Cuento Corto
Siempre quise vivir de escribir. Es de esos sueños que uno tiene de hacer todos los días lo que a uno le apasiona, y pues a mi me apasiona escribir. Por ello siempre estuve buscando cualquier oportunidad para compartir lo que brotaba de mi inspiración: en la escuela escribía cuentos; en la Universidad escribía en distintos medios, desde discursos para eventos políticos, hasta participación en algunas publicaciones de la Facultad; y luego llegaron los Blogs, y fue cuando “formalicé” mi pasión por escribir, dedicándome a publicar todo lo que se me ocurría.
En esa búsqueda de oportunidades, hubo un llamado a compartir artículos en el periódico de la parroquia a la cual asistimos. Luego de superar ese miedo que surge cuando se está decidiendo presentar a mucha gente desconocida lo que se piensa, lo cual es una expresión de lo susceptibles que somos a la vulnerabilidad, contacté al Padre y me propuse para colaborar. Así, comenzaron los artículos de los domingos.
El Padre comenzó a agradecerme por lo que compartía, comentándome que había mucha gente que le comentaba que le gustaban mucho los artículos. Las semanas fueron pasando, y un día me comentó que el Arzobispo le había pedido utilizar los artículos en las publicaciones que tenían, a lo cual le agradecí mucho porque representaba un mayor nivel de exposición, así como representaba un nivel mayor de confirmación de que tanto lo que escribía, como mi estilo, no estaban nada mal. Ese es un temor que siempre esta presente, el saber si se va a leer lo que se escribe, y mas si va a gustar. La lucha está en simplemente escribirlo, y si se escribe, es para compartirlo, ya que de lo contrario podría vivir en nuestra mente como idea, rondando, amenazando con desaparecer, quemando en la conciencia…
Pasaron muchos meses durante los cuales recibí muchos comentarios sobre lo que iba compartiendo. Mi cuenta de títere se transformó en el espacio donde intercambiábamos ideas y opiniones acerca de lo que compartía, con todo lo que eso significa, y un día recibí la llamada que le dio sentido a esa necesidad permanente de vivir de lo que escribo. EL Padre me comentó que como parte de los procesos que siguen, en el Vaticano leen lo que se publica en el mundo, y comenzaron a seguir los artículos que estaba escribiendo, y que había sucedido que le habían presentado al Papa los mismos, y le habían gustado mucho, así que habían organizado un viaje de la Parroquia, en el cual estaba invitado junto con mi familia para que el Papa me conociera.
Vivir de lo que se hace definitivamente no significa ganar dinero por ello. La vida es mucho mas que dedicarse a generar el medio para obtener lo necesario para la supervivencia, sino por el contrario, es aprovechar cada inspiración, cada deseo, cada acción para llenar de satisfacción cada segundo en el que tenemos la oportunidad de estar vivos.