
Por: Fernando J. Castellano Azócar
Credibilidad… uno de los factores más importantes para cualquier persona, pero que muy a menudo pasa desapercibido para cada uno de nosotros, más no para quienes tenemos a nuestro alrededor.
La credibilidad está íntimamente relacionada con el tiempo, ya que se requiere cumplir con los compromisos establecidos en el tiempo correcto; pero incluso cuando no se hace, se puede mantener el nivel de credibilidad, siempre que se actúe en forma oportuna.
Supongamos que hacemos un compromiso de alcanzar una meta en un período de tiempo determinado. Si se cumple con el mismo, se estará en presencia de buenas noticias, y un incremento significativo de la credibilidad. Si en el transcurso del tiempo antes de la fecha de vencimiento se encuentra alguna situación que impedirá cumplir con la misma, se debe informar de dicha situación, preferiblemente con un plan de mitigación, lo cual es una mala noticia, ya que hay posibilidad de estar cerca del cumplimiento del compromiso establecido. Aún en esta circunstancia, no hay una afectación importante a la credibilidad, por cuanto el plan de mitigación permite proveer un resultado lo más cercano al requerido, y en el tiempo establecido para tal fin. Y en el último lugar están las malas sorpresas. Estas son las que representan la confirmación de que no se alcanzó la meta requerida, de lo cual se informa en el último minuto. Este es el asesino de la credibilidad.
Es imposible predecir el futuro, pero si se pueden considerar todos los elementos que permiten mitigar el riesgo de no cumplir con el compromiso establecido. Por lo general tenemos la oportunidad de ver venir las situaciones que harán tambalear nuestra credibilidad, pero nos cuesta manejarlas, de manera que el foco debe estar en poder desarrollar nuestra capacidad de llegar a una mala noticia, que incluya el plan de mitigación, para evitar a toda costa la mala sorpresa. Nuestra credibilidad depende de ello, y ese es uno de los activos más importantes con los que contamos.