Aceptar o Crear el «nuevo normal»


Desde que iniciaron los días de la pandemia, se comenzó a hablar de «un nuevo normal», haciendo referencia al hecho de que nuestro mundo, el que cada uno de nosotros vivíamos y dábamos por sentado, cambió de manera abrupta y sin posibilidad alguna de volver a ser lo que fué. Quizás el mundo, nosotros, nos merecíamos éste «reinicio», quizás más que merecerlo, lo necesitábamos, ya que ahora se nos ha hecho muy presente la importancia de esos detalles diarios que llenaban nuestras vidas, y que ahora han desaparecido, con la gran duda de que puedan volver.

Muchas veces pensé que mis días eran monótonos, sin saber lo equivocado que estaba al vivir ahora unos días donde la incertidumbre está reducida casi a cero. Otras tantas pasó por mi mente todo lo que quisiera hacer «si tuviera tiempo», teniendo que enfrentarme ahora al monstruo del tiempo disponible, que me atormenta con cada minuto que pasa sin que haga algo de esa larga lista que me iba formando. Ante la situación que todos vivimos, mi primera reacción fué esperar a ver qué sucedía. Todos los días recuerdo los capítulos de la serie original, en blanco y negro, de «Perdidos en el Espacio», donde la familia Robinson tenía que aprender a sobrevivir en cada mundo al que por alguna razón llegaban, lo cual es básicamente lo mismo que vivimos mi familia y yo. Todos los días, y me refiero literalmente a TODOS los días, me conecto para trabajar con la gente de la oficina, lo cual sí es una repetición infinita de las mismas acciones, con la misma gente, a la misma hora, sobre los mismos temas…

Pero, somos nosotros los que debemos decidir si simplemente nos adaptamos a un mundo que cambia constantemente, o si por el contrario en medio de esos cambios inesperados e impensables que suceden a diario, nos convertimos en los creadores de nuestro espacio normal. Quizás la incertidumbre diaria de no saber lo que va a pasar nos mantiene expectantes, pero ya en estos momentos sabemos con detalle lo que va a suceder, lo que tenemos que hacer, y lo único que nos atormenta es la incertidumbre de lo que también sabemos que no va a suceder por ahora: que se declare el mundo libre de la pandemia. Entonces, nuestro «nuevo normal» ya no es tan «nuevo». Ya tenemos semanas viviéndolo y es hora de enfrentarlo y convertirlo en lo que necesitamos para bien de nuestra salud física y mental.

Al menos yo así lo decreto, y comienzo a implementar.

Buscando al Perro


Photo by Tim Gouw on Unsplash

Hay oportunidades en las que sencillamente se tiene que hacer lo que se tiene que hacer. Unas será voluntariamente, otras no necesariamente, pero habrá alguna situación que requiere la acción.

A menudo me encuentro preguntándome por qué debo ser yo quien haga algunas cosas. En algunos casos por el impacto que tienen, en otras porque incluyen a personas que debieron hacerlas pero que por alguna razón no atendieron a tiempo su responsabilidad. Pero un factor común es que siempre hay una ganancia en todo lo que me toca hacer. Unas veces más evidente e inmediato, otras no, pero a la larga termino entendiéndolo.

Lo más importante es tener en cuenta que a todos nos sucede. «Mal de muchos, alegría de tontos», se podría decir, pero definitivamente hay distintos niveles. En todo momento de duda, recuerdo cuando un par de personas de mi equipo de trabajo andaban de viaje, y me reportaron que habían tenido un pequeño accidente. Les pregunté si estaban bien, y en ese momento sólo me dijeron «lo llamamos después, porque ahorita estamos buscando al perro». Me quedé con la duda, y esperé a que me contactaran de nuevo. Resultó que en plena carretera se les había atravesado un perro y al atropellarlo le causó un daño importante a la camioneta que tenía asignada uno de ellos. Se detuvieron y al hacer el reporte a la aseguradora, les dijeron que para que procediera la cobertura, debían tener evidencias de que habían chocado a un perro, caso contrario, correrían ellos con los costos. Fué entonces que comenzó la búsqueda del perro, que no si había muerto o si se había escapado tanto al choque como a la muerte misma.

Al final, me regresaron la llamada para darme los detalles de lo sucedido, detallando cómo habían logrado encontrar el cadáver del causante del problema, y ya habían enviado las evidencias necesarias para evitar cargar con los costos del accidente.

«La necesidad es la madre de todas las invenciones», frase que se atribuye a Einstein… Y por necesidad hasta se encuentra al perro!

Tu paz, mi alivio, nuestra unión


Photo by Christopher Sardegna on Unsplash

Cuando algo me saca de mi estado «normal», digamos un problema, me tomo algún tiempo para verlo en perspectiva y encontrar cómo tratarlo. Si es muy grande, salgo, camino, me distraigo para encontrar la solución. Pero en éstos días no puedo hacerlo, y no hay problema por el que valga la pena arriesgar mi vida y la de la gente a mi alrededor para buscarle solución. Además, para donde se mire, todos estamos, en el mejor de los casos, en la misma posición, y sin lugar a dudas muchos con problemas peores. Entonces, qué hacer?

En un escenario en el que todos tenemos al menos un mismo problema, lo primero es mantener la perspectiva. Soy de los que siempre quiso trabajar desde la casa, como ahora hago, pero obviamente no es la misma situación que en circunstancias normales. El no poder salir a mi antojo es la primera gran diferencia, y luego sigue estar haciendo básicamente lo mismo, todos los días, sin posibilidad de cambiar la rutina. Otro factor es que no estamos solos, y quizás como nunca antes, hemos tenido que compartir con nuestros seres más queridos cada una de las 24 horas del día. Esto crea la oportunidad natural de que haya momentos en los que nos cueste entendernos, razón por la cual debemos buscar en lo más profundo de nuestro ser la fuerza necesaria para entendernos en el restringido espacio que compartimos, y con el tiempo infinito en el que estaremos juntos.

No sabemos cuánto tiempo durará nuestra situación actual, y no parece ser poco, de manera que nos toca estar realmente unidos en nuestra circunstancia y mucho más allá de la restricción física, y trabajar para que la paciencia, el entendimiento y la paz no nos abandonen bajo la presión de las circunstancias.

El control de la situación


Pensé que iba a ser más fácil. Muchas veces ya había hecho “home office”, de manera que pensé que sería como una vez más, pero no tenía idea de la dimensión de repetir la misma rutina sin falta cada día… y es que por más que se pretenda cambiarla, no hay muchas opciones, pero algo es mejor que nada.

También pensé que parte de mi tiempo se iría escribiendo, escribiendo como loco ante tanto tiempo disponible, pero tampoco ha sido tan perfecto como me lo imaginé. Y no es por falta de inspiración, sino porque creo que mi cerebro, ante la repetición reiterada de mis actos, está entrando como en “modo de ahorro de energía”. No queda más que luchar contra la rutina, porque como dicen los representantes del gobierno: lo peor aún está por llegar…