Los riesgos del futuro


Fernando J. Castellano Azócar

Tengo tantos recuerdos de una vida que hoy en día parece tan lejana que a veces hasta siento que fue un sueño. Aquellos días en los que de niños teníamos una libertad que hasta me parece irresponsable desde los canones actuales, ya que al menos en mi caso salía junto a mis amigos y simplemente desaparecíamos. No había manera de saber ni qué hacíamos ni dónde estábamos, y uno inventaba cualquier cosa y le tocaba enfrentar las consecuencias de muchas de esas decisiones. Eso hizo que aprendiera a ser responsable, a entender los riesgos a los que estaba expuesto basado en lo que decidía hacer, y lo que me parece más importante, a ser independientes. Recuerdo una vez en la que decidimos meternos en el sistema de tuberías que conformaban el desagüe de aguas negras de una urbanización que estaban construyendo. Éramos al menos 8 niños de alrededor de 10 años, y decidimos meternos la mitad por un extremo y el resto por el otro y así encontrarnos en la mitad de la tubería. Era ese un tubo en el que escasamente cabía una sola persona, pero nosotros efectivamente nos encontramos en la mitad, y nos costó mucho lograr pasar uno encima del otro para seguir el camino. Sólo recordarlo me causa un estrés terrible porque ahora, ya incluso como padre, entiendo que pudimos quedarnos ahi metidos sin manera de que nos encontraran nunca, pero no sucedió. Obviamente al salir decidimos no contar lo que habíamos hecho para evitar que nos regañaran y no nos dejaran seguir haciendo de las nuestras, por lo que concluyo que de alguna manera fuimos conscientes del riesgo que vivimos.

Quizás un par de años después, en un viaje que siempre hacíamos a visitar a la familia en la Capital (Caracas, Venezuela), me fuí sólo en un viaje por toda la ciudad, en transporte público y sin manera de que me ubicaran. Salí desde las 9 de la mañana y regresé a la casa a las 10 de la noche, y no hubo sobresaltos ni problemas. Era algo normal que, desde mi punto de vista actual, era absolutamente anormal.

Ahora, como padre, obviamente esos recuerdos me parecen fantasiosos y realmente dudaría dejar que mi hija tuviera tan solo la oportunidad de vivirlo. Desde ese punto de vista la pandemia resultó ser una bendición ya que logramos que nuestros hijos tuvieran que aprender a vivir encerrados, lo cual en esos días resultó la mejor opción pero que ya hoy en día veo como un problema potencial. Y no solo lo veo en mi hija sino incluso en los jóvenes con quienes tengo la oportunidad de trabajar. Soy testigo de cómo los retos naturales de la vida los ven como obstáculos, y como están dispuestos a hacer cualquier cosa para evitarlos con lo que estamos perdiendo la capacidad de superación de la raza humana. Y de paso nos llega la Inteligencia Artificial que completa una situación en la que el poco esfuerzo se ve como algo importante.

Claro, todo esto lo ve quien vivió otra vida. Quienes nacieron en este escenario simplemente hacen lo que es normal, pero definitivamente me preocupa que lo que yo considero que era el “campo de entrenamiento” natural de la vida haya desaparecido, con lo que veo que no se están preparando las nuevas generaciones para enfrentar todo lo que nos lanza el destino. Todo esto lo he estado pensando mientras preparo una serie de anécdotas que quiero escribir, y me preguntaba ¿Para qué? ¿Por qué?. ¿A quien le puede interesar lo que yo viví? ¿Qué utilidad podría tener saber en qué medida me ha ayudado todo lo que he vivido?. Al final, para mi es importante porque son historias que rayan en lo increíble, además de que en mi búsqueda de respuestas siempre me apoyo en experiencias que han vivido otros, así que simplemente espero que estas experiencias mías les sean de utilidad a alguien mas.

Siento que tenemos una gran responsabilidad que es orientar a las nuevas generaciones en descubrir el mejor camino que deben recorrer. Esto es distinto para todos, afortunadamente, pero con el ejemplo propio proveeremos suficientes datos como para que tomen la mejor decisión. Ahora, no solo es un tema de datos, sino muy por el contrario de generar un marco dentro del cual siempre puedan tener como aferrarse a algo que les de la esperanza de que harán lo mejor posible.


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