Compitiendo con Uno Mismo


Me encanta leer. Desde siempre lo he hecho, quizás porque en mi casa siempre se leyó mucho y porque ya es un hábito. Disfruto leyendo, a veces con mas pasión, otras veces con dificultad, pero al final lo hago porque me gusta simplemente.

Un día descubrí una aplicación donde podía ir registrando lo que leía, lo que me pareció interesante para ir llevando el registro histórico de lo que leo. Otro día descubrí que lo que iba registrando se iba sumando y que había forma de establecer un reto de lectura, lo que también me pareció interesante, pero ahí caí en la trampa de desviación de la atención que logran las aplicaciones. Comencé a ver cuántos libros llevaba, cuántos me faltaban. Me preocupé por leer más rápido, descubrí los audiolibros, que también contaban en el registro y que tenían la ventaja de poder escucharlos a velocidades mayores (2x a 5x) con lo que podría «leer» más en menos tiempo y así aumentar mi registro. Seguí ese juego hasta que un día me sentí muy estresado porque iba detrás del objetivo de lectura del año, que en la aplicación ya me pronosticaban que lo iba a perder. Pero en ese momento pensé: Perder qué? contra quien? Qué pasa si pierdo? Realmente era un fracaso? Caí en cuenta que ya no estaba disfrutando leer porque lo estaba haciendo por el reto en el que me había metido. La necesidad de leer más y más rápido me estaba haciendo odiar leer y en ese momento tomé una decisión: eliminé la aplicación y decidí tomarme un tiempo para volver a ser quien soy.

No tengo dudas acerca del impacto que representan las redes sociales, pero como todo en nuestra vida, depende de nosotros el beneficio que nos provean porque si no somos conscientes terminan desviándonos del objetivo de estar comunicados a una competencia en la que el objetivo es tener más amigos, seguidores, «likes»… Y es que vivimos la fantasía de vivir de ellas con un esfuerzo mínimo y una ganancia infinita.

Las redes sociales pueden llegar a alimentar nuestros temores más íntimos hasta hacernos creer que no importa lo que hagamos en nuestra vida real, el trabajo perfecto lo obtendremos por lo que publiquemos en LinkedIn; que nuestras preocupaciones económicas desaparecerán al llegar a un millón de visitas en YouTube, y así respectivamente. Quizás sea posible, pero es alcanzable? Yo honestamente lo dudo a menos que lo hagamos de forma cuando menos contínua. Hay que ver en detalle por qué estamos compartiendo nuestras vidas y entender que muy seguramente estamos empeñados en una competencia inútil donde el único perdedor termina siendo uno mismo.

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