La Vida te da Sorpresas


Debí entender que era una señal temprana del destino, una advertencia a considerar sobre cómo suceden las cosas en la vida: a golpes!

Corría el año 1978, y como todos los años estábamos en casa de mi Tía Sara. Por el período de vacaciones allí nos concentrábamos todos los primos bajo el cuidado y responsabilidad de mi Tía y de mi Abuela. Hoy en día me asombro de la capacidad que tuvieron de mantener bajo control una pandilla de 7 muchachos que iba de los 15 o 17 años hasta un recién nacido. Mis primas, que eran las mayores del grupo, siempre han sido las artistas de la familia, con una habilidad increíble para el canto y la música en general. Como se acervaba mi cumpleaños número 8, se decidió hacer una obra de teatro interpretada por todos nosotros, para lo cual se eligió la canción Pedro Navaja de Rubén Blades. En esa canción hay básicamente 3 personajes: Pedro Navaja, la mujer del bar, y el borracho del final. Por ser yo el cumpleañero, mi expectativa era ser Pedro Navaja, pero la opción de la directora del proyecto, una de mis primas, fué seleccionar a su hermano, que es contemporáneo conmigo. Obviamente a pesar del tiempo que ha pasado, sigo convencido de que fué una elección sesgada, sin embargo todos fuimos sometidos a un riguroso proceso de selección basado en cómo interpretábamos cada personaje. Total, que no hubo más opción que ser el borracho de la historia…

Eran otros tiempos, y una de las cosas que me dejó mi Papá fué su cuchillo de Scout, el cual estaba, como debe ser, hiper afilado. Con eso pasaba los días, y fué la herramienta perfecta para emprender el proyecto de esas vacaciones: una guarida secreta. Así, pasaba los días con dos cómplices más haciéndola, para lo cual seleccionamos un tupido árbol, y comenzamos a cortar ramas para crear el espacio que sería la guarida. Como dos días antes de mi cumpleaños, apenas un segundo de descuido justo en el momento en el que cortaba una rama que sostenía con mi mano izquierda, produjo un profuso hilo de sangre que emanaba de la unión de mi dedo índice con el resto de la mano. Asustado, traté de ocultar el accidente, pero al final resultó en 4 puntos de sutura, y milagrosamente conservé todos los dedos de mi mano.

El acto para el que tanto habíamos practicado estuvo, lógicamente, a punto de suspenderse, sin embargo decidimos seguir adelante. Todo salió como estaba planificado, hasta que yo salí al escenario y, sintiéndome culpable aún de casi suspender el evento, quise hacer una interpretación digna de un premio Oscar, por lo cual ese borracho, mientras decía su texto, se movió de manera magistral, hasta que en uno de los vadeos, me estrellé contra una ventana golpeando justamente la herida, la cual se abrió y, por segunda vez, casi se arruinan los planes.

Muchos años después, pude concluir que a pesar de que las circunstancias parecían adversas, pues fueron todo lo contrario. Al escuchar bien la canción, para mi el personaje principal es el borracho, ya que da el mensaje de la canción: «La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios«. Y si algo he aprendido es que esa es la verdad más absoluta. Hay que estar siempre abiertos a aceptar lo más seguro en nuestras vidas: la incertidumbre. Y esa lección de hace tantos años, ahora es de las más útiles en las circunstancias en las que vivimos, donde cada día es como un siglo de experiencia si lo vemos en términos de las sorpresas que nos traen.

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