Fernando J. Castellano Azócar
Si hay algo que se espera de los Líderes es que sean Fuertes. En un mundo donde la presión, la incertidumbre y la velocidad del cambio parecen nunca dar tregua, el verdadero liderazgo no se mide en los momentos de calma, sino en la tormenta. Robin Sharma lo resume en su Ley 7 del liderazgo: “Los grandes líderes son inconquistablemente fuertes”.
Pero esta fortaleza no se trata de dureza, ni de mostrar una coraza impenetrable. Por el contrario se trata de una fortaleza distinta: interior, silenciosa, que inspira confianza en los demás.
En éste contexto, ser inconquistablemente fuerte es tener la capacidad de mantenerse firme en los valores, la visión y el propósito, incluso cuando las circunstancias parecen ir en contra. Es no perder el rumbo cuando llegan las críticas, los obstáculos o la incertidumbre. Un líder inconquistable no es quien jamás se quiebra, sino quien se reconstruye más rápido. No es quien nunca siente miedo, sino quien sabe actuar a pesar de él.
Como seres humanos que son, los líderes se enfrentan, a pesar de la preparación y los recursos que puedan tener disponibles, a fracasar, y si algo se ha estudiado y se tiene constancia de más es que los equipos no siguen a líderes que nunca tropiezan, sino a aquellos que, incluso tras caer, se levantan con más determinación. Esa resiliencia genera confianza, y la confianza es el pegamento que mantiene a un equipo unido en medio de la adversidad.
Cuando un líder demuestra esta fuerza interior:
- El equipo aprende a no rendirse antes de tiempo.
- Se normaliza la idea de que los errores son aprendizajes, no fracasos.
- Se fortalece la cultura de la organización porque la gente entiende que lo importante no es evitar la tormenta, sino atravesarla juntos.
Ahora, cuales son los elementos que permiten cultivar esa fortaleza tan especial?:
- Cuidar la mente y el cuerpo. Un líder agotado no puede ser inconquistable. El autocuidado no es un lujo, es un deber de liderazgo.
- Practicar la calma en la adversidad. La serenidad es contagiosa; si el líder mantiene la cabeza fría, el equipo hará lo mismo.
- Enfocarse en lo que sí se controla. Dejar de lado lo incontrolable libera energía para actuar con fuerza donde sí hay influencia.
- Reafirmar constantemente el propósito. Saber por qué se hace lo que se hace es el ancla que evita que las olas de la incertidumbre nos arrastren.
Un líder inconquistablemente fuerte no es un héroe inalcanzable, sino alguien humano que ha aprendido a forjar su carácter en la dificultad. Esa fuerza es la que transmite confianza, inspira compromiso y construye culturas que perduran.
La próxima vez que la adversidad toque la puerta hay que preguntarse: ¿Estoy reaccionando como alguien inconquistablemente fuerte? Porque tu equipo, sin duda, lo estará observando.


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