutar Sistemas


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Por: Fernando J. Castellano Azócar

En los meses pasados me he dedicado a organizar prácticamente todo lo que hago, de manera de poder ser lo más eficiente posible en cuanto a resultados se refiere. Y es que una de mis mayores preocupaciones es olvidar ago importante. Por ello, intenté con muchas aplicaciones, obteniendo una mezcla de resultados, pero sin lograr una satisfacción aceptable. Por ello, se me ocurrió que la solución no estaba en las herramientas que utilizara, sino más bien en el modelo, y al respecto encontré que básicamente existen 2: basar las acciones en un sistema, o a través de la consecución de metas.

La mejor forma de definir estos modelos es: si se hace algo diariamente, se usa un sistema; pero si se espera hacerlo algún día en el futuro, es una meta. El concepto de Sistema Vs. Meta aplica a cualquier iniciativa que se tenga. Por ejemplo, si se habla de dietas, perder 10 kilos es una meta, mientras que comer sanamente es un sistema. Si se habla de ejercicio, correr un maratón en menos de 4 horas es una meta, mientras que ejercitarse a diario es un sistema. En el mundo de los negocios, reunir un millón de dólares es una meta, mientras que ser un empresario exitoso es un sistema.

Quienes se inclinan por el modelo de Metas permanecen en un estado de fracaso continuo previo al éxito en el mejor de los casos, y de fracaso permanente en el peor de los casos si las cosas nunca funcionan. Quienes se inclinan por el modelo de Sistemas alcanzan el éxito cada vez que lo aplican, ya que hacen lo que definieron que iban a hacer. En el primer caso se mantiene una lucha contra el sentimiento de desaliento en cada turno. En el segundo, se tiene un permanente sentimiento de logro cada vez que se aplica el sistema.

Como todo en la vida, no hay absolutos, y en mi caso particular, me mantengo en una combinación de los dos modelos. Principalmente defino sistemas que me permiten mantener la constancia en mis acciones, para lo cual me apoyo en herramientas para ir registrando el cumplimiento de lo definido. Pero en algunas oportunidades, también defino metas, las cuales eventualmente se convierten en sistemas. La fórmula mágica que he encontrado es que algunas metas son más fáciles de alcanzar a través de la definición de algún sistema.

Al final, cada quien termina encontrando el modelo que mejor se adapta a sus condiciones y circunstancias, lo cual en mi opinión tiene mucho que ver con el interés que se tenga en mantener su energía personal orientada en la dirección correcta.