Fernando J. Castellano Azócar
En su libro Zen en el arte de escribir, Ray Bradbury comparte:
En la rapidez está la verdad. Cuanto más pronto se suelte uno, cuanto más deprisa escriba, más sincero será. En la vacilación hay pensamiento. Con la demora surge el esfuerzo por un estilo; y se posterga el salto sobre la verdad, único estilo por el que vale la pena batirse a muerte o cazar tigres.”
La interpretación que le doy es que al escribir se debe dejar salir lo que se tiene, sin pensarlo mucho, porque si se piensa se comienzan a considerar factores como las críticas, el estilo, si es bueno o malo, y en ese proceso se pierde la esencia de lo que se quiere escribir. Nada como escribir lo que se tiene en la mente y luego pasar, si hace falta, por el proceso de revisión y edición.
Desde que comencé a tener mis dos proyectos principales que son éste blog y el de Paralaboral he estado muy activo escribiendo. Desde siempre he tenido dos objetivos principales que son: compartir mi experiencia laboral y dejarle a mi hija la mayor cantidad de información sobre mi. La inspiración por el primero es porque cuando yo estudiaba jamás se me ocurrió pero ni remotamente que terminaría haciendo nada de lo que he hecho y hago hoy en día, de manera que por una parte es esclarecedor para mi el poder ver qué hice para eso, y si además sirve de guía a alguien más pues me doy por servido. Y la inspiración por el segundo está en que desde que me fuí a la Universidad me alejé, físicamente, de mis padres, y de esos días no supe mucho de lo que vivían. Considero que con el paso del tiempo llega el momento en que ya uno se sienta con sus padres y llena esos espacios, quizás en el contexto de la educación de los nietos, y se entera de muchas cosas que no se sabían, pero en mi caso eso no sucedió ya que mis padres murieron muy prematuramente por lo que me quedaré con ese anhelo. Pero no quiero que mi hija sienta lo mismo de manera que éste blog dá una muy buena cuenta de lo que voy pensando y viviendo, pero además he estado tratando, desde hace mucho tiempo, de escribir sobre temas y situaciones que hemos vivido. En eso se me ha ido mucho tiempo, más del que quisiera, sin poder avanzar mucho, y es que he buscado hacerlo tipo libro, por lo que he comenzado muchas veces sin lograr finalizar a mi satisfacción, y es donde entra ese párrafo de Ray Bradbury, que me ha hecho reflexionar y tomar una línea de acción que al menos hasta ahora considero que va mucho mejor. El plan es ir escribiendo sobre lo que llamo “anécdotas” con lo que la presión ha bajado muchísimo ya que es mucho más sencillo sentarse y escribir algo específico, un recuerdo, y ya. Luego, al comenzar a ver cada anécdota hay la posibilidad de ir relacionándolas con lo que se puede formar algo mayor.
La verdad es que el proceso no es tan fluído como uno pensaría y requiere mucha disciplina, de lo que definitivamente carezco, pero el hecho de sentarme e ir registrando las anécdotas es tanto satisfactorio como emotivo ya que se vuelven como viajes al pasado que definitivamente remueven muchos sentimientos que se tienen a veces hasta olvidados. Por ahora muchas de esas anécdotas reposan en un cuaderno, pero si en alguna parte las publicaría sería en éste espacio. La experiencia que he tenido es que hay algunas de ésas anécdotas que he publicado y que han sido muy populares, así que espero que cuando llegue el momento de compartir las 90 que ya llevo identificadas (pero aun no todas escritas), pues que sean de agrado de muchos.
Para escribir esas 90 anécdotas (más las que sigan saliendo) aplico esa recomendación de Ray Bradbury: me siento y simplemente escribo lo que recuerdo. Si alguien tiene la curiosidad y/o la intención de escribir, mi recomendación es: hágalo!. Simplemente hágalo y publíquelo, y que ya quienes lo lean le den su opinión para orientarlo en el camino.


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