Por: Fernando J. Castellano Azócar
Soy un fanático predicador de que las metas se alcanzan a través de la Constancia; pero… ¿en qué hay que ser constantes?
Nuestra jornada laboral está llena de actividades rutinarias y que en muchas oportunidades hacemos sin siquiera darnos cuenta. Esas actividades son las que llamo «mundanas». A menudo nos sentimos cansados de tener que ejecutarlas, e incluso soñamos con el momento en el que ya no tendremos que hacerlas. Nuestra percepción es que esas actividades mundanas no agregan valor, pero sabemos que sin ellas no avanzaremos en nuestras metas y objetivos.
Si, por ejemplo, un vendedor quiere aumentar sus ventas, debe enfocarse en aumentar sus clientes, en primer lugar, y para ello simplemente debe contactar a mas personas, lo cual no es mas que una actividad mundana. El encargado de la ejecución de un proyecto para asegurar que cumpla con la calidad y el tiempo definidos, deberá hacer un seguimiento de cumplimiento del plan definido lo cual, a mi entender, es también una actividad mundana.
Entonces, el lograr ascender en cuanto a nuestra responsabilidad se refiere está directamente relacionado con la ejecución de las tareas que incluso podrían hacer otros en mayor proporción, e indudablemente con la capacidad que tengamos de generar valor. Por ello se hace tan importante el estar muy conscientes de las actividades que hacemos, desde la más agradable y que ocasionalmente entra en nuestra lista, y especialmente las mundanas, que al ser las que llenan la mayor parte de nuestro tiempo, debemos asegurar que sean las que nos lleven a nuestros objetivos. Y justo allí, en ese punto, es que entra y cobra relevancia la Constancia.