Fernando J. Castellano Azócar
En una de las posiciones que he desempeñado tuve a mi cargo un equipo de unas 12 personas entre técnicos, ingenieros y personal administrativo. La situación del país era muy complicada especialmente desde el punto de vista económico, y la empresa contaba con un esquema de reconocimientos para quienes destacaban en sus labores. Llegado el momento tuve la oportunidad de reconocer a algunos miembros de mi equipo, y mi enfoque estuvo en que recibieran la parte económica dando un segundo plano al reconocimiento propiamente dicho.
Un día se me acercó uno de los técnicos que había reconocido a preguntarme de su reconocimiento. Sin dejarlo terminar salté y le pregunté si había algún problema con el pago, que yo sabía que era importante, y le pregunté si había algún problema para atenderlo de inmediato y asegurar que recibieran el dinero. En un momento en el que hice una pausa el técnico aprovechó para completar lo que me venía a decir. Me confirmó que no había ningún problema con el dinero, el cual había recibido y agradecía, pero que no le había entregado el certificado correspondiente y que eso para el era incluso más importante ya que quería que si familia viera cómo lo reconocían y lo orgulloso que estaba de trabajar en la empresa. Yo no pude más que quedarme en silencio por el nudo en la garganta que se me había formado. Había cometido un error enorme en función de mi percepción, el cual procedí a corregir de inmediato.
Epicteto dijo: “tenemos 2 oídos y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos”. Mi error fue no terminar de escuchar lo que me querían decir por lo que me fuí por el camino incorrecto. Es fundamental para un Líder escuchar y en la medida de lo posible no reaccionar. Las acciones de un Líder tienen un impacto importante, así como las palabras, por lo que hay que tener siempre la actitud de escuchar y luego, si es necesario hablar.


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