La Fotocopiadora, La Computadora y la Inteligencia Artificial


Fernando J. Castellano Azócar

Por allá por el año 1978 la forma como hacía mis tareas era que iba a la biblioteca pública, buscaba en el fichero el del libro que necesitaba, copiaba la cota en un papelito que le entregaba a la bibliotecaria, luego de un rato me entregaban el libro, firmaba un papel y me iba a una mesa a buscar la información que requería la cual transcribía a mano en un cuaderno, si había una imagen la calcaba en una hoja de papel blanco, regresaba el libro, y me iba a la casa. Ahí, tomaba una hoja de rayas que tenia un marco rojo y sobre esa hoja colocaba otra blanca en la que, luego de leer lo que había traído de la biblioteca y resumido de acuerdo a lo que me habían pedido, procedía a transcribirlo con la mejor letra y considerando la separación de las palabras en el margen derecho. Muchas, pero muchas veces ya en la ultima línea separaba mal una palabra y arruinaba todo lo que había hecho por lo que debía volver a comenzar. Un día, apareció una fotocopiadora en la biblioteca. Era bien caro hacer copias pero eso era una maravilla por todo el tiempo que ahorraba, pero el tema era que nos habían prohibo utilizarla porque “no íbamos a aprender nada”. En muchas oportunidades fue un acto de rebelión el usarla escondido, como si fuera (y de hecho lo era!) un delito.

Mientras estaba en la Universidad aprendí a programar en lo que era algo muy revolucionario: el HTML, y comencé a hacer paginas web. En aquellos días se hacía en archivos de texto y uno debía tener o unas buenas notas o una muy buena memoria para recordar los comandos y generar una página Web. De repente salió, como parte de la suite de Microsoft Office, un asistente de HTML con el cual era mucho mas rápido programar ademas de que se reducía pero muchísimo los problemas por errores ya que hasta colocaba colores e indicaba lo que estaba mal. Yo comencé a utilizarlo y emocionado se lo mostré a mis compañeros del momento y de inmediato me excluyeron del grupo ya que “un programador real codifica en texto”.

Desde hace algún tiempo comencé a escuchar de algunos compañeros los beneficios que obtenían de la Inteligencia Artificial (I.A.). Lo que yo había escuchado al respecto era tanto el riesgo de que nos quitaran nuestros trabajos, como que ya se acercaba el momento en que apareciera Skynet por lo que el Apocalipsis estaba cerca. Luego vi en Instagram a algunos que decían que si uno seguía “googleando” en lugar de usar la I.A. demostraba ser un dinosaurio, por lo que me atreví a probarla y me encontré con una herramienta maravillosa. Me he apoyado en esa herramienta y he logrado concretar ideas, pero al compartirlas y comentar que lo había hecho con la ayuda de la I.A., de inmediato me acusaron de que no estaba haciendo nada, que básicamente era un fraude porque los verdaderos escritores solo usan su mente…

Resulta interesante ver cómo la ignorancia influye en los conceptos que nos formamos y ademas cómo atacamos con toda seguridad basados en las limitaciones de nuestro conocimiento. Con todo el avance tecnológico que hemos vivido como raza me resulta tan extraño que nos neguemos a asumir las nuevas tecnologías simplemente como lo que son: herramientas que nos facilitan la vida. Como cuando no se debían usarlos microondas porque daban cáncer; o los mismos teléfonos celulares por la misma razón. Y el hecho es que al final terminamos haciéndonos de esas tecnologías y cambiamos nuestra percepción preparándonos para atacar a quienes van adelante. Recuerdo cuando Steve Jobs expresó en una conferencia en 1983 que su misión era poner “una computadora en el regazo de cada persona”. Seguro quienes lo atacaron por loco hoy en dia escriben en su iPad acerca de lo mal que hacen algunos al usar la Inteligencia Artificial.

En mi caso, al comparar aquellos días de biblioteca con consultarle al ChatGPT de algo pues me parece increíble lo que logro. Y desde mi punto de vista el problema no es lo que hace la I.A., sino lo que hacemos nosotros con ella, lo cual es exactamente lo que pasa con una pistola…

Invito a quienes no han probado la Inteligencia Artificial a que lo hagan, pero como con todo en ésta vida, sean conscientes de lo que vayan a hacer con ella y sobre todo estén dispuestos, como yo, a asumir las consecuencias de esa responsabilidad.


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